capítulo 5

23 7 31
                                    

Un año y tres meses después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un año y tres meses después

—Guarda silencio —le digo en un susurro—. No deben escucharnos, ¿lo olvidas? Si llegasen a encontrarnos, estaremos...

—En la horca —me interrumpe. El cansancio es notable en su voz, pero no hay nada que podamos hacer para cambiar el hecho de que lo que estamos haciendo no está bien; al menos aquí no lo está, para este pueblo no está bien, para nuestros padres no está bien... Solo está bien para nosotros—. Lo sé, Davo. No tienes que recordármelo.

—Amir —llamo nuevamente su atención—. Sé que es una situación agotadora, el tener que ocultarnos, pero no hay nada que podamos hacer. Así son las cosas aquí. No podemos cambiar la historia. No podemos cambiar la mente de las personas.

—Nunca me agradó la historia... ni las personas. Aunque tú eres una hermosa excepción. —Hace una pausa en la que se sienta con cuidado en mi cama. Se supone que había venido para que estudiamos algunos temas de una asignatura que jamás entenderé, a pesar que mi padre espera que lo ayude con la empresa: economía... Sin embargo, aquí estamos, besándonos como si el mundo fuese a terminar mañana—. Ya es demasiado duro para mí y mi familia caminar por estas calles sin ser juzgados. Sé las atrocidades que esto causaría en este pueblo. Pero... Ya estoy cansado, Davo.

El dolor cruza su mirada y daría todo lo que tengo, y más, para eliminarla. Pero no puedo dar lo que soy, porque eso sería nuestra ruina.

No merecemos esto.

No merecemos estar encerrados.

Estoy por decirle algo, cuando unos golpes en la puerta de mi habitación hacen que nos exaltemos. Enseguida recogemos los papeles que quedaron en el suelo cuando Amir se subió encima mío para besarnos, y actuamos con normalidad cuando mi padre entra a la habitación.

—El sol está por ponerse, muchachos. —Dirige su mirada aguda hasta Amir—. Ya debes marcharte, joven Rood. —Vuelve sus ojos hasta los míos y siento que puede ver todas las mentiras que le estoy escondiendo—. Y tú debes ayudar a tu madre con lo que te ordene.

Ambos asentimos, sin ser capaces de negarle algo a mi padre. Hay algo en el tono de su voz que te obliga a acatar sus órdenes. Así que eso hacemos, pero no pasa ni siquiera un segundo antes de que él vuelva a hablar.

—Amir —llama la atención del chico de piel oscura que robó mi corazón con su encanto, sueños e ideas. Y también con su belleza, seamos honestos—. Infórmale a tus padres que estaríamos encantados de invitarlos a cenar el sábado por la noche; que son bienvenidos.

Le responde a mi padre que les informará de su invitación; le agradece y luego de eso, se marcha. Aunque, antes de hacerlo, me da una última mirada. Es una mirada cargada de deseo, cansancio, dolor y cariño.

Si pudiera, sentiría todo su dolor para que él no tenga que hacerlo.

Una vez que quedamos solos mi padre y yo, él se acerca hasta mi cama y se sienta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una vez que quedamos solos mi padre y yo, él se acerca hasta mi cama y se sienta. Sé que ahora va a decir algo acerca de Gemmalyn Rood. O Gemma, como prefiere que le digan. Estoy a punto de inventar alguna excusa —que madre me necesita, o algo así— para poder escabullirme de esta conversación, mas no me deja.

—Quiero que en la cena hagas algún avance. Ya casi tienes dieciocho años, David. No puedes tardar tanto para casarte con ella, o para pedirle la mano.

—Ni siquiera somos una pareja, padre. Además...

—No te atrevas a decir algo sobre los sentimientos. No quiero escucharlo y lo sabes, muchacho —dice con voz firme, pero eso no evita que quiera replicar. Él parece notarlo, por lo que habla mientras se levanta, haciéndome sentir más pequeño de lo que soy—. Ya te lo he dicho, David. No son importantes. Debes casarte con Gemmalyn porque, de esa manera, podremos formar una alianza con su familia. Es tu deber como parte de esta familia. ¿Lo comprendes?

Eso es todo lo que importa, ¿o no?

El dinero. Las conexiones. El deber. El poder.

—Lo comprendo, padre.

—Bien. Ahora, ve a ayudar a tu madre. Es una orden.

—Sí, señor.

Hasta que nos volvamos a encontrar [#3.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora