Epílogo

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Dublín-Irlanda.

Reencuentro de manadas por el casamiento del Alfa de Dublín.

Siete meses después…

Ares.

Siete largos y tristes meses han pasado desde la desaparición de Leah y su primo. Siete eternos meses donde mi corazón añora y extraña cada día más a mi amada Luna. Siete meses en donde mis días pasan lentos y solo miro la puerta del lugar donde me encuentre, para ver si ella entra con su sonrisa encantadora a decirme algo o practicar en la academia.

Por más que busqué y contraté a los mejores investigadores en magia negra, no hay rastro de ellos, algún cambio o información. No hay cuerpo, no hay nada, es como si ellos nunca hubiesen estado en el limbo. Se encontraron los restos de las prendas de ropa que ellos usaron, pero es porque Mara estuvo buscando la manera de traerlos a la vida.

Al principio no pude recordar lo que había pasado ese día, pero poco a poco, las imágenes de su muerte, están presentes todas las noches antes de dormir.

Estoy tan mal, que tuve que ir al psicólogo, ella me explicó que el impacto fue tan grande que mi mente lo borró como un mecanismo de defensa. Sí, me estoy viendo con una psicóloga, es una mujer mayor, que me da la confianza de hablar sobre cualquier tema. Me está ayudando a sobrellevar las pérdidas que he tenido en mi vida y a cerrar mis heridas pasadas.

Cerré una herida grande que fue la de Amelia, pero la que me destroza día a día es la de Leah.

Daniels murió y yo he hecho destrozos en cualquier lado al que voy. Surt está completamente descontrolado y por las noches sale a respirar… lo dejo ser libre porque tampoco podemos dormir. 

Es demasiado doloroso ver a Leah morir todas las noches.

Estaba cansado de buscar y no encontrar nada. Luchaba por Valentina y la academia. La manada estaba en orden porque el primer mes, Mara, me dejó hecho una lista de obligaciones que Valentina me hacía cumplir. Con Mara las cosas se pusieron tensas por un tiempo, ella estaba dolida por lo que le hice y se fue de Grecia.

Si se quería ir, también era libre. Nunca le regresé las vacaciones que le suspendí, pero le extendí un permiso que solo ella le pondrá final.

No puedo culparla.

Hoy fue el matrimonio de uno de mis amigos alfa, su luna era una bruja y fue muy querida por todos en su manada y fuera de ella. Por más que mi dolor me comiera diariamente, no pasaría por debajo de la mesa el celebrar junto a ellos su amor.

—¿No te importa quedarte solo en la reserva, papi? —pregunta mi hija. Ella también se la está pasando mal, había perdido a su amiga y la persona que la estaba enseñando a cumplir su sueño.

Valentina estuvo dos meses en Rumania con Velkan y Ayla, ellos la cuidaron y la alejaron, para que no me viera siendo miserable.

—Cariño, estoy en la manada y tú estarás a dos cuadras de aquí. No es como si la casa se va a quedar sola. Todavía sigo estando yo, solo que todos están celebrando una boda —acaricio su cabecita.

Con lo sucedido con Leah, solo se dijo que se fue de vacaciones por la hermosa presentación que tuvo como la Bella Durmiente. Fue un total éxito y aún, siete meses después, sigue ganando fama y dinero. Por obvias razones, la presentación fue única, así que existen videos de todo y se venden muy bien.

He tenido que reclamar los derechos de autor y las agencias me dan una suma de dinero exagerada, para tener la presentación de Leah siempre en mis manos.

Yo estoy guardando ese dinero para dárselo cuando regrese.

Porque ella va a regresar…

—No quiero verte solo, papi. Prometo traerte pastel para que comamos mientras vemos Blancanieves —me agacho hasta quedar a su altura, para recibir su beso.

Ella era todo lo que me hacía levantarme día tras día.

—Es una promesa de pastel, ¿eh? Solo espero que si te duermas después de comer tanto dulce —se ríe—. No quiero que a las 3 de la mañana, me digas que tu sueño no llegó otra vez.

—Prometo dormir después de la película —hizo pucheros, pero la dejé ir.

Ella merecía sonreír más y disfrutar la vida sin ninguna tristeza.

***

Despedí a Valentina y como de costumbre me quedé viéndolos a todos disfrutar de la vida, el mundo seguía su ritmo y no tenía ánimos de detenerse solo por mí. Veo la puerta de la reserva por si quiere abrirse y hacer entrar a la persona que espero todos los días. La risa de todos era muy amena. La abuela de mi amigo me había dicho que todo estaría bien si tenía paciencia, pero no puedo…

—Soy la persona que menos tiene paciencia en la manada. No sabes como odio que la luna brille tanto esta noche —doy un suspiro, esperando que llueva para que arruine el ambiente—. Solo espero que hayas logrado ir con los dioses. No merecías quedarte en el limbo cuando eras una preciosa ángel —digo al cielo.

No todo es malo, solo que el dolor y la ausencia de Leah son demasiado grandes.

Escucho que alguien camina hacia mí, pero no le doy importancia porque estoy viendo como Valentina empieza a sonreír como antes. Nada malo me va a pasar aquí. Mi amigo es el alfa y no querrá tener un problema con un lobo miserable y dolido.

—¿Acaso los perros no reconocen los pasos de sus dueños? —mi corazón da un vuelco y empieza a latir rápidamente. Esa voz, cuántas ganas tenía de volver a escuchar esa voz—. Me llevó un poquito de tiempo regresar, pero aquí estoy.

Me giro como poseído y mis ojos se abren ante la mujer parada frente a mí. Agarro las barandas de las escaleras por temor a caerme.

Mi respiración se acelera y por más que lo quiera, esto debe ser un sueño.

El CEO Es Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora