Capítulo #26: Pérdida

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—Nagisa: Entonces no era un espejismo—Alzó las cejas por debajo de su máscara.

—Honoka: Cuánto tiempo, ¿No crees?—Volteó a ver a pegaso, ese guerrero le daba muy igual, después de todo él era la presa de otro ángel—Seré piadosa contigo, por “los viejos tiempos”.

—Nagisa: ¡No necesito la piedad de alguien como tú!—Apuntó la flecha en dirección a la frente de Honoka—Ya no soy una niña, ¡No seré compasiva como lo era antes!—Tiró la flecha, pero se detuvo en el aire—¿Cómo es posible?!

—Seiya: Los caballeros de virgo son los mas cercanos a Buda, tienen poderes increíbles—Le explico a Nagisa—Cuando nosotros luchamos contra Shaka en la batalla de las doce casas, se nos advirtió que Shaka acumulaba su poder privándose de uno de sus sentidos, al abrir los ojos liberaba un gran cosmos.

—Honoka: Que niño más listo, te daré un premio por tus conocimientos—con un simple movimiento de manos lo mando a volar.

—Nagisa: ¡Seiya!—Honoka con su cosmos devolvió la flecha—¡Traidora!

—Honoka: —Se encogió de hombros con cierta indiferencia—Bien, por mí está bien—Algo que resaltar era que ella no había abierto su boca en ningún momento, su cosmos hablaba por ella.

—Seiya: Su boca—Pensó, de seguro ella se privaba del sentido del gusto para acumular su poder—¡Ángel de Virgo! ¡No te dejaremos cumplir tus ambiciones!—Corrió hasta estar al lado de su aliada.

—Nagisa: Seiya, esta no es tu pelea—Colocó la mano frente a pegaso—¡Mantente lejos de esto!

—Seiya: Pero Nagisa—Trató de reclamar, pero en un parpadeo Honoka le propinó una patada en el pecho.

—Honoka: Que niño más intransigente, te dijeron que no te metieras en esta batalla ¿No tienes aprecio por tu vida acaso?—Juntó sus manos como si estuviera orando—¡Prisión del Jardín de la luz!

—Nagisa: ¡Pegaso!—Corrió en su ayuda, pero el cuerpo de su compañero no respondía ante nada—¡¿Qué le has hecho?!

—Honoka: Tú querías que no nos interrumpiera, ¿No es así?—Esa respuesta sarcástica solo hizo enojar más a Nagisa—Descuida, no está muerto, ¡Lo mataré después de tomar tu cabeza como trofeo!

—Nagisa: ¡Eres una maldita! ¡Trueno Atómico!—La descarga eléctrica destruyó mucho del suelo y los pilares de la casa de virgo, pero Honoka no recibió ni un rasguño—¡No tenías que ser un caballero si no lo querías! ¡¿Pero por qué mentirme y aliarte con el enemigo?!—Envuelta en una coleta terrible, lanzó puñetazos, aunque sentía como si golpeara la nada.

—Honoka: ¡Deja de hacerte la digna, Nagisa! ¡Solo por decir eso ya mereces la muerte!—Colocó el brazo izquierdo extendido hacia el suelo y el derecho hacia arriba, formó a la altura de su corazón una esfera de cosmos—¡Transmigración a los seis infiernos!

La esfera se tragó a la santa de sagitario sin piedad, el arrebatador dolor que la aquejaba le provocó convulsiones, en una de esas su máscara cayó al suelo.

Honoka miro la máscara con asco, esa estúpida tradición de las santas de Atena, la verdad esa era una de las cosas que más odio en su entrenamiento. Le recordaban a sus enemigos que ella era una mujer, en lugar de llegar a una igualdad, eso solo hacía que la vieran de diferente manera. Y sabiendo como eran los dioses, temió por su seguridad en muchas de sus misiones solo por ese simple pedazo de metal pintado.

—Honoka: Hasta pronto, Nagisa—Aplastó la máscara con su pie, el metal no resistió la fuerza del ángel—Espero que hayas caído en el infierno adecuado—Un remolino dorado la levantó del suelo, no podía mover su cuerpo a gusto por la horrible corriente.

—Nagisa: N-no has ganado aún—El tornado se hacía cada vez más grande y hostil, en el interior Honoka era bombardeada por varias flechas—¡Flecha de la sombra!

—Honoka: ¡Capitulación del Demonio!—Una flor de loto se formó dentro del remolino, al abrirse la misma disperso el ataque de Nagisa—¡Haz colmado mi paciencia, Nagisa de Sagitario! ¡No me has dejado más remedio!

—Nagisa: ¡¿Ahora sobre que vas a quejarte?!—Se puso en guardia.

—Honoka: ¡Tesoro del cielo!—Tapetes con imágenes de Buda adornaron toda la casa de Sagitario—¡Sentido del olfato!—Apretó su puño, una onda devastadora hizo que Nagisa cayera al suelo, le costaba respirar y maldecía no haber usado una técnica más mortífera en lugar de la flecha de la sombra.

—Nagisa: —Se incorporó, aunque sabía que nada podría hacer, el tesoro del cielo era una combinación perfecta de ataque y defensa—¿De verdad quieres hacer esto?! ¡Veo que tú solo nos mentías! ¡Debiste haberte quedado en el orfanato con los demás niños en lugar de seguirnos!—Vocifero con enojo, no tenía que más hacer.

—Honoka: ¡Sentido de la vista!—La interrumpió adrede, no quería oír nada relacionado con su pasado—Ahora te quitaré el sentido del gusto, así por fin guardarás silencio ¡Sentido del g-…—Paró en seco.

—Nagisa: ¡M-mis ojos! ¡Se me está nublando la vista!—Tan rápido como su cuerpo se lo permitió, levantó la mirada, por fin la flecha de la sombra había hecho efecto—Supongo que esto es lo último que veré antes de morir—Agregó, mientras sus ojos se oscurecían, la imagen desapareció completamente, soltó una lágrima al cerciorarse de su total ceguera—Al menos logré detenerte, así no le harás daño a nadie más—Se dejó caer en el suelo.

Aceptó que iba a morir sin problemas, vivía para defender al débil, y lo había logrado. Solo un dios liberaría a Honoka de la flecha de la Sombra.

Honoka sintió un cosmos conocido acercándose a la entrada del templo, uso lo que le quedaba de cosmos para desaparecer y volver al Olimpo, con su huida libero a Seiya de la prisión.

—Seiya: ¿Y el ángel?—Volteó hacia todos los lados, sin hallar a nadie—Nagisa, ¿Que ha pasado?—La hizo arrodillarse—Tus ojos, ¡Por favor dime qué ha sucedido!

—Nagisa: H-Honoka empleo la técnica suprema del caballero de virgo… Y me venció—Rio, pensaba que se veía patética al ser vencida de esa forma.

Continuará...

Saint Seiya: La Guerra Santa de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora