Mira, el sol se esconde. Será una linda coincidencia, aunque es hermoso ver cómo el cielo cubre el ser de un ente y cómo el propio universo logra entender la vida, ¿no crees?
Sabes, aún sigo intentando hablar con ella. Aún escribo para el antiguo periódico y aún tengo la pistola de papá.
Estos días he pensado en todos esos días contigo y con mis amigos. Aún intento recordar qué me pasó. Aún no entiendo por qué lo hice, por qué logré acabar con mi felicidad.
A lo largo de mi vida, he logrado entender varias cosas. La principal es que a nadie le importo. Eso me lo enseñó mi padre. Me dijo: "A nadie le importas, solo nosotros te queremos y te apoyamos. ¿Sabes por qué? Porque eres nuestro hijo..." Aún pienso en esas palabras y cuánta verdad esconden. Con el paso de los años, noté eso. Noté cómo a todos les importa más su beneficio que los demás. No importa quién sea, solo buscan su propia felicidad. A nadie le importa lo que los demás quieran. Solo importas a la gente que te vio crecer porque su propio cerebro vela por su seguridad.
Eso me hizo pensar que todos son unos hipócritas, toda esa gente es detestable. Nadie quiere verte triunfar, nadie quiere verte crecer.
Sabes, aún recuerdo la vez en que te conocí. Aún recuerdo la vez que te saludé en ese parque y me dijiste hola. Desde ese momento, nunca dejamos de ser felices. Creo que estás confundido. ¿Quién eres? ¿Acaso viviste todo eso?
No es así, viejo amigo. Siempre estuve ahí como una marioneta.
No creo que comprendas el dolor que siento al ver que toda mi felicidad se arruinó tan fácilmente. Aunque siempre te agradeceré tu presencia, siempre supiste que estaba ahí. Tú siempre me observaste, por eso te quedaste, por eso no me abandonaste, por eso nunca dudaste ni renegaste de nada.
Te lo agradezco. No sé qué hubiera hecho sin ti. Aún sigo llorando por lo que te sucedió. Espero que comprendas mi dolor. Nunca deseé que sufras, pero no tuve el control.
Al final, todo fue mi culpa. A la única persona a la que le importo, no pude ayudarla. Al final, yo fui ese hipócrita que solo vela por su propio ombligo.
Esta mañana, el sol no iluminaba mi habitación. La luz de mi vida eras tú. Nada es mejor que recordar lo que se perdió. Por eso, la mente es la cosa más bella, ¿no crees?
Esta mañana, la comida no sabía igual. Las sonrisas se volvieron falsas, la luz desaparecía, la familia se perdía con un manto negro alejándolos más de mí. Mi realidad se desmoronaba con cada segundo. Aún espero que vuelvas.
Todo se siente tan vacío. Las risas están apagadas, el sol deja de iluminar y las calles se vuelven más silenciosas.
Esta tarde comprendí que toda mi vida ha sido una mierda. Nunca logré completar lo que deseaba. Nunca pude expresar mis sentimientos a alguien amado. La frustración logra nublar mi visión. Sin embargo, esa misma frustración da un poco de luz a mi vida. Ese día pedí al tiempo que se detenga y que regrese atrás para volver a intentarlo.
Lo único que logré en este día caótico es escribir esta última carta.
Sería bueno que los demás pudieran despedirse de ti. ¿Sabes si alguien aún te está esperando?
Para terminar este día, quiero agradecerte todo y aprovechar para decirte que no me busques más. Deja que este muerto viviente muera en paz. Espero que tu vida mejore sin mí. Si no nos volvemos a ver, buenos días, buenas tardes y buenas noches.
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Cartas de Andrómeda
PoetryCartas de un cadáver, que solo busca que todos sus pecados sean perdonados y que todo su dolor termine.