Los Tulkun

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(Neteyam)

La tranquila mañana en la aldea de Metkayna fue abruptamente interrumpida por un aullido resonante que retumbó en el aire, seguido por el sonido de trompetas que llenaron el ambiente. Salimos apresuradamente de nuestras Maruis, el corazón palpitando con una mezcla de intriga y preocupación. Mi padre, fue el primero en expresar lo que todos estábamos pensando —¿Qué está pasando?

La incertidumbre se apoderó de nosotros mientras observábamos a Tsireya montando su ilu sobre las aguas cercanas.
—¡Los Tulkun han regresado! Escúchenme nuestros hermanos y hermanas regresaron.

Salimos apresuradamente de nuestras Maruis y nos reunimos en la orilla para recibir a los grandiosos animales que se acercaban. Monté mi ilu con gran emoción, pero antes de avanzar demasiado, noté a Agatha parada no muy lejos de mí, con la misma expresión confundida que yo había tenido al principio.

Extendí una mano hacia ella, ofreciéndole acompañarme en mi ilu. Aunque sus ojos reflejaban dudas, aceptó mi oferta y se subió detrás de mí, aferrándose ligeramente a mi cintura. Sentir su proximidad me hizo sentir más consciente de cada pequeño movimiento y cada pequeño detalle.

Juntos navegamos por las aguas, acercándonos a los Tulkun mientras se sumergían en el océano. La vista de estas criaturas asombrosas, tan diferentes de, era simplemente impresionante.

Cuando pasamos bajo uno de los Tulkun, sentí el poder y la magnitud de estas criaturas. Agatha se aferró más a mí, y en un impulso instintivo, acaricié su mano para brindarle consuelo y tranquilidad.

Mientras navegábamos en mi ilu, absortos en la maravilla de los Tulkun y el mundo submarino que nos rodeaba, una voz llamó nuestra atención. Giré la cabeza para ver a Rotxo, quien parecía querer mostrarnos algo. Agatha y yo intercambiamos miradas de curiosidad antes de dirigir nuestras miradas hacia él.

Rotxo sonrió ampliamente y extendió sus brazos hacia un majestuoso Tulkun que nadaba a su lado.
Rotxo—¡Tatwe!-anunció

presentándonos al grandioso animal. Agatha y yo nos acercamos, asombrados por la magnificencia de la criatura. Agatha, siempre dispuesta a explorar y conocer, nadaba cerca del ojo del Tulkun con una sonrisa en el rostro. Observé cómo su curiosidad la impulsaba a acercarse aún más a Tatwe. Decidí unirme a ella, tomando su mano suavemente en la mía mientras nadábamos juntos. Era un gesto sencillo, pero me sentía agradecido por poder hacerlo.

Agatha giró su cabeza hacia mí con una sonrisa mientras nuestras manos se entrelazaban, y la intensidad de la conexión entre nosotros parecía palpable. Sus ojos brillaban con una chispa de emoción mientras observaba al Tulkun de cerca. Estábamos compartiendo un momento especial, rodeados de la grandiosidad de Pandora y acompañados por la compañía de Tatwe.

Rotxo— El es mi hermano espiritual -dijo sonriéndole. —somos los mejores amigos en el mundo. Me ayuda a elaborar oraciones hacía la gran madre.

No podía evitar sentirme afortunado por este encuentro y por la oportunidad de compartirlo con Agatha. La emoción latía en mi pecho mientras navegábamos junto a Tatwe, experimentando la maravilla de Pandora en todo su esplendor y creando un lazo especial entre nosotros que trascendía las palabras y se expresaba a través de miradas y toques sutiles.

Después de nadar junto a los majestuosos Tulkun y vivir esa experiencia única, Agatha y yo decidimos dar un paseo por la aldea Metkayna. El ambiente era tranquilo y relajado, y sentía una conexión especial con Agatha mientras caminábamos juntos, noté una hermosa flor a un lado del camino. La tomé con delicadeza y la coloqué con suavidad detrás de su oreja. Miré a Agatha con una sonrisa —Combina con tus ojos

Entre dos planetas / Neteyam SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora