10|CAUTIVOS II

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Almendra White solo fue la primera víctima de las garras de nuestro deseo

Black Dilaurentis.

2:40 AM 
20 minutos antes del ataque.

La llegada de los reyes de Keires solo hicieron que las cosas comenzaran a tirar con más fuerza de lo que debería haber hecho, esto no se debería haber alargado tanto. Aunque debía admitir estaba un poco impresionado de la forma en la que los Balderik usaban las palabras a su favor y defendían su honor con fervor que me hacía pensar ¿para ellos sería así de fácil poner a todos en nuestra contra?

Florence Dilaurentis fue una mancha que Theodorus no quiso borrar, era su hija y la amaba muchísimo incluso para encubrir muchas de las atrocidades que hizo. Florence era la oveja negra, la que salía de todo lo que estaba planeado para una mujer Dilaurentis y fue el mejor movimiento el haberla puesto a atacar a los Balderik. Aun así me molestaba tanto el poder del nombre de Florence sobre esta familia.

¿Que nadie dentro de esta familia podía pensar con la cabeza fría?

Me mordí la lengua y continúe observando el fervor en las palabras de Calandra Balderik.

—¡Quiero que tu monarquía deje de cobijar a violadores, asesinos, traidores y escorias! —grito haciendo que los vellos de mi brazo se erizaran ante la fuerza de su voz —Quiero venganza y no me importara tener que destruir tu reino para conseguirlo.

Me sorprendía que no lo haya hecho todavía. Calandra Balderik tenía todo lo necesario para dejar en ruinas a Keires y ponerse a sí misma como gobernante de este continente. 

Reconocí la mirada llena de superioridad de Charlize en calandra mientras miraba al rey dar un paso al frente sin dejarse intimidar.

—¿Es una amenaza,  Vođa? Una amenaza contra el rey significa traición contra la corona —dijo con calma pero podía ver la tensión en sus hombros y la advertencia en su voz.

El pecho de Calandra se infló y sus palabras mostraron a los cortesanos como es que a los legendarios les importa tan poco el reinado de los cuatro reyes.

—Tu no eres mi rey y yo no sigo tus reglas como tu tampoco sigues las mías —La castaña se acercó a susurrarle algo al oído que no solo hizo que Theodorus quedara helado en su lugar si no que hizo que el rey quedara mudo. Calandra se alejó satisfecha —. Tienes esa corona gracias a mi y mi familia. Aprende a elegir bien contra quién va a blandir su espada, majestad —dijo en un tono burlón.

Deje de prestarles atención a todos cuando sentí un frío angustiante rozándome la nuca y el chirrido de algo rozando contra las ventanas me estaba irritando. Pero aun así, de reojo, capte el movimiento de Regina acercándose a Charlize, deje atrás las extrañas sensaciones y trate de caminar hasta ella para detener lo que sea que estuviera por hacer.

—Ella gritó por ti ¿sabes? Cuando poco a poco la magia salía de su cuerpo y se aferraba al mío —dijo con una maldad venenosa saliendo de sus palabras —¿Que se siente saber que fuiste tu quien condenó su destino? 

—Tú la mataste.

Charlize negó con la cabeza mientras chasqueaba su lengua.

—Tú la mataste al no protegerla, tú la mataste cuando permitiste que atacara a mi familia, tú la mataste cuando en sus últimos suspiros ella rogó por ti y tu nunca llegaste —sonrió. 

Y fue el sadismo en sus ojos, el veneno en sus labios y la sonrisa sardónica en su rostro demostrando la ataraxia combinada con la violencia en sus movimientos lo que hizo que mis dedos cosquillean por necesidad de observar de cerca aquella belleza imperturbable.

LA ORDEN DEL FÉNIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora