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Era hora de almorzar y la consejera aún no aparecía. Jennie tuvo que posponer las enseñanzas a Lisa para el día siguiente y esperar. Mientras los sirvientes colocaban cada plato y bandeja sobre la gran mesa, la mirada de Jennie estaba en la pelinegra, sus expresiones dejaban en evidente su molestia, aquello estaba siendo incómodo hasta para los soldados que se encontraban a un extremo del gran salón.

_Me...gustaría disculparme - pronunció la princesa - mi actitud no estuvo bien - Lisa no le respondió, simplemente comía sin ánimos y la ignoraba - lamento...haber hundido su cara en lodo, no sé qué me pasó.

Pan miraba expectante a ambas, se mantenía al lado de la mano izquierda de Lisa sobre la mesa, esperando que la pelinegra responda. Al ver que no lo hacía, movió su mano con una de sus patas. Lisa lo observó y Pan señaló con la mirada a Jennie, haciéndole ver lo arrepentida que se veía. La pelinegra cerró los ojos y suspiró, era la princesa después de todo, debía responder.

_No se preocupe, princesa. Es un honor ser golpeada por usted - Pan se golpeó la frente.

_Por favor, evite mencionar aquella descripción, me hace sentir...mucha vergüenza - bajó la mirada, avergonzada.

_¿Puedo retirarme, princesa?

El salón se llenó de un silencio incómodo. Jennie bebió de su copa, tratando de evitar las miradas no tan disimulados de sus soldados. La castaña dejó la copa y carraspeó levemente.

_No tienes porqué pedirme permiso. Tienes la libertad de hacer lo que desees, ese es nuestro trato.

_Con su permiso - se puso de pie - iré a dar un paseo en el pueblo. Vámonos Pan - estiró su brazo para que suba, pero Pan estaba indeciso, miraba a Jennie una y otra vez - Pan

_Déjalo comer - pidió la princesa - yo puedo cuidar de él mientras vas al pueblo.

_No creo que usted- sus palabras se detuvieron al ver como Pan corría sobre la mesa y trepaba al brazo de Jennie. La castaña lo recibía con una sonrisa cuando se colocó sobre su hombro - que traidor...- murmuró Lisa entre dientes.

***

Rosé seguía esperando a que Jisoo despertara, que estuviera tanto tiempo inconsciente comenzaba a asustarla. Pasó nuevamente el paño húmedo por la pequeña herida de su frente y quitó los mechones de su cara.

Observó al rededor, todo era de madera y adobe. Tuvo que cargar a la vendedora hasta dentro de la tienda, al parecer ese era su habitación. Todo se veía viejo y descuidado, aunque no podía negarlo, estaba bastante limpio a comparación de la tienda, eso le gustaba.

_La princesa se va a enojar conmigo - suspiró.

_¿Hay alguien? - se escuchó desde fuera.

Rosé se paró indecisa, observó a Jisoo que seguía inconsciente y no sabiendo exactamente qué hacer, bufó y salió a la tienda.

_Disculpe pero no est-

_¡Tienda Kim, de la familia Kim, de Jisoo Kim! - Rosé se sobresaltó al escuchar a la pelinegra a su lado. Jisoo estaba allí, sonriendo.

_Usted...¿No estaba desmayada? - preguntó incrédula.

_¿Qué? - la miró con duda - ¡Ah, no! Estaba durmiendo - río levemente - ¿Por qué?

_Disculpe, quiero una rata - pidió el joven.

_¡Claro que sí, guapo! ¡Tenemos gorditas, flaquitas, altas y chiquitas! - los fue mostrando - ¡Compre dos y le regalamos a esta panzona! - mostró a un más pequeña.

La Princesa y...¿Lisa? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora