Capítulo 21

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Días después...

Casa de la manada Diamond.

Ares.

Me sentía satisfecho, al darme cuenta de que Leah podía haberme creído por lo que le había confesado hace varios días. No me sentía mal o culpable porque por primera vez en todo este tiempo, los dos avanzamos un poco. No hubo preguntas, no hubo ningún tipo de escándalo por lo que le dije.

Simplemente fluyó… Obviando la parte de Charlotte, Aaron y Jay, todo fluye como un río cristalino.

Esperé por ella hasta que saliera de la clase con Valentina. Había prometido mantener todo bajo perfil, pero simplemente quiero que todos se den cuenta de que ella me pertenece. Por eso, al verla que salieron un poco más temprano de la academia de ballet, presumiría que se iría conmigo a otro lugar.

Quería llevarla a mi manada y después la llevaría a donde ella deseara.

—Tu casa es bastante… pequeña —dice con sarcasmo, señalando al jardín—. Supongo que es la casa matriz de todos ustedes…

Sonrío al verla tan tranquila, Valentina le da la mano con mucho cariño.

—Son contadas las personas que tienen permitido entrar aquí —seguimos caminando, Valentina a la derecha y yo a la izquierda—. Esto es parte de mi territorio y nadie entra sin el permiso del Alfa o en su defecto, Mara. Mi reserva es sagrada y no quiero que nadie la contamine con nada.

—No es una mala idea salir con un tipo con plata —admite—. Podría dejar de bailar para vivir siendo una feliz mantenida —se empieza a reír.

—Una ventaja de vivir tantos años y envejecer lento. Tengo gente que sabe hacer su trabajo y las buenas inversiones me han dado lo que soy hoy

—Papi, iré a mi habitación —la vocecita de cansancio de Valentina, me hacen enamorarme más de ella.

—Claro, Valen. Iré contigo más tarde —le doy un beso en su mejilla.

—Buenas noches —se despide de los dos y se va.

Leah la mira marcharse en la oscuridad.

—¿Hay algún problema con Valentina? —pregunto, haciéndola sobresaltar.

—Valentina quiere tener libertad, pero ella vive en un castillo siendo princesa —se gira a verme—. Eres un hombre de dinero y le das todo lo que cualquier niño de su edad desea, pero no le das la libertad de explorar.

Nos mantuvimos en silencio mientras nos adentramos más al fondo del jardín, que daba paso a la reserva y el sin fin de hectáreas que tenía aquí.

—Es mi única hija y quiero bajarle la luna si es posible —tomo su mano y la beso, la noche ya había caído y todo era iluminado por la luna—. Bienvenida a mi manada, Leah.

Le señalo el fondo del jardín, haciéndola sorprender. La luna brillaba al igual que sus ojos, eran únicos y especiales, se podría decir que era la vista más hermosa que pude tener en mucho tiempo con una mujer.

—¿Me trajiste aquí para acabar conmigo? —me mira asustada, no podía percibir miedo en el ambiente ni su mano estaba fría, solo podía observar el miedo en sus ojos—. Todavía soy joven y tengo una vida por delante. Tengo deudas por pagar y una presentación que quiero realizar. Quisiera tener hijos y casarme en unos años. Me gustas muchísimo y quiero descubrir que es tener un novio perro. He leído novelas, pero nada muy llamativo.

Sonrío nuevamente y le hago señas para que se siente en alguna de las piedras que había aquí. Frente a nosotros había un hermoso lago que recibía agua de una cascada que había en la casa de mi beta, la luna se reflejaba completamente en el agua del lago, a su alrededor había piedras pequeñas muy bien ordenadas, el césped muy bien cuidado y perfectamente podado.

El CEO Es Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora