Payakan

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(Neteyam)

El día anterior y la mañana de hoy habían transcurrido sin que volviera a ver a Agatha, lo cual me dejó intrigado mientras practicaba mis movimientos de batalla en la aldea. Sin embargo, algo más captó mi atención en la distancia. Tsireya, Kiri, Tuk, Rotxo y Ao'nung parecían moverse cautelosamente hacia sus ilu. Me acerqué rápidamente y los saludé, pero Ao'nung me hizo callar y señaló hacia adelante, donde vi a Lo'ak montando su ilu y sumergiéndose en las profundidades.

Fruncí el ceño al ver a mi hermano alejarse de esa manera y no pude evitar preguntar —¿A dónde va?

Rotxo respondió con seriedad—Creemos que con Payakan.
Sin perder tiempo, decidí que no podíamos quedarnos atrás.
—Vamos, ¿qué estamos esperando? Juntos subimos a nuestros ilu y los seguimos con precaución para no ser detectados.

Salimos del arrecife y entre las aguas apareció Payakan, posándose junto a Lo'ak. Los chicos nos sumergimos, dejamos ir a nuestros ilu y nos ocultamos entre las plantas marinas, observando a Lo'ak mientras parecía intercambiar palabras con Payakan a través de señas y sonidos. De repente, Lo'ak nadó hasta el frente de Payakan y el imponente animal abrió sus mandíbulas, permitiendo que Lo'ak nadara dentro de él. Mi instinto fue nadar rápidamente hacia mi hermano, pero Tsireya me detuvo sujetándome del brazo y me hizo una señal para que esperara.

Mi mente estaba llena de preguntas mientras observaba la misteriosa escena frente a nosotros. ¿Qué estaba pasando entre Lo'ak y Payakan? ¿Por qué Lo'ak había decidido entrar en el interior del animal? Aunque estaba ansioso por saber más, confié en la sabiduría de Tsireya y esperé pacientemente a que ella me guiara hacia una comprensión más clara de lo que estaba sucediendo.

Habían pasado unos minutos y yo seguía esperando ansioso, observando atentamente lo que sucedía en el interior de Payakan. La espera me estaba poniendo nervioso.

Neteyam—Está tardando mucho, quizá se lo tragó. -decía por señas.

Ao'nung, que estaba cerca, respondió también por señas —No hay manera, no somos presas para ellos.

Tsireya intervino en la conversación con un brillo en los ojos —Está conectando con él.

Finalmente, Lo'ak emergió de las profundidades del mar, nadando hacia la superficie acompañado por los demás. Lo vimos intentando abrazar a Payakan, una escena llena de emoción y conexión entre el joven y la imponente criatura.

Pero no pude contenerme más y grité el nombre —¡Lo'ak!

Tsireya intentó detenerme, pero ya era demasiado tarde. Lo'ak se giró confundido —¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Me siguieron?

Neteyam—No puedes ir fuera del arrecife.

Tsireya intervino enseguida—¿Te conectaste con él, verdad? -Su sonrisa revelaba que ya sabía la respuesta.

Tsireya se acercó cuidadosamente a Payakan mientras Lo'ak asentía. Vi cómo colocaba gentilmente la mano de Tsireya sobre la aleta de la criatura, compartiendo un momento de conexión y comprensión entre ellos. La imagen era conmovedora, y no pude evitar sentirme feliz por mi hermano y su relación con los Tulkun.

Sin embargo, la realidad volvió a nosotros cuando Ao'nung interrumpió con un tono serio —Nuestros padres van a matarnos si saben que estamos aquí.

Después de ese emotivo momento de conexión entre Lo'ak, Tsireya y los Tulkun, Lo'ak asintió con una sonrisa y se despidió gentilmente de Payakan. Juntos, regresamos a la aldea, manteniendo el secreto que habíamos prometido guardar. A medida que nos acercábamos a la orilla, cada uno de nosotros desequipaba a nuestros ilu y nos preparábamos para regresar a nuestras vidas cotidianas.

Sin embargo, Tuk, como siempre, no pudo contener su entusiasmo y preguntó en voz alta —¿Qué sentiste, Lo'ak? ¿Payakan te habló a través de la conexión? -Aunque su inocente pregunta estaba llena de curiosidad, todos supimos que habíamos cometido un error al hablar en voz alta. Lo'ak sonrió ante la curiosidad de nuestra hermanita, pero en ese momento un objeto cayó al suelo detrás de nosotros. Ao'nung, alerta, se enderezó y se dio cuenta de que su madre Ronal estaba parada allí, con una expresión de enojo en su rostro.

Tsireya trató de adelantarse y explicar la situación, pero Ronal no le dio tiempo y habló con voz firme y enojada —Todos, al Marui del Olo'eyktan -Siguiendo sus palabras, comenzamos a pasar frente a ella, uno por uno, sintiendo su mirada intensa en nosotros mientras nos seguía de cerca.

En el camino, Rotxo le susurró a Lo'ak con cautela —Solo dale la razón y nada malo pasará.

Ronal lo silenció de inmediato, advirtiéndole —Miren al frente, sin cuchicheos.

Llegamos a la entrada del Marui del Olo'eyktan y vimos a Tonowari saliendo, captando la expresión de su esposa Ronal. Era evidente que algo estaba ocurriendo en el ambiente y que Ronal tenía algo que decirle. Se acercó a él y susurró algo que solo él pudo escuchar. La expresión en el rostro de Tonowari cambió rápidamente a medida que absorbía lo que su esposa le había comunicado. Luego, con un cambio en su actitud, Tonowari habló con una voz firme y ordenó —Entren, rápido. -Sin perder tiempo, todos nosotros ingresamos al Marui, listos para enfrentar lo que viniera.

Una vez adentro, Ronal comenzó a hablar en tono acusador. Sus palabras estaban dirigidas a Tsireya —Tú lo permitiste, dejaste que se vinculara con el exiliado.
Tsireya luchaba por contener las lágrimas, su expresión vulnerable mientras enfrentaba la decepción de su padre era palpable.

Tonowari tomó la palabra y continuó —Tsireya... me decepcionaste, hija. -Tsireya bajó la cabeza, sus lágrimas comenzaron a caer y su desesperación era evidente. Lo'ak miraba a Tsireya con empatía, deseando poder consolarla con su mirada, aunque sabía que no era suficiente.

Tonowari se dirigió a Lo'ak, haciendo alusión a su linaje y educación —Y tú, como hijo de un gran guerrero, fuiste mejor educado.

La respuesta de Lo'ak no se hizo esperar
—Payakan me salvó la vida, señor. Usted no lo conoce.-  Sus palabras parecieron generar enojo en el Olo'eyktan, y su voz se convirtió en un susurro amenazante 
—Sentado. -Al ver que nadie obedecía su orden, Tonowari explotó en un grito poderoso —¡Siéntense! -Rápidamente, todos nosotros nos acomodamos, sintiendo la intensidad de la situación

Tonowari continuó su discurso, con palabras cargadas de seriedad y enseñanzas del pasado. —Oyeme bien muchacho, en los días de las primeras canciones, los Tulkun pelearon entre ellos por territorio y venganza, pero llegaron a comprender que matar, no importa lo justificado que parezca, solo provoca su extensión. Así que matar quedó prohibido, así son los Tulkun y su ley.

Sin embargo, Lo'ak mantenía su posición, desafiante en su convicción. —Lo siento, señor, pero se equivoca -respondió Lo'ak, desafiando la creencia de su líder.

Nuestra madre, estaba detrás de él, y con un manotazo en su brazo, lo hizo callar.
—Lo'ak... Hablas con el Olo'eyktan- le recordó, y su tono de voz reflejaba la importancia del respeto ante la figura de autoridad.

Pero Lo'ak no se detuvo, continuando con su postura —Ya sé -murmuró, bajando sus orejas en un gesto de sumisión momentáneo.

Papá intervino con firmeza—¡Ya basta! -Su voz resonó en el espacio, marcando el límite de las acciones de mi hermano.

Pero Lo'ak no se dejó amedrentar e insistió, mirando directamente a Tonowari —Yo sé lo que sé.

Intente mirar a Lo'ak con desaprobación por sus palabras, aunque se que tal vez tuviera razón, estaba rebasando límites.

Ante la persistencia de Lo'ak, Papá decidió intervenir de manera más contundente
—Dije que ya basta, yo me encargo de él -declaró en un tono firme. Sin más preámbulos, lo tomó bruscamente y lo alejó del entorno, tratando de calmar la tensión creciente y llevarlo a un lugar donde pudiera hablar con él en privado.

Entre dos planetas / Neteyam SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora