III

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Los niños no estaban en sus cabales. Zhuzhi Lang sabía que no era bueno dejarlos solos pero tenía cosas que hacer. Además sabía de buena fuente que Sha Hualing estaba en un campamento para criminales infantiles. Probablemente no hicieran cosas tan malas hasta que ella volviera con ideas frescas, así que los dejó luego de hacerles prometer que no entrarían en Cang Qiong.

Ellos prometieron solemnemente que no entrarían en Cang Qiong y eso fue suficiente para Zhuzhi.

—Quédate quieto, MoBei —la voz de Binghe era un poco aguda aún, la de MoBei ya se había profundizado un poco. Eso no significaba que tuviera más poder sobre el otro. El demonio celestial siempre sería el jefe de todas las misiones.

—¿Por qué me atas? Dijiste que emboscariamos a esos humanos fuera de Cang Qiong.

Binghe pareció ofendido.

—Tiene que parecer que fuiste asaltado sino sospecharán. Esconde tu marca. 

A MoBei no le pareció buena idea.

—¡Zhuzhi!

—El no te escucha, está durmiendo la siesta. Ahora cuando vengan esos humanos, llora para que sientan lástima así yo los asalto.

—Yo no lloro ¡no me pises! 

—Muy bien, MoBei, llora más fuerte para que sientan más lástima.

Y lo volvió a pisar.

...........

Un humano que no era la gran cosa, apareció delante suyo. Él no se sorprendió cuando los vio pero actuó sorprendido para no levantar sospechas.

—¡Niño, niño! ¿Qué te pasó? ¿por qué estás atado?

MoBei sintió un vuelco en el corazón. Siempre supo que los humanos eran feos pero no estaba preparado para esta visión.

—¡Sueltame, humano de porquería! ¡Estás muerto! ¡voy a llamar a mi papá!

—¿Y quien es él?

—¡MoBei Jun, rey del Desierto del Norte!

Ah, el hijo del rey. El humano pensó que podía sacar provecho de esto.

—Llámalo, quiero ver.

—¡Papáaaaaaaaaaa!

......

MoBei Jun padre era albino, parecía un tanque de guerra dispuesto a ametrallar a cualquiera que se le pusiera enfrente pero era conciliador.

—Hijo...

—Papá, este humano me ató y me está atacando ¡haz algo!

El humano se acomodó el cinturón, sacó una pluma y su agenda.

—¿Usted es el padre del niño?

—Sí soy.

—¿Usted sabe donde estamos?

—Sí sé.

—¿Usted pagó el peaje el último año?

—No, yo no lo hice.

—¿Usted ya pidió una exención para hacer el pago?

—No, no lo hice.

—¿Usted ya pidió un plan de pagos con un agente de An Ding?

—No, yo no...

—¿Por qué no?

—No vivimos aquí, yo...

—¿Usted se declaró como turista? Muestreme el pasaporte ¿ya  pagó el arancel correspondiente?

—No, yo no sabía...

—La ignorancia no es excusa, señor MoBei Jun, ha cometido muchas faltas comerciales para con la secta Can Qiong. Como lider de Pico An Ding tengo que labrarle múltiples multas y elevar un pedido de oficio a mi shixiong. 

El humano siguió anotando infracciones en su libreta como si no hubiera un mañana.

—Pero solo vine por mi hijo...

Ah, el crío, por supuesto.

—También tendrá que hablar con mi shixiong para recuperarlo. Su hijo ahora quedará bajo tutela de Cang Qiong ¡Niño, ven aquí!

—Pero papá...

—Hijo, ve con el señor mientras yo voy a hablar con el líder de Cang Qiong ¿cómo se llama usted, perdón, de An Ding qué?

—Shang Qinghua, señor, para usted soy Excelentísimo Señor Lider de Pico. Y que no se le olvide.

Las aventuras de Binghe, el demonio infanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora