Sueño febril

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(Kiri)

Permanecí en ese lugar espiritual, sintiendo una creciente inquietud mientras buscaba desesperadamente una salida. La atmósfera que antes era serena se había vuelto incómoda, y una sensación de temor me invadía cada vez más.

Intenté romper el silencio con un grito: "¿Hola?" Mis palabras resonaron en el vacío, pero no hubo respuesta. Nunca antes había sentido esta profunda soledad y desesperación.

Finalmente, mis ojos captaron una tenue luz azul que se filtraba desde una pequeña carpa en la distancia. Era un faro de esperanza en medio de la oscuridad en la que me encontraba. Me dirigí hacia ella con cautela, observando cada detalle del camino.

Entré en la carpa con precaución, y en un instante, las mantas se cerraron bruscamente a mi alrededor, dejándome en completa oscuridad. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras esperaba, sin saber qué sucedería a continuación.

Entonces, una voz resonó en la carpa, una voz que parecía un relámpago en la noche. Ordenó con autoridad—Siéntate.
No tuve más opción que obedecer, así que me senté en la oscuridad, mi corazón aún latiendo con ansiedad, esperando descubrir quién era el dueño de esa voz y qué tenía que decirme.

De repente, ante mí aparecieron unos Na'vi extraños, con un aspecto sombrío que aumentó aún más mi inquietud

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De repente, ante mí aparecieron unos Na'vi extraños, con un aspecto sombrío que aumentó aún más mi inquietud. Intenté levantarme, pero mi cuerpo se negaba a responder a mis órdenes.

Uno de los Na'vi habló con furia, acusándome de haber desequilibrado la ley de la vida al arrebatarle a Eywa un espíritu que le pertenecía. Mi temor aumentó, y me sentí completamente perdida en este extraño lugar.

Kiri—¿Quiénes son ustedes? —pregunté, temblando de miedo.

Otra voz, la de una mujer, surgió al fondo, acusándome y gritando por mi osadía. Miré detenidamente a los ancianos que me rodeaban y noté que algunos de ellos eran líderes de aldeas, antiguos Tsahik cuyos espíritus ahora descansaban.

Kiri— ¿Abuelo? —murmuré con incredulidad, pero Eytukan negó con furia y me acusó de ser uno de "ellos", lo que aumentó mi confusión.

Un círculo de fuego se formó a mi alrededor, impidiéndome salir, y las murmuraciones de los Na'vi enojados llenaron el aire. Me sentía atrapada, sin poder escapar de su juicio.

Kiri—Yo respeto su posición, pero esto lo debo debatir con la gran madre. Ella tiene más voz que todos ustedes —traté de razonar, pero mi voz temblaba de miedo.

La situación se volvió aún más aterradora cuando un anciano se acercó sosteniendo el cuerpo inerte de Agatha, aparentemente decidido a lanzarla a las llamas que me rodeaban. El terror se apoderó de mí, y supliqué por la vida de mi amiga.

Kiri— ¡No! Yo lo hice, no ella. ¡Gran madre! Escucha mis ruegos, ¡compadécete de mí y mantén tu juicio! —grité con angustia, pero los ancianos parecían decididos a castigarme.

Entre dos planetas / Neteyam SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora