Capítulo 8

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VALENTINA POV


Fui a pediatría para empezar mi trabajo cuando vi a Eva hablando animadamente con Juliana. Esa perra, era mi amiga, pero parecía que todos estuviesen interesados en llevarse a Juliana a su especialidad y los entendía, ella simplemente era buena.

— ¡Valdés, a trabajar! — Alcé la voz y ella en cosa de segundos estaba a mi lado. — ¿Qué fue lo de la mañana?

— Oh eso, me tropecé y...

— No botaste nada.

— Eso es porque solía ser la receptora de mi equipo de Softball en la secundaria, sin mencionar que yo practicaba malabares para...

— No quiero más explicaciones, Valdés. — Ella asintió guardando silencio, pasamos a un lado de Eva quien tenía una sonrisa divertida, rodé mis ojos antes de irme a mi trabajo.

Aquel día había sido agotador. Parecía que un montón de niños hubiesen sido parte de una competencia de quien necesita más atención medica luego de hacer algo estúpido. Además, tuve que soportar algunos adolescentes hormonales y sólo le rezaba a Dios para que Luka no fuese así en unos años más. Cuando pude tomar aire un poco en la sala de estar mi celular sonó, era Luka.

— Hey, Luk — Sonreí levemente. — Feliz cumpleaños.

— Hola, Val. Gracias, oye quería saber si yo podía... podía quedarme en casa de los papas de mamá. Sé que teníamos planes, pero sabes que no los veo casi nunca porque mamá Renata siempre está en el hospital y...

— Hey, Luka. Está bien.

— ¿Lo está?

— Claro, es tu cumpleaños y ellos tienen derecho a pasarlo contigo. – Traté de sonar lo más normal que podía, pero sentía una presión en mi pecho, odiaba no poder verle.

— Estupendo, pero ¿mañana podemos pasar el día juntos?

— Te iré a buscar a la escuela. Luka ahora tengo que operar, disfruta tu cumpleaños. Te amo.

— Y yo a ti, mamá. — Terminé la llamada y le envié un mensaje a mis amigos avisándoles la cancelación de los planes. Me levanté para tomar las galletas que había hecho Lucía, algo dulce para pasar mi pequeña amargura. Odiaba pasar tan poco tiempo con Luka.

— ¡Hey, no puedes comerte esas galletas! – Miré a Juliana confundida. – Me demoré horas para que se las robes a la doctora Borges.

— ¿La has hecho tú? — Alcé una ceja. Ella asintió con su ceño fruncido. — Lucía, maldita mentirosa. — Murmuré mirando las galletas, pero seguí comiéndolas. — Vete, Valdés.

— ¿Estas bien? — Ella parecía preocupada.

— Sí, ahora vete.

— Escucha, puedes contar conmigo si lo necesitas, Valentina. — Yo le miré haciendo una mueca.

— ¿Podrías prepararme más galletas?, mi abuela solía hacerme todo el tiempo y estas están tan buenas como las suyas. — Ella asintió con una pequeña sonrisa.

— Claro, vamos a mi casa. — Yo asentí. Ambas fuimos a cambiarnos y cuando fuimos al estacionamiento por primera vez me detuve a apreciarle de verdad, y la luz de la luna le hacía brillar. Su largo cabello castaño, su tono bronceado, sus ojos oscuros y sus delicados labios, ella era muy bonita. — Yo... no tengo auto.

— Oh, está bien. Podemos ir en mi camioneta. — Caminé hacia mi camioneta negra.

— No pensé que te gustaban los autos grandes. — Me encogí de hombros.

— Pues, son espaciosos y cuando decido ir a la playa son de gran ayuda.

— ¿Vas a la playa? — Sabía que se estaba burlando por mi tono de piel casi pálido.

— Sólo dame la dirección. – Ella sonrió.
Llegamos a un edificio departamental que no se encontraba tan lejos del hospital, este edificio era habitado en su mayoría por residentes, lo sabía porque solía visitar este edificio para unos rápidos encuentros con residentes del último año. ¿Qué?, no puedo vivir toda mi vida llorando porque mi prometida me había dejado para irse a Houston con mi hijo. Subimos por el ascensor y yo me quede mirando nuestro reflejo a través del espejo que cubría las paredes nunca he entendido porque les ponían espejos a los ascensores.

— ¿Con chipas de chocolate? — Ella preguntó mientras sacaba en su cocina todo lo que necesitaría. Yo estaba sentada en la barra observando el lugar, aquí vivía más gente.

— ¿Con quién vives?

— Con mi mejor amigo, pero él está haciendo turnos en el hospital. — Se encogió de hombros. — ¿Con o sin chipas? — Volvió a preguntar.

— Detesto el chocolate. — Ella me miró asombrada.

— ¿Qué clase de humano eres, Valentina? — Yo me encogí de hombros.

— Lamento mi actitud de hoy, no ha sido un buen día.

— Tranquila, somos humanos. — Ella sonrió levemente. — Pero, ¿sabes?, siempre me puedes pedir que te prepare unas galletas. Mi ex solía decir que no eran tan buenas.

— Gonzalo es un idiota. Los ex normalmente lo son. – Me encogí de hombros.

— ¿Tienes algo así como una rivalidad con Gonzalo?

— No, sólo lo odio, él me odia, nos odiamos. — Suspiré. — Él trató de seducir a mi ex novia.

— Oh, — Esperé algo como "Oh, eres lesbiana". Pero no llego. — eso suena muy Gonzalo.

— Pero lo hizo para molestarme, simplemente porque un día lo expulse del quirófano. — Ella me miró asombrada. — Él solo no dejaba de hablar y eso es algo que me molesta cuando estoy con un paciente casi muerto sobre la mesa.

— Muchos parecen conocer a tu ex novia. — Ella cambió de tema.

— A decir verdad, tú también la conoces. Es Renata. — A ella se le cayó un huevo, pero lo atrapó antes de que tocase el suelo. — Manos rápidas.

— ¿La doctora Notni? — Asentí. — Pero ella es tan dulce y... — Fruncí mi ceño. — Mejor cocinaré las galletas.

Luego de un rato, tenía un plato lleno de galletas recién hechas, a Luka le encantaría. Trataré de guardarle algunas. Mientras comíamos ella me contaba historias de cuando trató de entrar a una hermandad las cuales eran bastante graciosas.
— Entones Manuel dijo, "No, es imposible que Albert Einstein siempre fuera listo pues papi siempre dijo que él sacaba malas calificaciones como yo y por eso yo sería un genio" y le tuve que explicar que el sistema alemán era lo contrario al nuestro y pues me expulsó. — Yo reí levemente. — Y bueno, Manuel trabaja para un laboratorio.

— ¿Era un genio?

— Oh no, es el sujeto de prueba. — No pude evitar reír ante la tragedia de la chica. Un mensaje llegó de parte de Lucía luego de que le acusara de estafadora y noté lo tarde que era.

— Creo que es hora de irme, gracias por esto Juliana. — Ella sonrió.

— No hay problema, me ha agradado tu compañía. — Me quedé mirándola por un rato al igual que ella, ¿Por qué me miraba así?

— Hey, clon de Bárbara López, he llegado. — Miramos hacia la puerta y vi a uno de los residentes, aquel chico rubio que siempre le acompañaba. — Santa Macarena Achaga. — Él me miró asombrado y sus mejillas se tiñeron de carmesí cuando notó lo que había dicho. — Digo, doctora Carvajal.

— Yo ya me iba. — Me levanté ante la mirada cómplice de ambos chicos.

— Llámame cuando llegues a casa.

— Sí, mamá. — Ella me dio un leve golpe en mi hombro y yo besé su mejilla. — Gracias por esta noche. — Ella me sonrió y yo me fui de aquel departamento para volver al mío.

Vi la decoración que le había preparado a Luka y suspiré, lo vería mañana no tenía que dramatizar tanto. Pero no podía negar que la había pasado bastante bien en el departamento de Juliana.


ANATOMY OF LOVE - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora