Capítulo 12

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Valentina.

Llegué a casa luego de un largo día en el hospital, estaba cansada y de verdad esperaba que Renata estuviese dormida, no quería otra noche llena de estúpidas discusiones. Desde que me propusieron aquel trabajo en Kenia las discusiones no habían parado, ni siquiera acepté y Renata estaba molesta por ello. Cuando entré al apartamento noté lo ordenado que se veía, me dirigí directamente a mi cama y me sorprendí al no ver a Renata y los armarios abiertos con solo mis cosas. Corrí rápidamente a la habitación de mi hijo notando que su cama también estaba vacía pero su ropa tampoco estaba, tomé mi celular y marqué el número de Renata mientras volvía rápidamente al estacionamiento del lugar. Ella me contestó en la tercera llamada.

— ¡¿Dónde mierda te has metido, Renata?! — Gruñí.
— Val, yo...
— Val, al demonio. ¿Dónde te has ido con mi hijo, Renata?
— Nuestro hijo. — Suspiré. — Estamos en Houston.
— ¿Qué haces allá?
— He aceptado un trabajo acá.
— ¿Qué? — Las puertas se abrieron indicándome que estaba en el estacionamiento. — ¿No pensaste en decírmelo?
— Escucha, sé que estas alterada, pero creo que necesitamos un espacio y un tiempo. Nuestra relación no está bien y...
— Toma tu maldito espacio y tiempo que quieras, pero no me puedes simplemente alejarme de Luka, él también es mi hijo.
— Lo sé, Valentina. Puedes visitarnos y él puede tomar vuelos para verte o algo.
— Tiene apenas 7 años, Renata.
— Estoy tratando que esto funcione.
— Quizás funcionaria si me hubieses dicho que demonios estaba pasando por tu cabeza antes de llevar a nuestro hijo a otro estado, a otra ciudad, a 1.362 millas de distancia. — Tiré mi celular sin importarme que se pudiese quebrar.

Me sobresalte en la cama del hospital y llevé mi mano a mi pecho, mi corazón latía rápidamente. Respiré profundamente repetidas veces para poder calmarme un poco, de hace mucho no soñaba con el día en que Renata me dejó. Mi localizador sonó y tomé unas cuantas respiraciones más antes de salir de aquella habitación.

Cuando terminé mi día e iba a mi auto me sorprendí al ver a Juliana apoyada en mi camioneta, alcé una ceja mientras ella sonreía.

— ¿Juliana, pasa algo? — Ella negó con una pequeña sonrisa.
— Eso quería preguntarte, te vi saliendo de la sala de descanso algo agitada. Debo confesar que me preocupe un poco.
— Estoy bien. — No mentía, aquellas malas sensaciones luego de los recuerdos de Renata solo eran momentáneos. — Me sorprende que te quedaras a esperarme cuando sólo podías enviarme un texto o algo. — Ella se sonrojó levemente, me acerqué a su lado y besé su mejilla. — Gracias por preocuparte.

— Hey, fuera de este hospital puedo ser tu soporte, lo sabes. — Yo asentí.
— Sube, es temprano y te compraré un helado. — Ella sonrió antes de subir rápidamente a mi auto.

Cuando subí y encendí el auto ella puso la radio y me hizo escuchar su música pop durante todo el camino, estacioné mi camioneta en la playa y vi su gran sonrisa al ver el océano.

— Me gusta tomar helado en la playa. — Ella dijo sonriendo.
— Lo supuse, Sunshine. — Le molesté.
— ¿Un apodo? — Ella alzó una ceja.
— Puede. — Me encogí de hombros. — Es difícil pensar en un sobrenombre.
— De todas formas, me gusta pensar que soy tu rayito de sol, Val. — Ella bromeó y yo sonreí medianamente.
— De hace mucho nadie me llama Val. — Confesé bajando del auto, ella me siguió rápidamente y caminamos al camión de helados. — Mi abuelo era el único que me decía así, para ser sinceras.
— ¿Ya no?
— Ya no soy una niña. — Respondí encogiéndome de hombros.
— No hay edad para tener apodos. — Ella entrelazo nuestros brazos sorprendiéndome.
— No lo había visto de esa forma.
— Creo que ves todo muy gris a veces.
— Quizás sea así. — Murmuré una vez que llegamos al camión de helados. — Un helado de vainilla.
— Y uno de chocolate. — Él joven nos sonrió antes de preparar nuestros helados, pagué ambos y tomamos nuestros helados. — Hey, saquémonos una foto.
— ¿Qué? — Ella sacó su celular sonriendo.
— Ya sabes, una selfie. — Ella rodo los ojos de forma divertida. — Venga, nadie se enterará, será nuestro secreto. — Me guiño un ojo y sonreí levemente, terminé aceptando y ella puso la cámara.

Ambas posamos y cuando sentí sus labios en mi mejilla no pude evitar sonreír levemente, no sabía porque ella me sacaba sonrisas, así como así, pero la verdad es que no me importaba, me gustaba volver a sonreír libremente. Nos sentamos mirando la playa, comíamos nuestros helados en silencio, no era incomodo, todo lo contrario, era bastante acogedor como si no necesitáramos palabras para pasar un buen rato.

— De hace mucho no veía el anochecer. — Le miré y los últimos rayos de sol iluminaban sus ojos avellana. — Sabía que estudiar medicina era todo un reto, pero nunca imagine que sería tan difícil aunque claro, a ti no se te hizo tan difícil.
— En realidad, sólo se trata de la memoria. — Suspiré. — Tengo memoria fotográfica, eso me ha ayudado toda mi vida.
— Eso es genial.
— La mayor parte del tiempo, — Me encogí de hombros. — hay cosas que preferiría no recordar tan claramente.
— Cuando iba en la secundaria no era el cerebrito. — Le miré. — Usaba frenos y todo eso, — Ella rio levemente y no pude evitar sentir algo de ternura ante la imagen mental que se había formado en mi cabeza. — pero no lo era. De hecho, era bastante popular por jugar softball. — Ella imitó la acción del bateo. — Pero tenía una vida de mierda fuera del instituto. — Vi como su cuerpo se tensaba.
— Hey, no tienes que...
— Quiero hacerlo, creo que confías en mí y yo también debería hacerlo. — Ella tenía una sonrisa algo triste en su cara. — Mi madre había dejado a mi padre cuando mi hermano menor nació, no le culpo, mi padre era un idiota y si hubiese podido, yo también lo hubiese dejado. Mi padre era borracho y traté de evitar que Izan viera eso, cuando estaba sobrio era algo decente. — Ella suspiró. — Cuando tenía 12 años fue la primera vez que me golpeo...
— Juliana... — Murmuré, sabía que aquello le estaba doliendo por su mirada. No quería ver esos ojos tan tristes de nuevo. — En serio, está bien. Puedes continuar otro día, ¿Te parece bien? — Ella asintió suspirando algo agradecida.
— Bien.

ANATOMY OF LOVE - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora