Pensé mucho en no llamar a Agustin para juntarnos esta tarde, pero como siempre, no pude aguantar y teniendo el corazón blando le avisé que podía caer si quería, a lo que me respondió felizmente, que en cinco minutos estaba en mi casa.
Y cumplió, con exactitud.
Por eso, ahora dirijo mi vista hacia él, en el comedor de mi casa, nerviosa, mientras que Agustin ya me está mirando de antemano con toda la atención del mundo.
—Sabes eso ¿no? —le pregunto sin querer pensar en que dije que iba a dejar de hacer esto con el castaño.
Me falta mucha voluntad para poder cumplirlo todavía.
—Sí. Pero si me querés explicar de nuevo lo acepto —me dice con una sonrisa calmada.
Quisiera poder devolvérsela tranquilamente, pero estoy demasiado seria pensando en cómo se comportó conmigo cuando Keyla llegó a nuestro lado hoy temprano. Más bien resentida diría yo.
Asiento, igual de impoluta y empiezo a explicarle, notando como soy el centro de su atención una vez más. Jamás estuvo tan así, y es raro, suele estar más disperso, he hasta luchado tratando de captar su interés en las anteriores tutorías.
—¿Y? —pregunto cuando termino, él pestañea y balancea la cabeza.
—Es relajante escucharte hablar —comenta sin embargo.
No reacciono, aunque por dentro mi estómago haya dado un vuelco.
—¿Me entendiste al menos, Agustin? —inquiero seca, esquivando su comentario.
Se ríe y asiente.
—Sí entendí todo, no me retes. —Se apoya en el respaldo de la silla, mirándome—. ¿Hacemos algo después?
Entrecierro mis ojos y me recuerdo una cosa: tengo que tener fuerza de voluntad.
—No sé. —Muevo mis ojos de lugar y cierro mi carpeta—. ¿Ya terminaste o tenemos que seguir?
Se prolonga un silencio por toda la sala que me obliga a hacer que lo mire de nuevo.
—¿Te estoy molestando, Cata? —inquiere cruzado de brazos y con una mueca.
Tengo que suspirar suavemente al encontrarme encerrada por mis pensamientos. Uno de ellos es qué definitivamente hay algo que me está molestando, y sí, es el castaño el que me genera este sentimiento, pero por el otro lado, sé que no tengo derecho a tratarlo así solo por como me siento y el enamoramiento absurdo no correspondido que tengo hacia él.
Entonces, tomo más aire por mis narices y empiezo a negar, sintiéndome extraña. ¿Y si lo hice sentir mal o lo incomode con mi actitud?
—No, perdón Agus, no es con vos —murmuro mirándolo con pena y arrepentimiento—. Hoy estoy un poco estresada.
Por mis propios pensamientos sobre vos.
Me tengo que concientizar sobre que Agustin no tiene la culpa de mis sentimientos hacia él y los mambos que tengo en la cabeza.
Agus se acerca a la mesa y se inclina un poco hacia la esquina en la que estoy sentada, quedando ambos cerca. Entrecierra sus ojos mirándome con intensidad e inevitablemente me pongo ansiosa.
—¿Qué puedo hacer para desestresarte, Cata? —susurra.
Demasiadas cosas podes hacerme.
Me encantaría animarme a decirle eso, pero todavía no llegué a ese nivel de soltura, por lo que simplemente me río nerviosa, con su mirada encima. Podría pensar que a Agustin le encanta ponerme en este estado, porque sus ojos me demuestran eso, pero sé que estoy equivocada.
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Cartas | Agustin Giay
FanficC| En donde Catalina estando en su último año de colegio decide declararse al chico que le gusta a través de cartas y un juego que él mismo propuso. +18