VIII

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El padre de MoBei era un señor albino muy ocupado. Tenía los dientes más filosos que los de Tianlang pero sus ojos eran amables. MoBei junior le había hablado mucho de su amigo pero él nunca lo había escuchado así que no sabía en lo que se iba a meter.

-Si quieres a alguien para ti, golpealo una vez al día para demostrarle quien manda.

-Usted sí que sabe, señor MoBei Jun.

........

Binghe regresó a la casa demasiado pronto. Zhuzhi todavía estaba enfunfurruñado en el sofá cuando lo vio.

-Zuzhi, el padre de MoBei jr me dijo que golpeara a Shen Qingqiu.

Ah, carajo ¿y eso por qué?

-Crei que los humanos habían hecho las paces con los demonios de hielo, esto es grave -siseó Zhuzhi, levantándose y mirando para todas partes pensando qué hacer primero.

-¿Qué hago? Yo quiero ayudar -rogó Binghe. Zhuzhi aprobó el primer signo de madurez de su primo.

-Avisale a Shen Qingqiu, yo le diré al tío que se mantenga en guardia por si los reinos entran en guerra otra vez.

Zhuzhi Lang salió veloz por la ventana pensando en Liu Qingge ¿debería avisarle a él también? ¿debería? ¿cómo se desempeñaría el humano luchando cuerpo a cuerpo con los demonios de hielo? Zhuzhi podría ayudarlo a esquivar carambanos y poner trampas para destrozar las pantorrillas de los soldados del Sur y dejar caer aros de fuego y magma sobre su ejército. Quizá Liu Qingge se admirara de su lealtad, quizá Liu Qingge quisiera llevárselo a Bai Zhan. Así el dios de la Guerra no necesitaría pensar en Su XiYan si pudiera demostrarle su propia valía.

Zhuzhi encontró que sus pasos lo estaban llevando equivocadamente a Bai Zhan en lugar del cuarto contiguo donde dormía su tío pero no regresó pronto. Sabía que era primavera en Cang Qiong, podía sentirlo. Él no quería volver.

......

Binghe no había perdido el tiempo. Después de que Zhuzhi le diera permiso para ir a ver a Shen Qingqiu, se vistió con sus mejores galas y su sombrerito demoníaco de bautizo y luego de lustrar sus zapatos nuevos, levantó su cuchillo tumbero y gritó:

-¡Voy por ti, Shen!

Ah, sería una buena historia para contarle a sus hijos.

..........

-Hola, Shen Qingqiu, ahora que te vi el sol salió por fin.

Shen Qingqiu estaba afinando las cuerdas de su guqin cuando vio venir al niño todo expectante hacia él. Estaba bien, todos los niños que conocían se impresionaban y caían rendidos al verlo. Él se vio tan inalcanzable como un venerable inmortal pero si supieran que un trago de licor Hefeng lo hacía comportarse como un payaso su fandom se reduciría tres cuartas partes sin remedio.

Todos querían aprender música con él, tenía ese efecto en los infantes pero luego de tres clases de "lleva más alto ese instrumento y coloca tus dedos en esta posición imposible para sacar una nota de coherencia, por favor", se rendían inexorablemente. Este Binghe primo de Zhuzhi Lang no iba a ser diferente de otros.

-De acuerdo...

-¿Sabías que existen las flores de rocío de jade? Son muy raras y no les gusta que las toquen. Cuando alguien se acerca lanzan púas venenosas y abren sus pétalos para mostrar lo hermosas e inalcanzables que son. Tú eres como esas flores, Shen Qingqiu.

Ah, niño prematuro ¿dónde está el psicólogo de la secta cuando lo necesitan?

-Eres como el sol cuando quema a los mortales que no usan protector, no hay coraza que te resista. Si existiera yo no la querría, preferiría morir con gozo que vivir sin tu calor.

No pudo responder adecuadamente ese avance pero un poco le grabó a sí mismo cuando era niño y sonrió. La maldad a la orden del día.

Por supuesto, Binghe pensó que sus palabras habían surtido el efecto esperado.

-Sonreiste, ven a mi casa a tomar té. Yo te defenderé de MoBei Jun padre. Nadie más tocará tus pétalos, mi flor de jade.

-¿Quién va a tocarme qué? ¿de qué estás hablando?

-De ti, de nosotros. Préstame atención, estoy tratando de ser amable aquí.

¡Suficiente! El guqin ya estaba afinado y esas serpientes no se iban a morir solas.

-Niño, eres muy extraño, estoy cazando anguilas, sal de aquí.

-Yo quiero ayudarte. No soy muy fuerte pero el poder del amor es más fuerte que todo.

¿Qué poder de qué amor? ¿de qué diablos estaba hablando este crío? Si era primo de Zhuzhi Lang, ¿por qué no era un asceta como él? Si iba a estar mirando cómo cazaba, al menos que dejara de molestar. Shen Qingqiu lo aplastó entre dos rocas y Su Binghe Jun se quedó muy feliz porque el acto violento hacia él significó en términos de cortejo demoníaco que Shen Qingqiu aceptaba involucrarse algún día con él.

........

-¿Su XiYan?

Ah, ahora todo tenía sentido. Con que esta era la madre del niño.

-¡Shen Qingqiu! ¿Qué haces aquí?

-Vine a traerte a tu hijo, se cayó al río Luo después de escaparse de las piedras donde lo enterré y casi lo destazan las anguilas monstruos de comillo dorado.

Binghe saltó en una pata alrededor de la mesa haciendo volcar las sillas.

-Mamá ¿puede Shen Qingqiu quedarse a tomar el té? Él no le dirá a nadie que te casaste con un demonio celestial y que por él dejaste al viejo de Huan Hua aunque haya una recompensa por tu cabeza.

Su Xiyan le dio un codazo a las costillas para que se callara.

-Shen-shixiong ¿por qué no te sientas? Binghe te servirá té. Es muy servicial, los demonios celestiales no son lo que parecen.

-Mamá, tus modales. Sírvele el té tú, yo me quedaré a hacerle compañía en lo que te tardas ¡pero rápido que la visita espera!

Las aventuras de Binghe, el demonio infanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora