Cartas de Andrómeda

Sonrisa

Es curioso ver cómo una sonrisa, tan real y sincera, logra animarte incluso en los peores momentos. Con esa sonrisa, puedes observar cuán brillante es su ser, como un prado reluciente que solo trae paz, felicidad y amor. Es como una ventana que muestra todo sin escatimar ni un poco, o tal vez como un portal hacia una realidad reluciente.

Solo verlo deslumbra y siempre sacará una sonrisa. Solo con pensar en él, el mundo cambia a una tonalidad más clara y con tan solo escuchar su voz, verás un panorama distinto.

Es alguien con el poder de entender y ayudar sin salir lastimado, alguien que solo es feliz...

Pero, ¿cómo podemos llegar a ser tan ciegos? ¿Cómo no logramos entender la putrefacta realidad? ¿Cómo somos tan insensibles o simplemente es muy bueno escondiéndolo?

Incluso el más perspicaz sería incapaz de notarlo. Solo al tratar de entender su realidad, hace que hasta el más sabio dude de la veracidad de la vida.

Es como aquella llama que acaba con todo en aquel prado, o como cuando el portal deja de mostrar la hermosa vida, o cuando la ventana deja de mostrar lo bello.

Qué malo es el destino al hacerlo sufrir de esta manera. Como aquel maldito que no se rompe, la realidad lo cambia todo. Incluso la vida más perfecta puede romperse con solo un mal movimiento, tal cual una partida de ajedrez en la que basta con un mal movimiento y todo se derrumba.

Qué hermoso sería poder ver el panorama completo. Tan solo con eso, seríamos seres más completos y mejores.

Como el sufrimiento callado de un joven que no puede expresar su realidad, o el problema de depresión de aquel que abusa del alcohol. Al final, solo se queda ahí, en una realidad oculta.

La vida es la historia más grande y extensa, una que oculta mucho y ante la cual podríamos ser insignificantes. Ante el problema real, ¿quién quiere ver a un joven sufriendo por su sexualidad? ¿O quién desea presenciar cómo se derrumba una vida?

Al final de todo, solo somos humanos, al igual que tú, amigo mío.

Con cariño, Andromeda.