Capítulo 28

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Dylan

El ascensor se abrió con un pitido y corrí por el largo pasillo hasta llegar a la puerta que me interesaba. Toqué la madera tres veces, con los nudillos. Apoyé una mano en el marco mientras me mordía las uñas de la otra. La espera me desesperaba, estaba impasiente, así que volví a llamar con más fuerza y menos paciencia.

Escuché pasos y se me aceleró el corazón. La puerta fue abierta por una Alice que parecía haber acabado de salir de la ducha. Llevaba puesto el albornoz azul del internado y una toalla blanca en la cabeza de la que escapaban barios mechones que escurrian agua.

Empujé la puerta y Alice se apartó sin tener más opción, entre desesperado al dormitorio. Recorrí cada rincón con la vista a toda velocidad. No estaba allí.

— ¿Se puede saber que quieres? — preguntó Alice, me di la vuelta para verla; tenía una ceja enarcada y no parecía estar de buen humor.

La puerta del baño estaba entreabierta y me acerqué a ella.

— ¿Dónde está Lucía? — me asomé por el marco de la puerta.

El baño estaba vacío.

Saqué la cabeza de allí para escuchar la respuesta de Alice.

— No está — su voz salió mecánica.

Respiré profundo, ese tono me ponía de los nervios.

— ¿No? — solté, Alice elevó las cejas, no le hizo gracia mi tono —. Si no me lo llegas a decir, casi no me doy cuenta — ironicé.

— Y, si ya lo sabes, ¿para qué preguntas? — Alice cruzó los brazos frente a su pecho.

— Necesito saber donde está.

— ¿Y yo por qué debería decírtelo a ti? — escupió.

— Tengo que hablar con ella, Alice — seguro que Alice luchaba por no reírse de mi, debo de verme patético suplicando —. Tengo que aclarar las cosas.

Ella rodó los ojos y suspiró. Supongo que habló porque, en el fondo, sabía que Lucía hubiera querido que lo hiciera en lugar se echarme de aquí a patadas, como de seguro haría de no ser por su amiga.

— Salió esta mañana.

— ¿Sabes a dónde fue o, al menos, cuando vuelve?

— No, no sé dónde fue —negó y suspiró — pero sé cuando vuelve.

— Bien —murmuré y me acerqué a ella, esperando a que continuara.

— Dame un buen motivo para revelarte el secreto.

Bufé.

— Ya te lo he dicho, tengo que aclararle las cosas a Lucía — comenzaba a impacientarme —. Lo que diga o deje de decir no es asunto tuyo, Alice.

— ¡Fuera de mi habitación! — ordenó, señalando la puerta.

— Pero...

— ¡Fuera!

— Alice...

— ¡Ahora! — dijo más alto.

— No saldré sin saber cuando vuelve Lucía — crucé los brazos.

Alice rodó los ojos y negó suavemente. Se colocó detrás de mí y me empujó al pasillo, fuera de su habitación.

Me di la vuelta para volver a entrar pero Alice cerró la puerta contra mi nariz.

Puse una mueca y me sostuve la nariz con los dedos, como si se fuera a caer.

— ¡Alice, abre la puerta! — exigí con voz nasal, no me tomaría muy enserio con esta voz...

Solo tú y yo [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora