Entre dos planetas / Neteyam Sully

Amarga juventud

Me levanté temprano aquella mañana y decidí llevar mi libro favorito, "Cumbres Borrascosas", al comedor del cuartel. Había amanecido con una necesidad especial de perderme en las páginas de mi novela preferida. Sabía que mi padre ya había salido para entrenar a su equipo y que Susy se encontraba enferma, así que decidí disfrutar de un rato de tranquilidad sola

Llegue al comedor con el libro en mano y me dirigí a la fila para tomar una bandeja. Observe el menú del día mientras esperaba mi turno, pensando en lo que elegiría para el desayuno. Una vez que tuve la comida en la bandeja, encontré un rincón tranquilo en el comedor y me senté en el suelo, colocando mi sudadera como si fuera un mantel improvisado de picnic.

Habia realizado mis tareas el día anterior al igual que fui al laboratorio para seguir contribuyendo en la elaboración de mi Avatar, prácticamente hoy era mi día libre.

Coloque el libro a un lado y comencé a desempacar mi desayuno, sintiendo una sensación reconfortante al estar rodeada de otros soldados y personal del cuartel que también disfrutaban de su comida. Tome un bocado de la comida mientras me perdía en las páginas. Con el libro en las rodillas me sentía feliz a mi modo. Sólo temía ser interrumpida, y la interrupción llegó, claro.

Levanté la mirada del libro y me encontré con el grupo de jóvenes que me han estado molestando últimamente: Greta, Caleb, Elinor y Sebastian. Un suspiro escapó de mis labios, sabiendo que este tipo de interacciones no eran nada fuera de lo común.

Greta, con una sonrisa burlona, se adelantó y pateó ligeramente la bandeja de Agata, haciendo que algunos alimentos cayeran al suelo. —Vaya, vaya, si es la solitaria Agatha teniendo su pequeño picnic en el suelo. ¿Dónde están tus amigos, Agatha? Oh, espera, no tienes.

Caleb rió entre dientes mientras Elinor y Sebastian se reían a carcajadas.

Sebastian— Pobresita va a llorar, mira como le tiemblan las manos ~se reía~

La verdad es que si tenía miedo, Greta siempre se las ingeniaba para patearme, golpearme e insultarme siempre que me veía, esta vez parecía no ser la excepción. Cada que se acercaba a mi, todos mis nervios se ponían tensos y un escalofrío recorría mis huesos, el terror que me inspiraba me hacía perder la cabeza.

Greta—¿Que lees? ~le arrebató el libro~ ¡Oh, mira lo que tenemos aquí! ¿La princesa Agatha leyendo su romántica novela?

Levanté la vista con los ojos enrojecidos, sintiendo la vergüenza y la humillación arremolinarse a mi alrededor. Mis lágrimas amenazaban con escapar mientras trataba de mantener la compostura. —Devuélveme el libro, por favor. Es un recuerdo de mi madre.

Nadie intercedía, los adultos decían que así se forjaba el carácter de los muchachos en una guerra tan fría, todos quedaban mudos y sordos cuando alguien te molestaba.

Greta—Atrápalo, Sebastian. ~lo lanzó~

Sebastian— oh, pobre rata bibliotecaria, quiere llorar. ~la tiro al suelo~

Agatha— Por favor, Greta.

Antes de que pudiera reaccionar, Greta tomo el libro entre sus manos y lo rompió en mi cara. El sonido del papel rasgándose fue como un eco de la devastación que sentía en mi interior. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas mientras intentaba contener su dolor.

Pero esta vez, algo cambió. Sentía una oleada de rabia y frustración que me impulsó a actuar. Con lágrimas en los ojos y una determinación feroz, me levanté del suelo y me lancé contra Greta y sus amigos con un grito ahogado.

Los otros jóvenes quedaron momentáneamente sorprendidos por mi reacción, sin anticipar su respuesta. Aproveche la sorpresa para enfrentar a Greta directamente. La adrenalina y la ira me impulsaron a luchar con una intensidad que nunca antes había sentido.