6. Imprudencia

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Agustin

—No seas rata Jona —le digo al pelinegro al ver que se está comiendo todos los brownies que traje para nuestro grupo de amigos.

—Callate y pasame un mate que me estoy atragantando con lo secos que están estas mierdas —se queja con la boca llena de chocolate. No quiero decirlo, pero me ofende escuchar eso, traté de hacerlos bien.

Creo que Catalina me mintió y me da un poco de vergüenza haberle creído. En mi defensa, parecía convencida de lo que decía.

—Estoy tomando yo, no jodas.

Hace una mueca al tragar y me mira de mala manera.

—Hace media hora estás con el mismo mate, ¿le estás enseñando a hablar, pelotudo?

—Qué agresivo, Jonathan... —se mete Keyla sentándose en frente de nosotros.

La miro y no puedo evitar sonreírle causando que ella también lo haga, está preciosa hoy.

Sé que Jona le contesta de otra forma, pero antes de que siga peleando le cebo un mate y se lo entrego para que se calle un poco.

—¿Cómo te va con eso? —pregunta de repente la pelirroja mirando los apuntes prolijos y de hojas rositas que tengo en la mesa. Ciudadanía—. ¿Te ayudó la...?

—¿Cata? sí, me ayudó un montón —la corto antes de que diga el apodo que le adjudicó, no me gusta para nada, ella sonríe y gira sus ojos.

—No sé como se llama, Giay, no me juzgues —manifiesta con unos ojitos que tratan de convencerme que le crea. Se me hace complicado creerle a ella.

—Catalina, no es tan difícil —suspiro, haciendo que Jonathan levante la vista de su celular para mirar hacia Keyla.

—¿Cómo le pusiste? —pregunta intrigado, pero niego inmediatamente, no quiero que salga de nosotros y que termine en oídos de Catalina.

—No importa Jonathan —digo antes de que Key meta la pata. Ella le sonríe disculpándose y le susurra un "después te digo".

Le advierto con la mirada que no lo haga, pero me vuelve a sonreír y se acerca para dejar un beso en mi cachete que me hace olvidar un poco de todo y ablandarme el cuerpo.

La hora libre se termina quince minutos después de eso, y mientras esperamos a que entre el profesor, yo reparto las pocas cartas de la semana, pensé que iba a durar más, pero no, porque la mitad del curso ya descubrieron quienes son sus amigos invisibles. Una lastima que sean tan boludos, porque era bastante entretenido.

O al menos para mí lo fue, porque esa carta me mantuvo desconcentrado durante todo el fin de semana y mitad de esta. Quizás fue un poco fuerte todo lo que ponía, pero tampoco me voy a hacer el santo y decir que me disgustó o la repudié, porque no fue así. Me pregunto si a los demás le habrán llegado cartas del estilo, pero no creo la verdad, solo a mí me pasan cosas así.

Ni siquiera tengo en claro quien puede ser, porque no me imagino a nadie del curso escribiendo esto, pensé en Keyla primeramente, porque con ella tengo un prontuario bastante largo, pero escribir no es lo suyo, por lo que no creo que esto esté ligado a ella. También hay otra en la que pensé, pero, después de analizarlo por mucho tiempo, llegue a la conclusión de que es un poco imposible que esté detrás de esto, yo sé bien porqué lo digo.

—Gracias, bonito —me susurra la pelirroja cuando dejo la carta en su banco. Le sonrío y ella me guiña uno de sus ojos.

Me siento en mi banco con el sobre de mi carta en mis manos, hoy vino con regalo y me intriga saber que puede ser, pero acá no quiero abrirlo, después de la primera carta me puedo esperar cualquier cosa, por lo que enseguida pongo mi mochila encima de mis piernas para guardarla.

—Ay que tierno ese corazoncito —me dice Jona al ver el dibujo en el papel. Yo no creo que haya algo tierno dentro de ese sobre—. Qué suerte tenés vos, hasta regalo te dan, yo tengo a Marco que de pedo me da esto —se queja viendo que su carta ni siquiera está envuelta en un sobre y tiene unas letras desprolijas que dicen JONATAN en grande—. Ni mi nombre sabe escribir el pelotudo —niega pareciendo decepcionado.

—¿No le dijiste que ya sabías que era él? —frunzo las cejas.

Hace un mohín.

—Nah, me divierte ver como intenta parecer misterioso —se ríe solo y mira mis cosas de nuevo—. ¿Qué estás esperando qué no abrís eso?

Trago saliva mirando el paquete y la carta. Me niego a hacerlo delante de él.

—No tengo ganas ahora, lo hago en mi casa —murmuro excusándome y guardo todo rápidamente para que no empiece a insistir.

—Dios le da pan a quién no tiene dientes, che —recita malhumorado, pero dejo de darle pelota cuando me distraigo viendo quién está entrando por la puerta.

Cata.

Veo como Wanda le viene diciendo algo que la hace reír tímidamente, y una vez que se calma, la incita a su amiga con la mirada para que le siga contando lo que sea que le esté diciendo. Mi vista se apega a ella completamente dándome cuenta que tiene la nariz rojita y los ojos brillosos, seguro estaba afuera. Sé que Jonathan se sigue quejando de algo (es muy común en él quejarse), pero al notar que ella de repente lleva la mirada a mí como si fuera instintivo, no lo escucho para nada.

Es entonces, que simplemente me sale sonreírle y giñanarle el ojo en un acto imprudente, no sé porqué lo hago, pero para ser honesto, creo que me gusta que gracias a esto se ponga toda colorada y corra la vista rápidamente, avergonzada.

Demasiado tierno de su parte.

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muyy cortito pero quería actualizar y meter cizaña para próximos dramas jajajajajajajjj

Cartas | Agustin GiayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora