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—Papá ¿por qué no debemos confiar en los humanos? —Binghe preguntó inocentemente. Su madre los escuchó desde el otro lado de la casa y llegó corriendo a escuchar la respuesta.

—Eeeh ¿yo cuándo dije eso? —respondió Tianlang Jun. Pequeño demonio.

—Siempre me lo dices, papá, me lo dijiste ayer, esta mañana, cuando me convenciste de no ir a esa escuela para humanos comunes, anoche mientras me contabas el cuento del humano y el demonio con la moraleja de que ellos (los humanos) son tontos y huelen mal y no hay ninguno de ellos que valgan la pena.

—¡Tianlang Jun! —gritó Su XiYan —¡Me prometiste que lo criariamos respetando ambas culturas! 

—Pero, querida, yo no...

Binghe vio que su madre echaba fuego por los ojos, y agregó:

—Eso no es nada, mamá, dijo que cuando te conoció estabas bien buenota pero luego vio a las flores de Xian Shu. No pudo hacer nada porque se casó contigo porque me estabas esperando a mí. Lo siento por arruinar tu vida, papá.

—Pero, hijo ¿por qué estás diciendo estas cosas?

—Es que yo te respeto, papá, ahora los dejare solos para que me den un hermanito.

...........

—Binghe... —la voz se oyó lejos así que estaba cerca.

—Ah, Zhuzhi ¿qué pasó? ¿ya cambiaste de piel?

—Si, el tío está en problemas.

—No, no está.

—Si, está... y tú también.

—No, primo, no lo hagas.

—Sabes que mentir es malo. Puedes ser un demonio bueno. Si quieres ser un demonio malo... 

—No me lleves ahí.

Zhuzhi Lang se enroscó sobre sí mismo.

—El abismo...

-¡Ah!

—No grites.

—Le digo a mi mamá.

—Tu mamá sabe que yo soy un sol y jamás haría algo así.

—Pero sí eres un sol...

—Gracias.

—¿Me vas a llevar en tu lomo mientras te arrastras por el suelo?

—Bueno.

—Gracias ¿también podemos comprar caramelos de arroz?

—Bueno.

—Gracias. Ya llévame ¿no?

Zhuzhi suspiró, agotado. Binghe volvió a salirse con la suya.

Las aventuras de Binghe, el demonio infanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora