Capítulo 22

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Lucía

— ¡Levántate, que tienes clases! — mi compañera de habitación me sacudió, yo me mantuve indiferente.

— ¡Alice, déjame en paz! — hablé sin mirarla —. Quiero estar sola y lo sabes, ¡no quiero ir a ningún sitio!

— Lucía, llevas en cama cinco días, no puedes seguir así — me regaña —. Si no fuera por tu hermano, que te trae comida, ¡ya estuvieras muerta!

— Pues es lo que debería hacer, ¡en este mundo ya no juego ningún papel! — mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas.

— ¿Sabes que…? Me cansé del idiota de Dylan. ¡Qué se joda! Hoy hay una fiesta fuera del campus: habrá cerveza, alcohol y muchos tíos buenos. Todo necesario para olvidar un tío — Alice hablaba como si nada de esto le importara, pero yo sabía que no era así. Desde que compartimos dormitorio, ella se ha esforzado para que nos llevemos bien.

— Alice, sabes que no estoy de humor para fiestas y…

— ¡No me importa! Hoy vamos a salir, te vas a ligar a alguien y verás que rápido se te olvida que Dylan existe.

— ¿Te das cuenta que me lo estas recordando justo ahora, no?

Tenía el pelo hecho un desastre y los ojos rojos e hinchados. No podía salir en esas condiciones, ni siquiera a abrir la puerta.

— ¿Sabes que te voy a convencer para ir, verdad?  — ella se sentó a mi lado, llevó su mano a mi pelo y cogió un mechón en un puño — Vamos, vamos, vamos...

Y lo repitió mil veces más. Ahora sabía como se sentía Dylan cuando le suplicaba de esa forma y también lo insoportable que era. También sabía por eso que acabaría accediendo.

— ¡Esta bien! —chillé, saltando para sentarme en la cama —. Voy a ir, pero con dos condiciones — debía asegurarme de que no me iba a obligar a hacer nada que no quisiera —. La primera: no me busques ligues.

— ¡Entonces para qué vas a salir! — saltó ella —. La idea es que no pienses en él.

— ¿Quién te dijo que para olvidar a un chico hace falta a otro?

— Es lo típico: debes salir, emborracharte, ligarte a un tío buenísimo y, de un momento a otro, ¡tachan! ya te olvidaste del otro  — me llevé la mano a la cara, negando a modo de desaprobación.

— ¡La vida no es un cliché! Ya te dije, o haces lo que yo diga o no voy a ningún lado — crucé los brazos.

— Vale, vale — ella se levantó de mi lado y continuó —: Bien y ¿cuál es la otra?

— No me dejes emborracharme, ¡tienes que prométemelo! — levanté mi dedo meñique hacia ella para que lo prometiera.

Alice correspondió al acto y aunque no dijo nada, selló la promesa entrelazando nuestros meñiques.

Ahora tenía mucho que hacer para poder ocultar mis ojeras y mi mal carácter...

***

— ¡Joder, Lucía, vámonos ya! — desde la puerta del baño, Alice se quejaba —. Llevas ahí dos horas y media. Por lo menos, déjame entrar y ver cómo vas.

Agarré el pomo de la puerta, le quite el seguro y abrí. Alice se quedó mirándome, asombrada, como si estuviera mirando un fantasma.

— ¿Por qué la prisa? Muévete. — le dije — ¡Reacciona!

— Lucía, si sales así yo seré tu sombra. Los chicos solo te mirarán a ti — Alice me recorrió de arriba a abajo, supongo que examinando mi cabello rizado, mi maquillaje, más llamativo que de costumbre, y mi vestido.

Solo tú y yo [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora