Capítulo 23: Ojos

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Ambos se habían escabullido entre risitas a la terraza a desayunar, ya se habían acostumbrado a comer en esa parte. Era tan linda la vista desde ahí, y era el más privado en el edificio.

Vamos Shun—Hizo espacio moviendo una de las cajas, y se sentó en el suelo, Shun se aproximó a ella con una cálida sonrisa—Sientate conmigo—Desde el suelo, tomó a Shun de las manos, acercándolo un poco más.

—Shun: Ya voy—Soltó una risita y se sentó a su lado, no le daba mucha importancia ensuciar su traje negro—¿Y qué has traído para desayunar?

Pues traje tsukemono—Empezó a comer, bajo la mirada tierna de Shun—¿Qué pasa?—Preguntó entre risas.

—Shun: No pasa nada, no tienes nada—Empezó a comer su desayuno—No sé, me quedé pensando en otra cosa.

Me gusta que te hayas vuelto a adaptar tan bien a la escuela, hay gente que el ambiente escolar le es horrible.

—Shun: Se me ha dado bien el colegio, por suerte. Se me es más fácil que las guerras santas.

¿Guerras santas?—Ladeó ligeramente la cabeza—Recuerdo que me hablaste de eso, pero no termino de entender que es exactamente.

—Shun: Las guerras santas son las peleas entre dioses y sus soldados.

No termino de creerme que los dioses estén entre nosotros.

—Shun: Si, cuando lo escuché por primera vez estaba realmente confundido—Admitió.

Y me imagino que ya estás acostumbrado a todo ese ambiente mágico y con poderes más allá de nuestra imaginación.

—Shun: Se lo básico, pero no tengo tantos años de experiencia—Terminó de comer y dejo el recipiente a un lado—Pero el ambiente de la escuela me gusta más.

Y no me has contado por qué volviste a Japón, no creo que haya sido solo para verme—Le tiró una mirada pícara al santo—¿Por que el santo de andrómeda prefiere estar conmigo desayunando en una azotea de un colegio?—Cuestionó con buen humor.

—Shun: Yo soy una persona que odia de las peleas, este lugar es mejor, para mí es estar aquí es—Planeaba seguir con su explicación, pero un dolor punzante le recorrió el cuerpo, clavó las uñas en sus piernas intentando contrarrestar el dolor.

Shun—Se le acercó, apoyando las manos en su hombro—¿Está pasando otra vez?—Shun asintió con la cabeza—Ya voy—Se levantó con rapidez y cerró la puerta de la azotea. 

—Shun: —Se agarró la cabeza con las manos—A-ahg—Se empezó a quejar del dolor—V-ven, por favor—Le tomó una de las manos.

Había empezado otro de esos, Shun les llamaba "Ataques". Pero "Son solo ataques de ansiedad" ¿Verdad? Aunque si tenía ataques de ansiedad cada cierto tiempo, estos no eran alcanzaban el horrible dolor de estas cosas.

Shun ni sabía explicar bien que eran, podía decir lo doloroso y extraño que era, pero jamás alcanzaría a describir el sufrimiento experimentado en estas cosas.
  Lo más curioso era que mientras sucedía este dolor, su cabello intercambiaba su color natural por un rojo carmesí.

—Shun: N-no te vayas—Pidió con voz quebradiza, se venía la peor parte de todas, tomó con aún más fuerza la mano de la chica.

No me voy a ir, Shun—El empezó a retorcerse del dolor, sus ojos se volvieron opacos, como si estuviera ciego, bajo la cabeza mientras su cabello tomaba tono rojizo, en algunos mechones hasta un tono negro. La voz de sus gritos se quebraba y se hacía cada vez más gruesa.

Él apretó su mano hasta que pasará por completo el dolor, tardaba mucho en desvanecerse pero estar con ella le hacía sentir en paz, pero no mejor exactamente.

—Shun: Y-ya paso... C-creo que ya paso—Se agarró con dolor la cabeza, algunos cabellos se habían quedado carmesí—M-mi cabello—Tomó entre sus manos un mechón, detallando la diferencia de matices.

No es lo único, Shun—Señaló con torpeza la cara del chico.

—Shun: ¿Mi cara? ¿Qué tiene mi cara?—Se palpo la cara buscando algo, algo que fuera diferente.

Tus ojos—Ella sacó de su morral un pequeño compacto, lo abrió para que Shun pudiera detallar el problema.

—Shun: —Pegó un chillido, por poco se le cayó el objeto—¡No puede ser!

Es parte de lo que me habías contado de Hades, ¿No?

—Shun: No pensé que sería tan grave—Se levantó y empezó a caminar ansioso por la azotea, apretando el objeto—Esto no puede estar pasando, ¡Saori venció a Hades! ¡E-esto debe ser una ilusión de algún enemigo! ¡No puede ser posible!—Se tiró al suelo sintiéndose derrotado.

Cuéntame de ese tal Hades—Se sentó a su lado mientras el joven escondía su cara entre sus rodillas—¿Por qué te haría algo así?

—Shun: Hades es el dios del Inframundo, del que se habla en la mitología griega—Enunció entre sollozos—La reencarnación de Atena lo había derrotado, lo había apuñalado y él junto a su reino de habían desvanecido.

Si el Inframundo y todo lo que eso tiene se desvaneció ¿A dónde van ahora los muertos?

—Shun: No estoy seguro—Movió un poco la cabeza para mirar a la chica—¿Cómo consigues sobrellevarme con todos mis problemas de caballero? ¿No te genero molestias? ¿No representa para ti un estorbo hacer todo ese proceso de ayudarme con mis ataques?

Soy tu amiga, y sería una muy mala amiga si no te apoyara—Rodeó a Shun con su brazo izquierdo—Y tus problemas no me representan una molestia, no me pareces un estorbo y te aseguro que jamás te vería un estorbo—Shun levantó la cabeza, y volteó a verla—Aunque tus problemas no sean los mismos que los míos, no implica que juntos no podamos hallarles una solución.

—Shun: ¿Tu crees que yo tengo una solución?

Debemos intentar, la esperanza es lo último que muere—Pegó su frente a la de él con cuidado—Le hallaremos una solución—Aseguró—Tarde o temprano vamos a hacer que cesen esos ataques—Apretó sus manos.

—Shun: Tu siempre sabes cómo hacer que me sienta mejor—Sonrió, encontraba un dulce consuelo en sus palabras.

Todo va a salir bien—Besó su mejilla, bastante cerca de sus labios.

Se quedaron así, mirandose un rato, nada ni nadie los molestaba, era un momento tan lindo, imposible de arruinar.

—Shun: Debemos volver a clase, ¿No crees?—Rompió ese acojedor silencio.

Si, lamento eso porque podría quedarme así por horas, conejito—Se había acostumbrado a llamarle así de cariño.

—Shun: No parezco conejito—Estalló en risa.

Claro que sí, Shun—Ambos se pusieron de pie—Los conejitos son adorables como tú.

—Shun: Yo te tengo que poner un apodo a ti, si a esas vamos.

A mi nombre es difícil ponerle apodos—Abrió con cuidado la puerta de la terraza—Te reto.

—Shun: ¡Reto aceptado!—Exclamó con aires de falsa superioridad, para después empezar a carcajearse.

Andrómeda estaba a punto de salir, pero sintió un cosmos enemigo, vio como un ataque se dirigía a ellos, por lo que tomo a la joven en brazos y pego un salt, por poco ella no la contaba.

Continuará...

Saint Seiya: La Guerra Santa de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora