9|ATAQUE

3.1K 196 58
                                    


"Los cristales se rompen, la tierra se llena de sangre mientras los gritos de los inocentes se eleva en lo alto, los monstruos cantan El hijo  de la oscuridad. El dueño de todo mal y emperador de La Trinidad"


Edyleen Balderik.

Realmente no envidio la posición que tiene Charlize como primogénita heredera. No envidio a Charles por tener que casarse con una persona que no ama cuando sus inclinaciones no van para el lado de las mujeres. No envidio a Pandora por el linaje Santorini que heredó. No envidio a mis primos por la carga que conlleva ser los hijos de Ivanov y Calandra Balderik.

Me gusta la tranquilidad de ser solo una bruja guerrera. Ser un centurión es bastante tranquilo cuando no debes matar a los monstruos de las trinidades que sobrepasan los muros o las barreras.

Nunca me preocupé porque alguien me matará o que alguien tratara de secuestrarme. Solo una princesa linda entre otras princesas. No soy una en un millón,  ni la más despampanante entre la multitud. Tengo carisma, buen humor por eso la gente se me pega como garrapata. Así que disculpen si no puedo evitar despegar mis ojos de los suyos mientras camino entre el gentío.

Es adrenalina corriendo por mi sistema mientras rememoro sus gemidos sonando contra mi piel. Es el deseo latiendo bajo mi piel mientras sus ojos me comen.

Esa no es la manera en la que vez a la persona que no soportas, Alvitzi. 

—No se quien será el desdichado que haya caído en tus garras, pero deja tu cacería para más tarde y  ayúdame a buscar a Charlize —dijo rápidamente mientras me arrastraba a los jardines inmensos de la reina.

—Es una mujer adulta, creo que sabrá cómo cuidarse sola. Vamos, disfrutemos de este buen vino. Hace mucho que tú y yo no nos emborrachamos juntas —sonreí haciendo tintinear el líquido brillante dentro de la copa.

Se detuvo delante de la entrada del laberinto y  frunció su ceño.

—Tengo 18, aun soy pequeña  para alcoholizarme.

Bufé divertida asintiendo.

—¡Oh, vamos! Usa esa labia con tu madre, no conmigo. Yo se que tu eres perversa, Panda —Sus comisuras temblaron conteniendo una sonrisa. 

Tomó la copa entre  mis dedos y se alejó en dirección opuesta del laberinto. 

—Tu búscala ahí dentro —señaló el laberinto —Y yo daré vueltas por ahí. Maldita Charlize. 

—¡Trata de no hincarle los dientes a nadie, Panda! —grité mientras me adentraba al laberinto.

—¡Oh, que te follen, Edy! —respondió con su voz llena de diversión. 

Como amo a esa chica.

Pase mis manos por las flores que florecían en las enredaderas. La flor del amor y pasión te guiaba en el laberinto de los enamorados. Podía escuchar algunos susurros de amor profesado bajo la luna,  risas traviesas y uno que otro jadeo.

Nada más divertido que follar con la adrenalina de saber que eran escuchados. 

No les mentiría, extrañaba tanto follar que  mi mano ya me resultaba aburrida. Necesitaba el calor de otra persona,  disfrutar de la intimidad durante el sexo, los besos, las caricias y jadeos rogando por más. Incluso estaba dispuesta a entrar en una relación seria para conseguirlo. 

Bueno ¿a quien engaño? Odio las relaciones serias. Pero siempre desee a un hombre que amará como ama mi padre a mi madre, como si ella fuera una maldita diosa y besa el piso por donde camina. Necesito ese tipo de amor devoto para decirle adiós a la soltería y saltar de cabeza a la monogamia.

LA ORDEN DEL FÉNIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora