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Es un día extremadamente soleado, si no hubiera traído gafas para cubrir mis ojos, no lo hubiera soportado

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Es un día extremadamente soleado, si no hubiera traído gafas para cubrir mis ojos, no lo hubiera soportado. Aunque debo de aceptar que el olor del mar y poder disfrutar de la brisa fresca acariciar mi piel es algo que me hacía falta. Si tuviera que elegir un lugar donde podría decir que siento en paz, en definitiva, elegiría la playa.

Antes de Mateo irse esta mañana, Lucas y Bruno se ofrecieron a pasar tiempo conmigo hasta que él terminara con sus responsabilidades. Mateo no se veía entusiasmado con la idea, pero en definitiva acepté, cualquier cosa es mejor que estar sola en este enorme hotel. Él se ofreció a llevarme y así poder acompañarlo, después de todo, le dijimos a mis padres que venía a observar cómo trabaja. Pero siendo sincera, eso es lo último que tenía ganas era de hacer.

Para sorpresa de todos pasar tiempo con Lucas y Bruno ha sido agradable, he podido conocerlos mejor. Lucas tiene catorce años, le encantan los deportes. En especial el futbol y la natación. Decir que es amable es quedarse corto, ha estado al pendiente en cada cosa que he necesitado y por su culpa me estoy tomando mi cuarta piña colada. Es que mi copa no está completamente vacía cuando ya la han cambiado por otra. Creo que el arte de la hospitalidad está en sus venas.

Bruno se mantiene en silencio con sus audífonos y la música a todo volumen. Pero noto como ha estado pendiente de su hermano durante toda la mañana. Él tiene dieciséis años, le gusta la música, toca tres instrumentos, la batería, el piano y la guitarra.

Aunque toda esta información la he adquirido a través de Lucas, a diferencia de Bruno, este habla hasta por los poros. Lo cual también suelo hacer, así que nuestra convivencia ha sido divertida y entretenida.

Ha sido la mejor decisión haber venido, si no hubiera estado con mis padres en un viñedo todo el día, no se confunda amo los vinos. Todo el proceso de la preparación de la bebida más antigua del mundo es algo que disfruto. Después de todo a esto es que se han dedicado mis padres la mayor parte de su vida. Lo que no me agrada de acompañarlos es tener que mantener una sonrisa fingida sobre mis labios al estar delante de todos los socios y clientes de la compañía. Tener que pretender que somos una familia perfecta cuando no es así.

Recuerdo cada cumpleaños que no estuvieron presente, cada navidad en el que surgía un viaje de emergencia y aunque trato de entender que todo este esfuerzo que hacen es para que yo pueda tener un buen futuro. En muchas ocasiones he deseado su compañía y su cariño.

No me quejo de Carmen, ella ha sido una segunda madre para mí y siempre he estado cuando la he necesitado, pero solo me gustaría que una pizca de atención que ella me da, sea de parte de mis progenitores.

Tu familia debería ser tu hogar, tu lugar feliz, pero en mi caso no es así.

Tal vez por eso no quiero una relación, no necesito que nadie más me haga sentir como mis padres lo hacen, como si no importara porque sé que cuando comienzas a salir con alguien todo es color de rosa, pero con el tiempo cualquier persona se termina aburriendo.

La excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora