Capítulo 26

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Ella era mi universo...

Ares.

Me sentía vivo, me sentía feliz de poder estar tomando los besos de la mujer que tanto había anhelado durante mucho tiempo. No tengo palabras para definir cómo me siento en estos momentos, pero la realización llegó a mí después de tanto verla sufrir.

Estaba simplemente que no cabía de la alegría y juro por la diosa Luna que Surt estaba completamente conectado a nosotros.

Sus labios transmitían todo lo que con palabras no se podía decir.

La tenía en mis brazos por fin, completamente mía. Mi amada luna estaba en mi regazo mientras nos besabamos y nos llenamos del amor que nos costó tanto admitir. Un amor que no tuvo los mejores inicios, pero tendrá un hermoso final.

No, nosotros no tendremos final.

—Leah... —susurraba en su boca, nuestra respiración era agitada y su lengua jugaba con la mía.

Surt estaba drogado con emoción y moría por salir para besar su marca. Tanto él como yo, deseábamos hacerla nuestra y reclamarla por todo su cuerpo. Quería dejar mis huellas en su ser y disfrutar de sus sabores hasta que fuera ilegal.

—No estamos para juegos y mucho menos para quedarnos con las ganas —dijo, con voz sexy, miro su rostro, ella estaba sonrojada y me pareció demasiado perfecta—. Somos adultos y podemos romper cualquier regla que se nos antoje.

Su piel de porcelana la hacía parecer tan frágil y débil, pero sus ojos brillantes como la luna y su piel erizada ante mi toque, la hacían verse como la mujer más hermosa del universo.

Era simplemente hermosa y no estoy hablando solo de su físico.

—Quiero atesorar cada momento que tengo contigo —beso su mejilla, alzo mi mano para tocar la punta de su nariz—. Siento que esto no es suficiente para estar contigo.

Besa la comisura de mi labio.

—¿En algún momento volveré a ver Surt? —pregunta, niego con la cabeza—. ¿Dije mal el nombre?

Sonrío.

—Quiero darte lo mejor de mí, para demostrarte que la vida es como el ballet. Cuando te rodeas con la gente correcta, logras tener la mejor de las presentaciones —la tomo por sus caderas y la recuesto en la cama—. Dijiste bien su nombre, pero por ahora estaré yo.

Empecé a acariciarla con mis manos. Le besé el cuello con delicadeza, saqué mi lengua y di pequeños lametazos mientras mis manos ya palpaban sus pequeños senos. Ella gemía y el olor a su excitación me estaba enloqueciendo, ya no podía parar de acariciarla.

Necesitaba de ella.

Al fin la reclamaría como debería y sería tan mía.

—¿Por qué eres tan hermosa, Luna? —muerdo mi labio mientras la voy olfateando—. Siento que tuve el mejor de los milagros, Leah.

Observé por primera vez su cuerpo sin tanta ropa y mi corazón no paraba de latir. Estaba feliz de tener a mi mate y podía sentir que en cualquier momento iba a llorar.

Toqué sus piernas, las acaricié y las besé con devoción, mis caricias le dieron a entender que debía separarlas y eso hizo.

—No tengo palabras para decir lo que siento en este momento —me acerqué y la besé, ella se sorprendió por unos instantes, pero me dejó probarla—. Tú emanas solo perfección ante mis ojos.

Ella gemía cada vez más, cuando daba pequeños lengüetazos. Me había hecho el mejor embrujo y esto sería para siempre.

Su aroma era nuestro calmante y droga a la vez.

El CEO Es Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora