Michael
El pequeño Michael caminaba debajo de la lluvia con la sudadera puesta, sus manos con unos cuantos billetes dentro de las bolsas.
Su madre no sabia que el se había escapado de nuevo de su habitacion a altas horas de la noche.
El chico no podía mirar por donde iba debido a la lluvia, sus zapatos y calcetas estaban mojados ya por los charcos en el pavimento. A pesar de no poder ver nada, Michael conocía el camino, lo había estado estudiando de hacia ya un tiempo y era la primera vez que el chico se armaba de valor y acudia a aquella esquina llena de lindos chicos no mayores de 20.
Antes, cuando él tenia unos cuantos años menos, de regreso de la escuela de musica, por la tarde, miraba a todos los chicos en esa esquina, deteniendose siempre en el mismo chico que en ese entonces tendría unos 17 años ( Michael tendría 15). El sabia muy bien porque estaba ahi, en esa esquina recargado sobre un poste de Luz.
Ahora que Michael tenia 17, se había armado de valor. Un valor que no sabia de donde lo había sacado ya que siempre era timido e introvertido. Estaba empapado, tenia un poco de hambre y el viento no ayudaba en nada.
Doblo en la ultima esquina y camino unas cuantas cuadras hasta que llego al lugar.
Dios. ¿Como era posible que aún así con la lluvia, aquellos chicos no se movieran de su sitio?. Sintió un nudo en la garganta como cuando quieres llorar pero te resistes.
Camino con el gorro de su sudadera puesta, hundiendo aún mas la cara para que nadie pudiese verlo y llego hacia el.
El otro chico estaba igual o peor de empapado, la lluvia había cesado convirtiéndose en una llovizna ligera, el chico temblaba y se abrazaba a si mismo en busca de calor.
Michael trago y se cerco un poco mas, podía jurar que lo escuchaba tiritar. El chico lo noto y Michael se sonrojo.
"¿Que sucede niño?" aún temblando, su voz era hermosa. "Deberías irte de aquí, no es lugar para un niño como..." Michael le había extendido los billetes, con la cabeza gacha "oh" fue lo único que respondió el otro chico tomando los billetes y guardandolos en su bolsa.
Michael no sabia que hacer ahora. Abrió la boca dejando que su aliento saliera y golpeara contra el gélido aire creando pequeñas olas de vaho yendo de aquí hacia allá.
"¿P-Podemos ir a m-mi casa?" dijo en un susurro audible.
"Podemos hacer lo que quieras, ya has pagado"