Dylan
Sus manos me rozan el cuello mientras me acaricia el cabello, pasando sus dedos entre los mechones. Veo como se humedece los labios con la lengua y los deja entreabiertos. Me tiene ensimismado. Su boca está tan cerca de la mía que su aliento me calienta la piel y me roza los labios con los suyos. No puedo dejar de admirarla. Sé que tiene las mejillas sonrosadas a pesar de que apenas puedo percibirla porque mi rostro ensombrece al suyo. No me lo pienso dos veces y le coloco la mano en la mejilla, la miro a los ojos y vuelvo a sus labios antes de sellarlos en beso. Me acomodo entre sus piernas y muevo la cara a un lado para tener más acceso a su boca. Me gusta demasiado la sensación de sus labios cubriendo los míos y no puedo evitar pensar en que se siente jodidamente bien.
¿Cómo coño acabé besando a Lucía?
Pasen todo, volvamos atrás:
— ¿Puedo ir? — escuché como preguntó a mis espaldas.
Seguí caminando callado. Sabía que aunque le negara a Lucía su compañía ella me seguiría, así que seguí avanzando hacia mi destino y, justo como lo planeé, ella me siguió. Quería estar solo un rato pero ella me traía paz aunque no dijera ni media palabra.
— ¡Oye, Dylan! — me llamó mientras seguía avanzando. Me giré en su dirección para mirarla — ¿Y si cogemos...? — sonreí malévolamente y enarqué una ceja. Ella parecía estar en otro mundo, se había quedado en blanco. Acto seguido abrió los ojos como platos y sus mejillas se volvieron escarlata, algo en su cabeza hizo clic. — ¡Idiota! — Chilló — Una botella. Me refería a una botella — quiso aclarar antes de cubrirse la cara con las manos.
Me causaba gracia ver su expresión. Sonreí. Lucía podía ser más adorable que un panda bebé.
— ¿Para qué quieres una botella, pequeña insolente?
— Yo tengo sed, y tú una cara de culo que parece que nunca has sido feliz en tu vida — me dijo de vuelta — Deberíamos beber.
Se acercó a la mesa más cercana y tomó un par de botellas. Corrió de vuelta hacia mí con una botella de champán en cada mano y una pequeña sonrisa inocente.
Sonreí y negué con la cabeza cuando la tuve en frente.
Caminé despacio, con Lucía a mis espaldas. Ambos en completo silencio. Metí la mano en el bolsillo del pantalón de mi traje y saqué la caja de cigarrillos, acerqué uno a mis labios y con mi mano libre lo encendí para darle una primera gran calada.
Me dolía la cabeza y tenía que estar con Lucía. ¿Por qué mejor no se quedaba con Andrew, en una esquina, hablándole y sonriéndole como hace un rato?
¿Son celos eso que siento?
No. No es cierto. Si quiere ir con Andrew a la cabaña y tirárselo, puede hacerlo. Yo no la voy a detener.
— ¡¡DYLAN!! — Gritó Lucía, todavía detrás de mí — ¿Dónde estás?
— ¿Qué quieres? — me di la vuelta para mirarla y pude divisar a lo lejos la cabaña.
Estamos cerca.
— ¿A dónde coño vamos? Las gradas están por el otro lado — Lucía señaló con el pulgar en dirección a las gradas.
Se dio cuenta de tu plan, Romeo.
— Ya lo verás, te gustará — prometí y ahí fue donde me di cuenta que no sabía casi nada de ella — Porque te gusta el mar, ¿no? — su rostro de iluminó.
— ¿Iremos a la playa? — Preguntó ilusionada pero luego su ceño se frunció — Pero si es de noche.
Me pareció gracioso verla así y tuve una idea.
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Solo tú y yo [FINALIZADA]
Novela JuvenilEn un internado, en las afueras de Madrid, Dylan Holland comienza los estudios de una carrera que no le gusta. Lucía Derricks quiere olvidarse del pasado oscuro que la asecha y concentrarse en sus estudios es lo único que puede hacer. Así es como...