La alarma que programé la noche anterior estalló a mi lado. El molesto pitido de mi teléfono me despierta, haciéndome fruncir el ceño al artefacto. Desactivo la alarma, antes de que me estalle el cerebro.
Necesito dormir más.
Sabes que él se molestará si no bajas ahora.
Lo sé.
¿Te das cuenta de que estás hablando contigo mismo?
También lo sé.
Pongo los pies sobre la alfombra mullida de mi habitación. Me dirijo al armario, arrastrando los pies cansados por el lugar. Saco la primera camiseta que aparece delante de mí, que resulta ser de color negro, y me la pongo pasándola sobre mi cabeza.
Caminé hacia la mesita de noche, para recoger mi teléfono. Miro la hora antes de salir de mi habitación. Mis ojos pasan sobre la fecha, situada bajo la hora. El verano casi termina y tendré que volver a estudiar. Me pregunto si mi padre contratará a algún tutor nuevo o mantendrá a los mismos de siempre.
Salí de mi habitación y recorrí el pasillo lo más rápido que puede, bajar las escaleras resulta tedioso y en la planta baja no se escucha ni un ruido.
Cuando por fin llegué al comedor las puertas dobles están cerradas frente a mí, justo como a él le gusta.
Respiré profundo antes de tomar la manilla de la puerta y entrar en el comedor.Mi padre está sentado al final de la enorme mesa. Observa mi recorrido por encima de la montura de sus lentes, atento a mis pasos, esperando a que falle en algo, lo que sea, para poder echármelo en cara más tarde.
Mi padre está de viaje la mayor parte del tiempo. Solo regresa a casa para mi cumpleaños, cuando lo recuerda a tiempo, o para cerrar algún contrato. El resto del tiempo, soy huérfano tanto de padre como de madre. Ella se marchó de casa cuando yo era pequeño. Ni siquiera merece ser llamada mamá. Me abandonó aquí, dejándome con papá, para largarse al otro lado del mundo con su nuevo esposo.
Mi padre dejó el libro que llevaba en las manos a un lado de la mesa y le pidió a Julie, el ama de llaves de la mansión, que traiga el desayuno. Ella sale del comedor a toda velocidad y en completo silencio.
Papá puso las manos sobre la mesa y dejó frente a mí lo que parece ser el folleto de una universidad, o algo parecido.
— ¿Qué es? — pregunto, dándole un vistazo fugaz a la foto de la portada.
— Es un internado. — Comienza, dejando que Julie ponga frente a él un plato con comida — El St. Marry. Seguro has oído hablar de él.
No, no tengo ni puta idea de que es ese lugar. Pero debo de limitarme delante de mi padre.
— No — negué con la cabeza — nunca había oído hablar de él.
Él sonríe de lado, malévolamente, y tengo la impresión de que está planeando algo. Algo que estoy seguro que no me gustará.
— Quiero que vayas. Estudies. Te gradúes. Y vengas a trabajar conmigo — sentencia, con voz firme.
Este hombre tiene mi futuro planeado.
Apreté los labios.
— ¿Por qué lo haría?
— ¿No me has escuchado, Dylan? — mi padre llevó un bocado de comida a su boca y supe que no era una pregunta — Quiero que vallas.
— Lo pensaré — dije, finalizando la conversación y dando paso a otro desayuno en completo silencio.
Volví a mirar la foto del internado, esta vez de reojo. ¿Qué tan malo podría ser?
Estaba claro que sería mejor que quedarme en casa, solo, hasta que mi cumpleaños llegase nuevamente. No creo tener opción. Él ya lo decidió por mí. Al menos, no estaré solo otro año.
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Solo tú y yo [FINALIZADA]
Teen FictionEn un internado, en las afueras de Madrid, Dylan Holland comienza los estudios de una carrera que no le gusta. Lucía Derricks quiere olvidarse del pasado oscuro que la asecha y concentrarse en sus estudios es lo único que puede hacer. Así es como...