Capítulo 16

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El regreso al infierno lo atormentaba.

Había despertado hace bastante tiempo, pero tenía miedo de moverse, emitir algún ruido o hacer un gesto.

Uso todo el autocontrol que tenía para permanecer en una ilusión en la que aparentaba estar inconsciente todavía, con un poco de suerte lo encerrarían en una habitación resguardada donde podría llorar todo lo que quisiera.

Después de un buen rato la camioneta finalmente se detuvo, las puertas del vehículo se abrieron y nuevamente fue tomado desde su cabello y arrastrado salvajemente hasta que lo arrojaron a lo que suponía se trataba de una habitación vacía.

Mantuvo su cuerpo inmóvil, su cara rígida y los ojos cerrados por varios minutos hasta que tuvo la certeza de que estaba solo.

Al abrir los ojos lo primero que vio fue oscuridad, estaba demasiado oscuro y frío, pronto comprendió el porqué. Se encontraba en una habitación fría sin un solo foco, estaba sucio y olía terriblemente mal, había una puerta de hierro con una pequeña rendija de cual provenía una pequeña luz.

Se levantó con cuidado puesto que aún le dolía todo el cuerpo, intento revisar sus heridas sin embargo la poca iluminación le impedía revisarse adecuadamente. Hasta donde podía decir, no tenía heridas abiertas demasiado graves.

Con extremo cuidado se acercó a la puerta, procurando no hacer ruido; al asomarse por la rendija vio un pasillo que parecía eterno, había varias celdas a lo largo del pasillo y unas cuantas luces que emitían un leve resplandor.

Un grito agónico irrumpió en el ambiente haciendo que Mu Qing se fuera hacia atrás, cayendo de lleno sobre un montón de cajas de madera. Cuando el grito se desvaneció trato de levantarse y al apoyar su mano en una de las cajas pudo sentir un objeto cilíndrico,  reconoció la figura de inmediato ¡era una linterna!
Tomo el objeto y rezo porque aún tuviera batería y así fue, afortunadamente conservaba energía y logro encenderla, revelando el terrorífico ambiente en el que se encontraba.

Las paredes estaban sucias, agrietadas y arañadas, en un muro cercano, a una altura baja había manchas oscuras, letras y notas, el suelo estaba igual o peor descuidado, cajas vacías, cadáveres de ratas, y excrementos era lo que a simple vista podía distinguir a parte de algunos escombros. Se acerco a la pared más cercana para tratar de leer lo que estaba escrito, las letras eran borrosas y la caligrafía casi ilegible, pero pudo distinguir algunas palabras y darle sentido a los textos escritos aunque ciertamente parecían más mensajes o recordatorios.

Los escalofríos se apoderaron de su cuerpo al comprender que esos mensajes en la pared habían sido escritos por niños.
El simple hecho de imaginar que un niño estuviera encerrado en un lugar así hizo que se imaginará que su estancia con la Estrella caída se viera como un día de campo.

Los mensajes "pedían ayuda, tenían frío, hambre, miedo, querían escapar, ¿Qué era ese lugar?, ¿para que los querían?, ¿había otros?, ¿Qué les había sucedido a los demás?". Preguntas sin respuesta y algunas conversaciones con el mismo final, inconclusas, como si hubieran desaparecido de repente dejando sus preguntas y preocupaciones al siguiente quien trataba de conseguir respuestas y luego desaparecía, como un ciclo repetitivo del cual no quieres imaginar lo que les habrían hecho a los otros niños.

Se alejo de la pared y apago la linterna, no podía quedarse ahí, ¿Y si había más niños? ¿Quién los rescataría?, tampoco es que pensara que pasaría algo bueno si se quedaba, debía escapar. Trato de dormir pero le fue imposible en cierto momento comenzó a escuchar un caminar constante que iba de un lado a otro, "un vigilante seguramente" los niños lo habían mencionado.
Según su cálculo ya habían pasado horas desde que lo encerraron, sin poder dormir se memorizó la ruta del guardia, lo que aprovecho sin dudarlo para quedarse junto a las paredes, encender la linterna y leer lo que estaba escrito, quizás alguien si había logrado escapar o había encontrado respuestas.

Así nos quiso el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora