Capítulo 33

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El Inframundo.

Varios días después.

Charlotte.

Soy amada, deseada y venerada tanto por hombres y mujeres por igual. Conozco el rechazo y de vez en cuando el amor, pero para ser sincera, hubo un tiempo en el que consideraba que no había nacido para nada de esto. 

Era muy divertido cuando jugaba con todos.

El amor maligno, es más puro que el amor sano. Prefiero el amor obsesivo y tóxico, en donde la maldad recorre la mente de las personas. De esa manera, podrán venir aquí y pagar sus malos actos. 

Tengo sentimientos… no, no los tengo. Mis sentimientos solo funcionan para Jay.

Era pupila del hombre más fuerte del universo. Aunque ahora sienta vergüenza de quien soy, pero eso también está bien. 

Todos quieren estar bien con él, pero soy la única que lo lleva al límite.

—El joven Jay sigue sin despertar —me informa un sirviente—. Su herida cada vez está peor, tal vez si usted nos permite...

—Yo no te voy a permitir nada y eso lo sabes bien —lo interrumpo en seco, sin darle la oportunidad de expresarse—. Cuídalo hasta que te dé la orden de que cierres todas las puertas y nadie tenga permitido entrar aquí.

—Entiendo, señorita Charlotte —hace una reverencia y antes de retirarse, vuelve a hablar—. Arriba sigue esperando la prima del joven Jay.

Suspiro.

—Información innecesaria…  —lo veo cerrar la puerta y apoyo mi cabeza en la silla—. Maldición, Daniels. Solo viniste a hacerle más daño a Ares y a su gente.

Me levanto y salgo de mi habitación para aparecer en la de Jay. Lleva dormido algunos días y no quiere despertar. He traído al médico de Aaron para que lo atienda y me diga exactamente qué es lo que tiene mi amado Jay. Le he prometido no hacerlo sufrir ni revivir el infierno que se merece, pero si veo que no se recupera, se lo entregaré a Cerbero para que juegue con su juguete.

Traje a Jay al Inframundo porque sé que aquí estará a salvo. Nadie puede entrar a menos que sea mi invitado por Aaron, y él no invita a nadie. Yo prefiero estar en mi región sin molestar a nadie, porque bien caro me salió el castigo de Aaron. Este es mi hogar, pero para muchos es el infierno y aquí son torturadas eternamente las almas de los pecadores. 

Aquí quien hizo mal, paga. Quién pecó, paga. Yo solo quiero que todos paguen por su estadía si vienen a este lado de mi casa.

Con Jay el asunto es diferente.

Sí, lo sé, al inicio de todo esto él ya estaba destinado para mí, pero llegó un perro con pulgas y me dañó mi eterna diversión. El problema ahora ni siquiera es porque yo lo quiera, el problema es que debo protegerlo porque el ser que más daño le puede causar a mi pobre amado, regresó.

Odio a Daniels, de la misma manera que todos…

—¿Podrás hacer algo por esa chica? —le pregunto al médico, obligándome a salir de mis pensamientos—. Intenta salvarlo…

—Está en el infierno, ¿crees que tiene salvación? Ilusa. Yo podré hacer algo contra el veneno que está corriendo por sus venas, pero ya está aquí y es muy probable que jamás se vaya —dice con burla, el doctor.

Dime algo que no sepa.

—Ni siquiera porque te permiten salir del valle de tu sufrimiento, por segunda vez, cambias de pensar —niego con cabeza—. El niño quiere salvar a su prima y si tú quieres ir al cielo, deberías intentar enmendar tus problemas.

El CEO Es Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora