Capítulo 2

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Los profesores dividieron la multitud en varios grupos para llevarnos a conocer el lugar. Estuve todo el día caminando de un lado para el otro con el resto de mis nuevos compañeros. El lugar no despertó mucho interés en mí, St. Marry tenía lo mismo de siempre; habitaciones, salones, el comedor, un auditorio, una biblioteca, salas de estudio, un jardín enorme, y una cacha de básquet. Cosas comunes de un internado.

Me gustaría poder decir que ningún lugar llamó mi atención, pero mentiría. Mientras avanzábamos por el jardín trasero, un poco alejado del resto de todo, había una cabaña, o algo parecido.

Tuve intenciones de alejarme del grupo para averiguar de qué se trataba, pero no lo hice. En el jardín solo quedaba mi grupo, y notarían si me apartaba de ellos. Tampoco pregunté, la señora que nos guiaba apenas prestaba atención a las preguntas de los demás estudiantes, perdería mi tiempo y energía en ello.

La noche había caído cuando llegó mi turno en la fila para que me dieran la llave de mi habitación. El número 35 estaba grabado en ella. Tomé mis cosas y fui al ascensor. Estaba ocupado, así que me tocó ir por las escaleras. Perdí la cuenta de los pisos que subí antes de llegar a mi habitación. Saqué la llave de mi bolsillo y cuando intenté abrir la puerta con ella noté que estaba abierta.

Empujé la puerta y me adentré en la habitación. Era bastante simple. A un lado de la habitación había una cama y del otro lado una litera. Había dos escritorios y tres armarios. Además de una puerta, que supuse que sería el baño.

Sobre la cama había bolsos y junto a ella, una maleta, así que supongo que el dueño de la cama ya está aquí. La cama de abajo en la litera estaba igual que la anterior, ocupada.

Me toca la cama de arriba, por lo menos algo de este lugar no era tan malo.
Escuché como la puerta del cuarto de baño fue abierta y dirigí la vista a ella instintivamente. Un chico con cabello castaño claro estaba parado ahí. Me miró, expectante, antes de sacudir la cabeza a los lados y extender su mano para saludarme.

— Hola. Soy Matthew, estoy en economía avanzada — me daba un poco de pereza levantar mi mano pero lo hice para no ser tan antipático desde el primer día — Supongo que tú eres mi nuevo compañero de habitación — asentí en respuesta a su pregunta — ¿Cómo te llamas?

— Dylan — hablé sin ánimos, soltando su mano.

— Un gusto, Dylan — sonrió nuevamente — quizá algún día podamos hablar y ser amigos — dijo antes de ponerse su sudadera.

Yo ignoré lo que me dijo y me dirigí a mi cama, dejé mis cosas sobre esta.

Saqué la ropa de mis maletas y la acomodé torpemente en el armario. Julie me regañaría si pudiera ver lo mal ordenado que quedó todo. Ahora mismo, ella era la única a la que echaba de menos.

Cuando empecé a subir las escaleras hacia mi cama sentí como alguien abría la puerta. El chico de antes estaba en la cama de enfrente. Por la puerta entró un chico rubio, no más alto que yo. Hizo ademán de saludar, pero se frenó a sí mismo al ver que me puse mis auriculares. Todavía no había puesto música, así que podía escuchar si él me hablaba, pero no dijo nada. Entró por la puerta del baño y yo comencé a escuchar música.

Tenía planes de dormir pronto, aunque sabía que me costaría hacerlo. No solía dormir temprano, pero mi cuerpo hoy sentía el cansancio a flor de piel. La noche anterior no dormí mucho, y estuve toda la tarde andando. No debía tardar en dormirme.

Cerré los ojos y me centré en la suave música que sonaba en mis oídos. Escuchaba algo en la habitación, pero no me molesté en ver qué pasaba, hasta que sentí como alguien retiró bruscamente uno de mis auriculares.

Solo tú y yo [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora