Capítulo 13

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Ares.

Veinte minutos después, estábamos de regreso a mi oficina y luego de que ella regresará a sus sentidos, la veo sentarse en el sofá con cuidado, mirando hacia los lados, frunce el ceño y acaricia su frente mientras dice palabras que no logro entender. Su aroma se desprende por todo el salón haciendo despertar a Surt, nuevamente.

Agradecía tanto que Mara se haya llevado lejos a Charlotte en este momento.

—¿Me volví a desmayar? —pregunta, con voz suave—. Creo que necesito ir al hospital porque esto no puede seguir sucediendo.

¿Es común en ella desmayarse?

—Te desmayaste en el pasillo de la oficina. Supongo que tienes mucho estrés por algunas cosas y tu cuerpo te está pidiendo a gritos que descanses —respondo seco.

—No lo creo, pero mi cuerpo está loco... —dirige su vista hacia una ventana—. ¿Qué hora es? Jay quedó en venir por mí.

Otra vez ese nombre…

—¿Loco? Bueno, nuestro cuerpo jamás es normal si tiene exceso de trabajo —ella me ve y sonríe—. Es bastante tarde, supongo. ¿Pero quién es Jay?

—No creo que lo hayas visto anteriormente, pero es mi primo. La única persona que tengo aquí en Grecia —asiento y muerdo mi lengua para no decirle nada—. Él no suele llegar tarde a la academia porque le da miedo que me quede sola por el problema de mi pie —me mira con ojos cristalizados—. Supongo que debe haberse encontrado con alguna chica...

—¿Qué tiene tu pie? Y sí, si un hombre está desaparecido, lo más seguro es que siempre sea por culpa de una mujer —se ríe de lado ante mi respuesta

—Jay es muy responsable... algunas veces —suspira, ignorando mi pregunta—, pero no me deja sola desde que regresé a Grecia... debe ser que... —abre sus ojos con sorpresa, se levanta del sofá con rapidez logrando marearse, la agarro por sus brazos y me pongo de pie frente a ella—. ¿Será que Jay tuvo un accidente y por esa razón no viene a buscarme?

—Pero qué positiva amanecimos hoy. Tu primo no es un niño y estoy seguro de que sabe cuidarse bien —alzo una de mis manos para tomar su barbilla para que me vea—. Es un hombre, tiene necesidades... dale tiempo.

—Pero es que él nunca haría algo así —me mira seria—. De verdad que no me deja sola por nada del mundo. Nuestra seguridad es lo único que cuidamos el uno del otro.

—Es un hombre, Leah. No es un niño al que debes estar cuidando las 24 horas del día. Te lo digo con sinceridad, es probable que esté con alguien más y se le pasó el tiempo de venirte a buscar.

—Yo siempre se lo he dicho... que viva su vida y me deje hacer cargo de mis propias cosas, pero él se siente responsable de mi seguridad —quita mi mano de su cara y se vuelve a sentar en el sofá—. Por razones que no quiero recordar, siempre hemos sido, Jay y yo. Me ha cuidado desde mi accidente. Tengo dos años viviendo con él —sonríe con nostalgia—. Es muy protector porque debido a mi accidente, tenía que tener muchos cuidados. Así que dejarme sola para estar con una mujer sin antes avisarme, eso no es de Jay.

Frunzo el ceño.

—¿Viven como una pareja de novios? —la hago reír, cosa que me relaja un poco porque no quiero verla preocupada—. ¿En dónde está tu familia?

Aparta la mirada.

—Fui adoptada por la familia de Jay, pero no me trataron como hija después de ciertas cosas —frunzo el ceño sin entender—. Mis padres no me creyeron cuando tuve un encuentro con algo sobrenatural y por esa razón decidieron rechazarme. Tampoco apoyaban mi profesión como bailarina de ballet y decidí irme de casa en mi adolescencia.

El CEO Es Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora