8. The tides (La marea)

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Los vientos en King's Landing se sentían muy diferentes a los de Eyrie. En lugar de aquella ligera brisa cargada con olor a pino, el aire estaba infestado solo por húmedad, la pestilencia del desagüe, agua salada y veneno de víbora.

Joffrey llevaba menos de un día en la capital y ya podía decir con toda confianza que prefería no tener que volver a poner un píe allí de no ser necesario. En contraste, Jace parecía no tener problema alguno con el olor, o simplemente ya se había acostumbrado.

A diferencia de sus hermanos, Joffrey había sido solo un bebé durante el tiempo que su familia vivió en el Red Keep, y ya que había crecido en Dragonstone para luego ser acogido en Vale por la prima de su madre, había tenido muy pocas oportunidades para visitar y conocer King's Landing. Su madre no había tomado su puesto en el trono aún y era Jace quien se convertiría en su heredero; Joffrey estaba bastante abajo en la línea de sucesión, por lo que era más que probable que nunca se llegara a sentar en el trono.

La parte plana de una espada golpea su costado y lo saca de sus pensamientos.

—Estás perdido en tus propios pensamientos, hermanito —Jace le da una media sonrisa—. Perderte en tus fantasías te deja vulnerable —Joffrey solo bufa con fastidio, rueda los ojos, y deja caer la espada a un lado—. ¿Qué tanto piensas?

Joffrey gira la espada en círculos.

—¿Realmente te lo preguntas, hermano? —Había una cierta molestia en su voz que no había tenido intención de mostrar—. No soy un marinero, mi lugar es el cielo. No sé por qué se molesta en pelear para que yo herede Driftmark —masculla entre dientes, hablando lo suficientemente bajo como para que solo su hermano pudiera escucharle.

—Eres el último hijo de Laenor —Joffrey resopla con cinismo, causando que Jace frunza el ceño y mire a su alrededor cuidadosamente—. Este es tu deber ahora, Joff. Ni Luke ni yo podemos heredarlo —la mención de su hermano faltante hace que un repentino silencio los rodee. Joffrey baja la mirada a su espada, la cual era un regalo que Lady Jeyne le había otorgado luego de que recibiera su nombramiento como caballero en Eyrie, y frunce el ceño—. Luke debió ser quien heredara Driftmark —susurra—. Al menos él si le agrada a Lord Corlys.

Joffrey apenas y si conocía a su abuelo. En las pocas ocasiones que había visto al hombre, su lord abuelo se la pasaba lamentándose por el matrimonio de Luke y consintiendo a sus bisnietos en lugar de prestarle atención alguna a Joffrey, aunque tampoco es como si el muchacho hiciera algo para acercarse al viejo lord.

La decisión de enviar a Joffrey a Vale junto a Rhaena en lugar de a Driftmark solo había conseguido empeorar la recurrente tensión entre las casas Velaryon y Targaryen que había nacido desde que Luke había sido desheredado por decreto real. Una vez que el deleite por el nacimiento de los mellizos de su hermano se hubo disipado, el asunto de la herencia se convirtió en una pesada y sofocante nube posada sobre su familia.

El desaire hecho a la casa Velaryon cuando el Rey decidió casar a Luke con Aemond dejó una herida que solo se había infectado cada vez más con el paso de los años. Joffrey había sido nombrado heredero reticentemente y solo para honrar el legado de Sir Laenor. El reclamo de Lord Vaemond al trono de Driftwood era de esperarse aún con la contra jugada de su madre. La Serpiente Marina estaba gravemente enfermo, y no había certeza de que el hombre le hubiera pedido a la princesa Rhaenys que reafirmara el estatus de Joffrey como su heredero; después de todo, Joffrey no era Luke. No era el heredero elegido por Lord Corlys.

Joffrey quería creer que podía ser lo mismo que Luke era para su abuelo, pero el hombre no le había dado la oportunidad de probarse a sí mismo. Joffrey había sido enviado a Vale cuando era solo un niño; allí lo habían criado para ser un ave, no una serpiente.

Love Resembles a Misty Dream -Lucemond-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora