Capítulo 21

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Feng Xin había avanzado hasta el decimoséptimo piso cuando una bala logró impactar en su pierna, el dolor era insoportable y la pérdida de sangre era significativa, pero no podía detenerse para atender la herida correctamente.

Era un escuadrón al que se enfrentaba, tres hombres y una mujer para ser más especifico. Cada esquina del piso era vigilada por cada miembro del escuadrón, acercándose cada minuto para tenerlo acorralado, fue cuando se dio cuenta del plan que se llevó un disparo pero no era su único problema.
Pese a la promesa de la Estrella caída de escuchar a Mu Qing en cada piso que subía, llevaba cuatro pisos sin señal alguna que le garantizará que su Mu Qing estuviera bien.

El estrés lo consumía poco a poco haciendo que le costará cada vez más trabajo tomar decisiones prudentes y seguras.

Se apoyo contra un escritorio tumbado y comenzó a vendar la herida apresuradamente para evitar perder más sangre, recargo su pistola y veloz como un rayo se alzó y disparo a uno de los tres hombres derribandolo al instante a lo cual sus compañeros gritaron y se apresuraron a socorrer a su amigo, sin embargo Feng Xin no perdió el tiempo y aprovecho esto para a acabar con todos ellos.

Las balas salían de todas direcciones y en cuestión de segundos el único que quedó en pie fue el experimentado policía.

Se limpio el sudor de la frente con una mano y se acercó a los cuerpos del escuadrón, eran demasiado jovenes y la mujer no podría tener mas de dieciséis años, pero ahí estaba, armada hasta los dientes y ahora muerta en un charco de su propia sangre, uno de muchos casos lamentables.

Se acercó a los otros tres cuerpos no muy lejos unos de otros, era evidente que no la habian pasado bjen ya que todos mostraban crueles cicatrices en el rostro y los brazos, quizas habian sido orillados a tomar las armas, cada uno de ellos era un recordatorio de la realidad en una sociedad rota y disfuncional. Pero eso no fue por lo que se acerco a ellos, examino los cuerpos en busca de medicina, armas y munición, les quito varos cartuchos de balas y rebusco entre algunos hasta encontrar algunos de las que llevaba consigo además de quitarle a uno el rifle de asalto que llevaba, en sircunstancias normales no usaría el arma de un criminal, pero en esta ocasión haría una excepción.

Camino lentamente hacia el ascensor puesto que el dolor de su pierna era insoportable, la bala seguía incrustada en su piel provocandole agonía.

En el ascensor se quito el vendaje los más rápido que pudo y con sus propias manos se adentro en su carne para sacar la bala, soltó un grito ahogado mientras sujetaba la bala con la punta de sus dedos y la extrajo de forma exitosa, nuevamente volvió a vendar la herida de forma apresurada puesto que necesitaba más tiempo para cocerla y evitar perder más sangre, pero tuvo que conformarse con vendarla y hacerse un torniquete.

Al otro lado de las cámaras Mu Qing observaba con miedo y tristeza a Feng Xin.

La Estrella caída lo tenía amarrado y amordazado después de que intentará revelarse contra uno de los guardias, lo había golpeado en la nariz y cuando fue sometido se retorcio hábilmente hasta alcanzar la mano de su captor, mordiendole los dedos con todas sus fuerzas en un intento desesperado por quitárselo de encima. La sangre comenzó a brotar al mismo tiempo que el guardia lo golpeaba para zafarse, el caliente líquido rojo chorreo hasta su garganta raspandole y ahogándose pero sin atreverse a soltar al fornido hombre.
Solo fue hasta que una ráfaga de dolor lo impacto en su abdomen que lo soltó.

"Estos hijos de puta me electrocutaron" pensó para si mismo mientras se retorcía en el suelo.

A escasos metros el guardia era atendido a toda prisa, la cantidad de sangre que brotaba era dramática y casi surreal, hasta que se dio cuenta de que había dos objetos extraños y calientes en su boca; rápidamente los escupió mientras hacía lo posible por limpiarse la sangre de la boca, y al mirar a su lado para identificar lo que había estado en su boca se quedó de piedra.

Así nos quiso el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora