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El hechicero se levantó, sus ojos hinchados y rojos demostraban que había llorado.
Se levantó de su cama y vio su teléfono, tenía 5 llamas perdidas del oso, sinceramente, no tenía ganas de hablar con él, le llamaria más tarde, dejó su celular de un lado.
Se levantó para desayunar, no sin antes dejarle comida al puerco.

El híbrido por otro lado no había dormido nada.
-¿Por qué mierda estoy así? Apenas somos amigos-Se preguntaba el oso.
Se pasó toda la noche esperando un mensaje, incluso una llamada del mayor, pero nada, pasaban las horas
y el menor estaba cada vez más ansioso, había pensado en ir al santuario, pero ni le abriría.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una llamada, sus ojos se iluminaron, agarró el teléfono.

El contacto era ''ElMariana'' sus ojos se apagaron nuevamente, que decepción se llevó.

-¿Qué querés?-Preguntó.

-Patron, ¿Esta bien? Hoy no se presentó al trabajo, es la segunda vez que no viene-Informó.

-No me rompás las bolas-Colgó la llamada, lo último que necesitaba era ir al trabajo.

Volvió a sus pensamientos, pensando que hacer para disculparse bien, tenía mil ideas y todas tenían algún fallo, habia perdido la esperanza de recuperar al hechicero.
Sentía sus ojos arder, eran un aviso de que iba a llorar, sin embargo, retenía las lágrimas, se negaba a llorar.

Estuvo un rato así, se había calmado en un intentó de no llorar, lo cual funcionó.

Horas después, una llamada le volvió a sacar de sus pensamientos.
Agarró el teléfono y efectivamente, la llamada era ''Gafotas :]''

¿Quién diría que el pollero serio usaría caritas?

No lo pensó dos veces, y descolgó la llamada.

-¿Gafotas?-Preguntó con inseguridad.

-¿Para que me llamaste?-Le preguntó con voz ronca y débil por haber llorado anteriormente.

-¿Podemos vernos?-Tartamudeó.

-No-Respondió en seco.

El oso tragó saliva, si no era en persona, sería por teléfono, pero se lo iba a decir.

-Gafotas, no me avergüenzo de vos, perdóname si te hice sentir mal-Confesó un poco apenado, no estaba acostumbrado a pedir disculpas.

-No, no te perdono-Respondió sinceramente.

El oso se quedo callado, sus ojos ardieron, la había cagado hasta el fondo.

El silencio se hizo presente, el oso no sabia que decir, ¿debería colgar? O ¿despedirse? No lo sabía.

-Pendejo-Río.

-¿De qué te reís vos?-Preguntó.

-No te perdono porque no hay nada que perdonar, entiendo que, en el hipotético caso de que fueramos pareja, tu reputación de chico malo sin sentimientos se iría a la mierda-Río ante su propio comentario.

-Pelotudo-Se habia quitado un peso de encima.

-Spreen-Habló el mayor, poniéndose serio.

-Decíme-Respondió.

-¿Querés que nos veamos en persona?-Preguntó.

-Esta bien, pero me vienes a buscar tu-Respondió-No escucho lloros-Acto seguido colgó.

-Este mocoso de mierda-Pensó.

El pollero se vistió con su camisa azul claro y sus pantalones más obscuros y corrió hasta el santuario.

-¡Gafotas, salí!-Gritó el menor.

-Estoy detrás de ti-Informó.

-¿Qué decís?-Se giró y vio al hechicero, el híbrido dio un salto por el repentino susto.

-¿Nos vamos?-Preguntó el oso en un intendo de que se le olvidará lo que pasó.

Juan asintió con una risa ahogada.

Realmente no tenían donde ir.

El hechicero hablaba y el empresario le miraba y seguia su conversación.

Fueron hasta la plaza central y se sentaron en un banco, uno al lado del otro.

-¿Tu publicaste la revista?-Preguntó el mayor.

-Ya te dije que no-Respondió.

El hechicero se quedó pensando.

La conversación siguió, no llegaron a ninguna conclusión, pero Juan dejó de culpar a Spreen por eso.

Veía sus orejas negras, no podía evitarlo, eran tan...Iguales a las de él, a excepción el color, claro, nadie superaría las orejas marrones de su amado.

Después de la conversación, ambos se despidieron.

Juan en su camino al santuario, para su mala suerte se encontró a Rubí, este simplemente le ignoró, Juan le vio y su corazón volvió a latir desesperadamente, queria ir y besarle, aún le amaba, pero se resisitió.

A la mañana siguiente Spreen, se despertó con algo de tristeza, extrañaba al hechicero, pero hoy no podían verse.

El empresario se levantó y se puso su uniforme de trabajo y fue hasta allá.

Lo primero que hizo cuando entró fue llamar al Mariana.

-Mariana, vení a mi despacho-Informó mientras subía las escaleras para ir al despacho.

Cuando se cerró la puerta la híbrida de gato hizo una seña al rubio y al argentino poniendo su dedo en su labio para decir que hicieran silencio y salió hacia arriba con cuidado, siendo seguido por los otros, haciendo lo que siempre hacian, escuchar.

-Mariana-El híbrido lo miró.

-Dígame patron-Resondió.

-¿A ti te gustó alguien?-Habló.

Mariana asintió, ¿Dónde quería llegar?

-¿Cómo te diste cuenta?-Interrogó.

Mariana se sentó y le explicó sobre su experiencia durante un buen rato, el empresario le escuchaba atentamente, con las manos apoyadas en el escritorio.

Cuando terminó de hablar se dirigió a él.

-¿Quién es la desafortunada?-Cuestionó.

-Nadie-Respondió.

Su fiel empleado asintió levemente.

-Podés retirare-Informó.

Los empleados salieron corriendo.

Mariana salió de allí después de estos.

No, definitivamenete no le gustaba el hechicero.

¿Verdad?

Infiel [spruan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora