Michael
¿Que se suponía que debía de hacer ahora?
Estaba furioso, Luke había decidido dejarlo sin darle alguna explicación. Sólo dejandole un suave beso en sus labios.
Comenzó a llorar.
- Luke, no te vayas - susurró - No me dejes.
Abrazo con fuerza su almohada. Luke le gustaba, para que negarlo. Luke era como un campo de lindas flores en primavera. Lindo, libre ( en cierta manera) y estaba ahí para que fuese visto, admirado. En cambio estaba siendo terriblemente usado.
No entendía como había caído en todo este rollo, parecía que siempre se fijaba en los ojos tristes, o en aquellos que siempre mentían.
Por un momento creyó que Luke sería distinto a todos ellos, claramente, Michael estaba equivocado. Luke era un chico lindo, tan lindo que era casi imposible llegar a el; pero el lo había logrado. Había logrado llegar al corazón del rubio y roto chico.
Necesitaba encontrarle. Haría lo que fuese para encontrarle.
°•.•°•.
Luke
- ¿Crees que esto funcione?- le preguntó suavemente al chico moreno.
- No lo se, pero ese chico - señaló al lugar de donde luego Michael llegaba- no merece lidiar con esto por culpa tuya o de tu madre.
- Lo se, es sólo que. - paró - Creó que me agrada.
- ¡De ninguna manera Luke! - expresó - Escuchame bien, ese niño, el que esta allá probablemente llorando por ti, no merece lidiar con nada de esto. George lo sabrá si sigues con este juego. No es justo para el chico. - comenzó a susurrar - si, si George se entera probablemente lo perseguiría hasta el fin del mundo para hacerle daño Luke.
Se quedo pensando, necesitaba una forma de comunicarse con él.
La noche llegó luego de un par de horas y como siempre, los chicos tenían que salir a la misma esquina de siempre.
A esperar.
Pero Luke no podía esperar. Necesitaba actuar. Hasta que, por azares del destino encontró a la persona correcta para que le ayudase.