—Por favor, Davo —ruego, aún con la cara enterrada en su pecho—. Escápate conmigo. Escapemos esta noche, todavía podemos hacerlo.
—Sabes que eso no es verdad, Amir. —Su voz está casi tan rota como la mía—. Ya no podemos hacer nada.
Es como si se estuviera convenciendo a sí mismo de ello.
—¿Por qué nos tiene que pasar esto?
Su respuesta es agarrar mi cabeza en sus manos y guiar nuestras bocas para que se conecten por lo que parece ser la última vez. Es un beso lento y suave que sabe a despedida; por eso, me aferro con fuerzas a él. Si llega a ser el último, quiero que sea el más significativo.
Una vez que nos separamos, puedo ver lágrimas rodando por sus mejillas. Ambos lloramos mientras nos sostenemos y deseamos que pudiésemos cambiarlo todo.
—Te dije que nunca me gustaron las personas —digo y una débil risa se escapa de los labios que tanto adoro besar.
—Quiero darte algo.
No respondo, pero él se mueve, dejándome sintiendo frío. Va hasta su mesa de noche y agarra un pequeño paquete que hace ruido. Luego, se acerca lentamente y me tiende lo que tiene en la mano.
—¿Qué es esto, Davo?
—Son semillas. —En cuanto dice eso levanto la mirada para conectarla con el océano que reflejan sus ojos—. Son de rosas violetas.
Estoy por preguntarle por qué me está dando rosas violetas, cuando un ruido llama nuestra atención.
Davo me apura a salir por la ventana.
Estoy a punto de salir, pero él me interrumpe. Agarra suavemente mi brazo y me gira para besarme rápidamente una vez más. Sus ojos desbordan dolor, y no tengo duda que los míos también lo hacen.
—Mantenlas vivas hasta que nos volvamos a encontrar. —Sonríe tristemente—. ¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Y con esa última promesa, dejo atrás al amor de mi vida; al chico que le dio un nuevo significado al mundo.
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Hasta que nos volvamos a encontrar [#3.5]
Historia Corta"Al final, las almas gemelas se encuentran porque tienen el mismo escondite" ~Robert Brault