capítulo 21*

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Estoy besando a Davo

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Estoy besando a Davo.

Nos estamos besando en una nube de color celeste y rosa mientras pajaritos cantan a nuestro alrededor una armoniosa melodía. Todo es calma. Estoy atrapado en sus brazos y me siento seguro.

Pero, de repente, un trueno hace que nos separemos.

Cosas filosas empiezan a ser lanzadas hacia la nube en la que estamos. Lanzas. No cesan, no paran; y los gritos enojados tampoco lo hacen. Algunos gritan barbaridades y otros dicen palabras que no me atrevo a repetir. Otras personas, prenden fuego sus lanzas, tratando de hacernos más daño.

Intento buscar confort en la mirada de Davo, pero no veo nada en sus ojos.

No hay emociones, no hay amor, no hay... No hay vida.

—¡Davo! —grito a la vez que lo veo caer de espalda a la nube, pero es muy tarde. Ya no puedo salvarlo.

Él murió por mi culpa.

Acuno su cuerpo, con la lanza aún clavada en su pecho, contra el mío y lloro en silencio. Ya no me importa que me vean llorar, no me importa demostrar vulnerabilidad, solo lloro. Por él, por mí, por nosotros.

🌎

—Lo siento, Davo —sollozo—. Esto es mi culpa. Todo es mi culpa. Lo lamento.

—¡¿Amir?! Amir, despierta.

Alguien me sacude el hombro y abro de inmediato los ojos. No noto que estoy llorando hasta que unos labios besan las lágrimas delicadamente a medida que caen por mis mejillas.

Sigo exaltado, pero no tanto para notar que eso solo fue un sueño. Nada más.

Davo sigue vivo.

Ambos lo estamos.

—¿Estás bien, cariño? —me pregunta el rubio una vez que logro calmar mis respiraciones.

—Lo estoy. Yo solo...

No puedo seguir hablando. Un nudo se vuelve a formar en mi garganta al recordar el sueño, o mejor dicho pesadilla, que acabo de tener. Davo pasa una de sus manos por mi cabello en una caricia que logra devolverme a la realidad.

—Tuviste una pesadilla —dice con tono comprensivo.

Asiento.

Mi cabeza sigue apoyada contra su pecho, y no tengo intenciones de moverla.

—Tranquilo —susurra en mi oreja—. Estoy aquí. Estoy bien. —Suelta un suspiro—. Estaremos bien, Amir.

Luego de unos minutos, cuando casi estoy por dormirme por segunda vez, vuelve a hablar:

—Algún día estaremos bien. Lo prometo.

Y con esas palabras, con esa promesa, me duermo en sus brazos, en donde me siento seguro.

Hasta que nos volvamos a encontrar [#3.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora