Capítulo 1

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JULIANA POV

Hoy era mi primer día, el primer día donde tendría que pensar qué especialización quería. Había tantas que el director del Hospital Central de Miami nos daba la oportunidad de probar en las áreas para poder elegir con sabiduría. Estaba en el estacionamiento del hospital esperando que marcaran las 8am en punto, solo dos minutos y estaría dentro.

Por mucho pensé en irme directamente a cardiología o neurología, pero al pasar el tiempo en la universidad y las salidas al hospital, ya había cambiado de parecer y lo mío es pediatría. Desde que me dieron la oportunidad de trabajar con unos niños esa idea no ha cambiado y, además, dicen que los mentores de pediatría son los más amables.

Bajé de mi auto y entré al hospital donde doctores caminaban rápidamente por los pasillos. Me acerqué a la cafetería y noté la gran cantidad de gente que hablaba entre sí. Yo inmediatamente busqué a Sergio, quien comía un panecillo que le arrebaté en cosa de segundos.

— Eso es mío.

— Ve por otro. – Él gruñó levantándose por otro. Cuando volvió yo solo le sonreí comiendo del panecillo que le había quitado.

— ¿Estás lista?

— Estoy algo nerviosa. — Murmuré.

Una chica algo joven se había levantado sobre una mesa llamando la atención de la mayoría.

— Bienvenidos, chicos del primer año. Soy la doctora Gastélum, la jefa de los residentes. Este es su inicio y es hora de que busquen a algún titular que les quiera enseñar, si no acérquense a mí. — Ella bajó de lo más normal anotando cosas en su tabla.

— Hola, chicos. — Regina se sentó frente a nosotros inclinándose sobre la mesa. — Ya tengo la información de los titulares, ¿Qué buscan?

— Cardiología. — Dijo Sergio.

— ¿Ves a la señora de allá? — Señalo a una doctora de aproximadamente 40 años. — Es la doctora Ruiz, es una de las mejores por lo que dicen. Viene de Yale y ha vuelto de África hace unos 2 meses.

Sergio se levantó rápidamente para acercarse a la mujer.

— ¿Y tú, Juls?

— Pediatría.

— Uh.

— ¿Qué pasa?

— Sólo queda una persona. — Yo fruncí el ceño, ¿cómo que quedaba solo una persona? — Deberías reconsiderarlo.

— ¿Qué hay de malo en esa persona? — Ella hizo una mueca. —  Oh, ella no.

— Sí, sólo queda Valentina Carvajal. — Tomé mi cara entre mis manos, este se supone que debía ser uno de mis mejores días.

Valentina Carvajal era una total perra engreída. Ha estudiado tres carreras diferentes y tan solo tiene 27 años, sin mencionar que es una de las mejores titulares del hospital. Es una chica genio que conocí en una de mis pasantías, solo habla si es necesario, menos si eres un extraño. Además, nunca había visto residentes cerca de ella a menos que fueran los residentes de sus compañeros. Dicen que ella solo conoce la palabra “no”. Es una bruja. Una vez choqué con ella por accidente y al parecer desde ese día me odia, no dejaba de mirarme cada vez que mi clase venía al hospital.

— ¿Qué hay del doctor Hugo? - Ella miró el salón y negó.

— Al parecer, Randy se ha adelantado. Puedes intentarlo o simplemente hablar con la jefa de los residentes. Aunque si fuera tú, iría directamente con la jefa, no creo que la nieta dorada quiera tenerte como su subordinada.

Oh, claro, se me olvidaba; ella tenía un apodo. Era conocida también como “nieta dorada”, ya que era nieta de León Carvajal, un reconocido cirujano de Miami.

Me levanté del asiento y miré a Valentina Carvajal quien estaba pendiente de su teléfono. Luego mi mirada se fue a la jefa de residentes que tomaba su soda mientras veía unos papeles. Fui hacia la jefa de residentes que al verme llegar levantó su mirada con una pequeña sonrisa.

— ¿Qué área quieres?

— Pediatría.

— Déjame revisar… Carvajal es la única que queda disponible.— Yo asentí mientras ella suspiraba volviendo a tomar de su soda. — ¡Doctora Carvajal, venga acá! — Cuando pensé que ella podría solucionarlo, sólo empeoró las cosas. La doctora de pelo rubio e intimidante presencia se acercó a nosotras, yo bajé la mirada.

— ¿Qué quieres Murguía?

— Tú serás la encargada de esta chica. — Sentí su mirada frente a mí. Esperé con mi mirada abajo la negación de ella pero aquello no llegaba.

— Esta bien, pero si mete las patas y mata a uno de mis pacientes, no la aceptaré en mi sección nunca más en la vida. — Yo respiré profundamente sabía que ella no… Esperen, ¿Dijo que sí? – Ven conmigo, chica.

— Me llamo Juliana Valdés.

— Bien, Valdés. Escucha, no te metas en mis asuntos y no interfieras en nada. — Yo asentí mientras la seguía por los pasillos. — Ahora, ¿Sabes qué hacer? — Asentí. — Entonces, bienvenida al Hospital General de Miami.

Entramos a una habitación decorada para niños, y en la cama se encontraba un chico gimiendo de dolor, yo me acerqué a leer el informe rápidamente mientras los padres nos miraban preocupados.

— Él es Joel Ríos, tiene 9 años y no presenta enfermedades. Se calló de su patineta y se ha dislocado el hombro. — Ella asintió acercándose.

— Hola, Joel, soy la doctora Valentina, — Su personalidad había cambiado bruscamente, tenían razón cuando decían que los de pediatría eran simpáticos, pero con sus pacientes. — ¿Me dejas ver ese brazo? — Él chico asintió. — ¿Puedes contar hasta cinco?

— ¿Eso en que ayudará a mi hijo? — Valentina ignoró al padre mientras contaba, cuando llegó al tres ella tiró de su brazo. Yo me sobresalté al igual que los padres del niño. — ¡¿Qué le ha hecho?!

— Él está bien. — El pequeño chico asintió mientras veía su brazo. — ¿Te ha dolido?

— No mucho, gracias doctora. — Ella le sonrió levemente.

— Bien, ¿Cuál es tu color favorito?

— El rojo.

— Dile a la enfermera que traiga el material rojo para el brazo del niño. — Yo asentí. — Estarás con yeso en tu brazo para ayudar a que no te duela más, ¿Bien? — El niño solo asintió. — Tráiganlo en dos semanas para hacerle unos exámenes y verificar que su brazo siga bien.

— ¿Eso es todo? — Ella asintió mientras tomaba la ficha del chico para firmarla.

— Si le duele, denle esto. — Le estiró una receta. — Una vez que le pongan el yeso, pueden irse. Encargarte Julieta, tengo una cirugía. — Ella se fue.

— Es Juliana. — Suspiré antes de llamar a la enfermera que pasaba. No sólo me iba a tener que quedar a poner un yeso, si no que me perdería una cirugía, genial.

ANATOMY OF LOVE - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora