capítulo 25*

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Llegó el día

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Llegó el día.

Mi humor no es el mejor, y mi madre ya me ha reprendido por ello, pero no puedo evitarlo.

¿Cómo esperan que me sienta si la persona que fue hecha para mí se va a casar con mi hermana en apenas unos minutos? ¿Cómo esperan que me sienta si verlo parado en el altar, sabiendo que no seré yo quien suba para decir "Sí, acepto", me está rompiendo el alma el trillones de pedazos? ¿Cómo esperan que me sienta si la familia de Davo está por arruinar mi mundo, de la misma manera que va a arruinar el mundo en el que vivimos?

El traje empieza a asfixiarme.

El mundo comienza a drenarse de colores.

En cuanto todos se paran y mi hermana aparece al otro lado del pasillo usando un vestido blanco, las lágrimas comienzan a picar mis ojos. Pero no estoy llorando por el mismo motivo por el que lo están haciendo nuestras familias.

Lloro por lo que este momento significa.

Lloro por lo que está por pasar.

Lloro por nuestro amor.

Lloro por nosotros.

Lloro por Davo.

Me atrevo a lanzarle una mirada y noto que él también está llorando mientras me mira a mí. No la está mirando.

Veo como sus labios se mueven diciendo te amo.

¿Por qué su primer "te amo" tiene que ser bajo estas circunstancias?

Gesticulo un también te amo antes de que mi hermana llegue al altar.

Los primeros minutos de la boda se pasan en un borrón, y, antes de darme cuenta, llega el momento en el que el cura dice "Si alguien tiene alguna objeción que hable ahora o calle para siempre".

No lo hagas, Amir me dice mi conciencia, pero no le hago caso.

Luego de que el cura diga eso, me levanto lentamente. Sin embargo, el temor que siento no se compara con el dolor que he estado sintiendo desde que me enteré que los iban a casar. Por eso lo hago; porque ya no quiero que duela.

Todos en la sala me miran confundidos. Mis padres parecen estar retándome con la mirada a hacerlo.

Y voy a hacerlo.

—Yo me opongo —digo débilmente. Mi cuerpo está temblando al igual que mi voz, pero no puedo volver a sentarme ahora. Esta es mi última oportunidad de pelear por nosotros—. No pueden casarse.

—¿Y por qué no, Amir? —La voz imponente y dura de mi padre hace que todo lo que planeaba decir se esfume de mi cabeza.

—Porque... —Miro a Davo y veo que niega tristemente con la cabeza—, y-yo...

Respiro hondo.

—Porque lo amo.

Suspiros de sorpresa llenan el silencio que se había formado.

Davo me mira con los ojos más abiertos de lo normal. Gemmalyn tiene la boca abierta, sin poder creer lo que acabo de decir. Todos me miran con horror, y algunos también con odio. Los padres de Davo me observan como si fuese una plaga. Mi madre se aleja de mí por la sorpresa, y mi propio padre se levanta y me abofetea en medio de la iglesia.

Esta vez el único suspiro de sorpresa que se escucha es el de Davo.

Veo que quiere acercarse, pero no lo hace. Joeseff y Margaret, su madre, lo miran amenazantemente. Su mirada es brillosa y puedo notar el deseo de escapar y las ganas de llorar en sus ojos azules. Sus orbes jamás se habían asemejado de esta manera al océano.

—¡Vete! —grita mi padre, sacándome de la pequeña burbuja en la que nos habíamos envuelto Davo y yo—. Vete y no regreses jamás. Recoge tus cosas y márchate de mi casa. Cuando regresemos, luego de la boda, no quiero que quede un rastro tuyo. No me importa a dónde te vayas, pero te quiero lejos de mi familia.

Antes de irme, miro a Davo, quien gesticula con la boca un "estuve encantado de conocerte".

Luego, me marcho de ese lugar para nunca más volver.

Hasta que nos volvamos a encontrar [#3.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora