Zombi

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¿Qué es lo más importante? ¿Por qué perder duele tanto? ¿Qué te hace especial? ¿Cómo es posible que mi cerebro trate siempre de sabotearme? Son tantas preguntas agobiantes que te llevan al mismo lugar, a una misma línea de dolor y que solo trata de romperte, como un demonio que acosa a todo y a todos. Tal vez pueda ser tu cerebro tratando de acabar con tus sueños, o ¿quién sabe? Solo puedes ser tú.

Tal vez solo sean tus propias ganas de perderte, desaparecer. Como una bola de nieve que absorbe lo malo y que va creciendo hasta que es tan grande que pierdes el control, y solo es cuestión de tiempo para que impacte con alguien y todo explote al mismo tiempo.

¿Quién podría juzgar esta emoción tan importante? Algunos la llaman "enfermedad", tal vez sea solo algo que todos tenemos, como una bomba de tiempo que solo contiene en su interior toda una realidad escondida. Pero pocos son los intrépidos o los maniáticos que logran controlarla. A veces, hay otros que no logran superarla y deciden tomar un camino que haga que desaparezcan.

Es tan parecida a una mafia, se encarga de acabar con todo y solo busca que enloquezcas. Para esto, emociones tan diferentes se unen para destruirte. Primero tenemos esta terrible y al mismo tiempo tan pequeña emoción que logra engañar al más precavido. Siguiéndola, tenemos aquella arma silenciosa que espera hasta que te rompas, espera que sufras y caigas en una desesperanza tan grande que solo quede la rabia. En ese momento, ataca y causa estragos a aquel desgraciado. ¿Quién diría que en este grupo tenemos a una "amiga y compañera"? Esta es una de las viles, o mejor dicho, son muy humanos. Te da una cálida bienvenida y hace que te sientas bien en un mundo horrible. Aunque todo sea color de rosa, poco a poco ese color se oxida y se pierde, hasta que en el momento en que enloqueces, te apuñala por la espalda. Y así solo nos queda el último, ese sentimiento tan abrumador, tan tenaz, tan controlador. Tenemos al Jefe, aquel magnate que juega contigo y te rompe tan fácil como un títere. Todo esto lo realiza incansablemente hasta que no quede ni la sombra de lo que fuiste, dejándome como un contenedor vacío.

Todo este martirio crea ya no a un ser humano, solo está un cuerpo, sin razón ni propósito. Un cuerpo que solo anhela que el dulce abrazo de la muerte le cobije.

¡Qué sorprendente, ¿no crees? Quién diría que no solo debemos temer por los demás, sino que también debemos dudar de nuestra propia mente. Quién diría que siempre acechan. Por eso te dejo una frase como reflexión: "Teme por lo incierto y prevé el futuro. Recuerda, nunca estás solo".

Con cariño, Andrómeda.

Cartas de AndrómedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora