Capítulo 17

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Academia de ballet...

Ares.

Me había dado por satisfecho esta tarde cuando decidí ir con Leah. Hacerle frente con todos mis sentimientos y hacerla aceptar lo que podía ofrecerle. ¿Cuánto tiempo puedes durar observando a una persona hasta ser catalogado como acosador? Estoy agradecido que esta vez ella siga estando en la academia y no me vea sumamente extraño en esta posición. Verla bailar por horas, se había convertido en mi nuevo pasatiempo desde hoy...

«Es tan hermosa y ágil, que duele verla de lejos», pensé, queriendo abrazarla.

No sé absolutamente nada de ballet, pero ella se ve muy profesional, sus pasos son enérgicos, sus vueltas sensuales y bastante elegante. Su aroma a flores me hacía dudar si ella sudaba... las flores inundaban todo el salón, su rostro concentrado, algunos mechones de su cabello los tenía pegado en la frente, de tanto bailar.

Joder, mi lobo y yo queremos reclamarla ahora mismo en el suelo de ese salón de ballet.

Es demasiado seductora ante mis ojos.

—Esa es la reacción de todas las personas que me ven bailar. Quedan impresionados con mis prácticas, pero todavía no entiendo como logro eso en la gente —su voz agitada, interrumpió mis pensamientos—. ¿Qué haces aquí? Las clases con Valentina no son hasta la noche y no teníamos mucho de qué hablar estos días.

Se acerca a un bolso violeta, para tomar una toalla y secarse el sudor.

—Valentina está muy emocionada por las clases y no recordé haberte agradecido el otro día por ser la profesora de mi hija —me mira con sospecha—. Y bueno, soy el dueño de la academia, así que tengo el derecho de visitar todos los salones de aquí.

—El sugar daddy de la academia más famosa de Grecia —nos reímos—. Queda una hora más o menos antes de que ella empiece sus prácticas. ¿Seguro que solo viniste a agradecerme?

Ella se pone una playera blanca cubriendo el traje que tenía abajo, después se sienta a desatar las zapatillas de ballet.

—Parecen bastante incómodas... —comento, haciéndola reír.

—Estas zapatillas son mucho más cómodas que las que tenía hace unos meses. Son Zapatillas de punta —termina de cambiarse, para ponerse unos zapatos deportivos—. Hay mucha variedad y depende de cada bailarina, pero la verdad, es difícil algunas veces para nosotras encontrar unas que no nos maten los pies… yo soy algo quisquillosa por mi problema.

—Estoy seguro de ello —es lo único qué logro decir, su aroma cada vez se hace más fuerte, al igual que su nerviosismo—. ¿Irás a algún lugar mientras esperas la clase con mi hija? Quieres ir a comer algo mientras pasa la hora. En la academia se han marchado la mayoría de los alumnos.

—Hay un lugar de comida japonesa a dos cuadras de aquí. Podemos ir a comer algo ligero antes de regresar a Valentina —asiento a su propuesta—. Siento que siempre que nos vemos pasa algo que después y lo olvido.

—Es la segunda vez que te invito a comer. Así que no creo que nos pase algo por tener una deliciosa comida —ella me lanza la toalla, para luego tapar su boca al darse cuenta de lo que había hecho.

Suelto una carcajada, ella con vergüenza termina de arreglarse, salimos al sitio que ella había comentado. Un bonito restaurante asiático. Leah era una mujer muy famosa y reconocida, pero era sencilla, al igual que su vestimenta. Yo tenía mi ropa de oficina, mientras ella estaba casual. Parecía que había salido de la universidad y por más que sudó en el salón, no se veía mal.

Su hermoso cabello estaba con un moño, pero ya no tenía los mechones sueltos y sus mejillas no estaban rojas.

—La gente te adora por ser simple —me mira mal—. Perdón, quiero decir que eres sencilla. Creía que al ser una estrella como la que eres, serías una persona desagradable.

El CEO Es Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora