Capítulo 6

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VALENTINA POV

— ¡¿Por qué no está latiendo, Renata?! — Dije alterada al ver como no había pulso.

— ¡Su cuerpo no lo acepta, no me grites! — Ella parecía alterada y sabía que era por mi presión.

— Venga Renata, eres una de las mejores cardiólogas del estado, tienes que encontrar una forma de salvarle. — Dije algo más calmada, pude ver a Juliana mirándonos nerviosa. — Renata. — Insistí al ver como se quedaba en silencio.

— Cállate. — Ella gruño mientras empezaba a realizar un masaje cardiaco. — Venga Thomas, tú puedes. — Le escuché murmurar. — ¡Denme las paletas! — Quité las manos de mi residente y pude sentir como temblaban.

— Sal del quirófano. — Le murmuré y ella negó.

— ¡Despejen! — Él niño recibió una descarga eléctrica pero su pulso no volvía.

— Sal, ahora. — Le quité lo que llevaba en sus manos y lo dejé en una bandeja, ella salió rápidamente mientras Renata trataba de reanimar al chico de 13 años. — Renata. — Tomé sus manos y vi sus ojos inundados de lágrimas. — Hora de la muerte, 13:48 PM.

— Yo... lo intenté. — Yo asentí mientras la alejaba del cuerpo sin vida. — ¿Cómo puedes soportar ver niños morir?

— No lo soporto, es por eso que trato de salvarlos. — Ella me abrazó sorprendiéndome.

— No podría vivir si Luka le llegase pasar algo, no puedo decírselo a la madre.

— Primero, a Luka no le pasará nada para eso estamos nosotras para protegerle. Y tranquila, yo hablaré con la madre. Ve a descansar un poco, tienes otras operaciones. — La separé de mí para poder quitarme la bata y los guantes.

Cuando fui a la sala de espera, su madre se acercó a mí en cosa de segundos, pero ella sabía lo que había pasado pues sin decirle ni una sola palabra buscó refugio en mis brazos. Me sentía culpable de no poder haber ayudado a ese niño, pero habíamos hecho todo lo posible y la verdad, sí esperábamos más de todas formas iba a morir.

Salí a tomar un poco de aire a la zona de descarga de suministros y me encontré a Valdés llorando sentada en el suelo. Era normal que los residentes llorasen en sus primeras muertes y es por eso que estábamos nosotros, para enseñarle a cómo salvar vidas y cómo aceptar a la muerte. Por eso odiaba tener residentes, odiaba sentirme más responsable de una muerte de lo que ya me sentía.

— Valdés, deja de llorar. — Murmuré sentándome a su lado.

— ¿Cómo puede estar así luego de ver morir a un niño de 13 años? — Yo suspiré revolviéndome el pelo.

— Escucha, tienes que aprender a ser fuerte. Somos médicos para salvar vidas, pero muchas veces, aunque demos lo mejor de nosotros no podemos salvar todas. Aunque me gustaría, no se puede. Está bien sentirte mal porque ese niño murió, pero no puedes derrumbarte, hay una familia que necesita un apoyo que muchas veces tenemos que dar nosotros, ellos necesitan a alguien fuerte que los sostenga cuando tengan que donar los órganos de su hijo o tengan que firmar el acta de defunción. Que esto te sirva de experiencia, y aprendas a superar los errores que nosotras cometimos ahí adentro.

— Ustedes no cometieron errores.

— Todos los cometemos. Nosotras debimos investigar si el cuerpo de Henry iba a poder resistir eso. — Suspiré y me sorprendí cuando ella puso su cabeza sobre mi hombro. — ¿Quieres ir por unas hamburguesas? — Ella me miró confundida. — Estuvimos ahí unas 5 horas, muero de hambre y necesitas despejar tu cabeza. Mi mentor cuando viví mi primera muerte solía decir, "Bebe unas copas y regresa cuando estés sobria", claro que no quiero enseñarte a ser una alcohólica, así que vamos a comer unas hamburguesas y volvamos cuando te sientas mejor.

— Claro, iré a cambiarme. — Ella sonri

— Te sigo.

Luego de ponernos nuestra ropa común fuimos al bar de Panchito, siempre me hacían un descuento al ser clienta frecuente junto a los chicos. Ella parecía confundida cuando entramos y yo le pedí a un mesero dos hamburguesas especiales.

— ¿Pasa algo? — Le pregunté.

— No pensé que usted conociera este lugar. — Alcé una ceja. — Bueno, eres muy joven y todo eso, pero no pensé que eras de frecuentar el bar de Panchito. Con los chicos venimos aquí casi siempre. — Busqué mi billetera y le mostré la tarjeta que Panchito me había dado cuando decidí abrir mi cuenta y luego de un tiempo les invité a todos unas copas cuando estaba más que borracha. - ¿Una tarjeta VIP?

— Bueno, son al menos unos 5 años acá. — Me encogí de hombros. — Hubiesen sido más si hubiese podido consumir alcohol a una temprana edad. — Reflexione para mí misma.

— Empezaste la escuela de medicina muy joven.

— Pudo ser antes, pero a los 15 estuvo bien. — Me encogí de hombros. — No es la gran cosa, puedo ser una cerebrito, pero hay muchos buenos cirujanos que ni siquiera adelantaron cursos o algo y bueno, han ganado premios y esas cosas. ¿Cuántos años tienes?

— 23.

— Me alegra que los residentes de los primeros años sean tan jóvenes, me hacen sentir mayor en ese lugar de ancianos. Incluso mis amigos son mayores que yo por al menos 5 años, algunos 4. — Tomé uno de los menús infantiles para hacer las sopas de letra. — Aunque a veces soy más madura que ellos.

— Se nota. — Se burló de mí y yo le miré con una ceja alzada.

— Valdés, no te olvides que yo soy una titular.

— Lo siento, yo… — Sonreí.

— Caíste. — Mordí mi lengua sonriendo y ella suspiró aparentemente aliviada. — Entonces, ¿Problemas en la infancia o alguna enfermedad en tus hermanos? — Ella pareció quedar paralizada.

— ¿Cómo…

— Cuando un cirujano se decide por neurocirugía para poder curar alguna enfermedad es porque algún cercano la sufre o sufrió. Cuando un cirujano es cardiólogo es porque algún cercano murió de un ataque al corazón. Cuando un cirujano elige ortopedia es porque tiene un problema con la ira. Cuando un cirujano elige pediatría es porque tiene a niños muy presentes en sus vidas. — Ella se quedó en silencio y el mesero puso nuestra comida al frente de nosotras.

— Mi hermano murió cuando era un niño. — Yo iba a comer de mi hamburguesa, pero me detuve.

— Lo lamento.

— No tienes qué hacerlo, la verdad es que ya no es un tema que duela como cuando era una niña o adolecente. Pero yo no pude salvarle. — Murmuró antes de empezar a comer. Dios, siempre hablaba de más.

— Bueno, desde ahora salvaras a muchos niños porque estarás a mi cargo. — Le guiñe un ojo y ella sonrió levemente.

— Su hermanito tiene mucha suerte de tenerle. — La miré confundida. — El niño amante de Taylor Swift.

— Oh, sí. — Preferí no aclarar el tema de Luka, la verdad no quería dar la larga explicación acerca mi hijo y mi ex novia.





ANATOMY OF LOVE - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora