Capítulo 12

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— Todo está bien, señor Holland. Solo debo terminar de saturar la herida y podrá irse — la voz de la enfermera se hizo presente en el salón.

Estaba acostado en una camilla de la enfermería. La herida había sido más profunda de lo que creíamos por lo que no dejaba de sangrar y la enfermera tuvo que saturarla. Tenía la pierna herida totalmente extendida mientras la enfermera cerraba la herida. Por suerte la anestesia me había dormido la pierna y no sentía nada. Lucía lo sabía y aun así me preguntaba si me dolía cada vez que la enfermera clavaba la aguja.

Ella me había obligado a venir ya que por mi cuenta no lo hubiera hecho. Lucía tenía un aire de preocupación en el rostro y no soltaba mi mano desde que pasamos por la puerta. Las manos me sudan desde pequeño, pero a ella no parecía importarle.

— Oye, Lucía — dije y ella apartó la vista de mi pierna — Tengo hambre... — confesé desde el fondo de mi corazón.

— ¿Quieres que busque algo en el comedor?

Música para mis oídos, hasta ahora solo escuchaba el rugido de mi estómago suplicando comida.

— Por favor. Pero antes come algo tú — solté y la verdad no sé por qué dije eso.

— Listo — dijo la enfermera en voz alta — Eres muy fuerte — se dirigió a mí con una sonrisa, dio unas palmaditas en mi hombro y se fue hacia otra habitación.

La enfermera era una mujer joven, me superaría por unos cuatro años. Tenía el cabello rubio recogido en una coleta que caía sobre su hombro. Sus ojos eran grises, como el cielo nublado, y su piel estaba ligeramente bronceada, de seguro había estado en la playa hoy en la mañana con el resto de profesores. No había dicho su nombre pero otra de las enfermeras, mucho mayor y con cara de mala leche, la había llamado Lizzy.
Me quedé solo con Lucía cuando ella se fue, me limité a mirar las grapas de mi rodilla. Esto iba a dejar marca.

La enfermera Lizzy volvió con un par de cosas en las manos. Lo dejó todo a un lado de la camilla y se dedicó a vendar mi rodilla. Por último miró a Lucía, quien aún sostenía mi mano.

— Debe ser reconfortante tener una novia guapa y fuerte a tu lado — me dijo con una sonrisa.

Seguía mirando fijamente mi rodilla cuando lo dijo. El silencio nos inundó. Despegué la vista de la venda y miré a Lucía con curiosidad e inocencia a la vez.

— Sí — respondió mi “novia” saliendo del trance en el que estaba — y no lo sabe bien — le sonrió con las mejillas ruborizadas y aparentando mi mano.
Lucía se fue corriendo al comedor en busca de algo que comer y la enfermera me ordenó que no me moviera aún de la camilla.

Unos minutos más tarde Lucía había regresado. Me sorprendí al ver que no cargaba con una bolsa, sino con dos.
Me tendió una de las bolsas y al abrirla vi los rollitos de primavera y arroz, amaba esta comida. No recordaba habérselo dicho pero la comida china era de mis favoritas. Dejé que se sentara a mi lado en la camilla y comimos juntos mientras esperábamos que Lizzy regresara con un par de muletas que, según ella, debía usar.

— ¿Lucía...? — ella dio un salto en su lugar, parecía estar perdida en sus pensamientos — ¿Puedo preguntarte algo?

— Sí, claro. Aunque tengo un poco de miedo por lo que vas a preguntar.

¿Qué? ¿Desde cuándo esta chica sabe leer pensamientos...? Ok, no. No le voy a dar el gusto de saber lo que iba a preguntar, por lo que decidí hacer una pregunta totalmente diferente.

— Mm — pensé por un segundo la pregunta — ¿Tu hermano es... gay?

Solté lo primero que se me ocurrió.
Ella se tensó por un momento pero luego sonrió. Tal y como esperaba Lucía no respondió directamente, simplemente respondió con otra pregunta:

Solo tú y yo [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora