10.

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Las semanas pasaron, y finalmente, era el día del famoso partido.

El hechicero se levantó nervioso pero emocionado, hoy sería un día movido.

Agarró una camisa blanca con unos pantalones cortos negros junto a su característico sombrero, el cual tenia unas flores, agarró una bolsa con la ropa de su equipo,

Fue corriendo a casa del híbrido negro, no sin antes dejarle comida al puerco, habían quedado en ir juntos al partido aunque este no jugará.

Llamó la puerta con fuerza, la cual fue abierta a los segundos, dejando ver al pelinegro con una camiseta de Argentina y sus características gafas de sol, llevaba una pequeña bolsa, dentro habia una pequeña nevera y unas toallas.

-Hasta que llegas boludo, llevo dos hora esperando sos tremendo impuntual-Recriminó.

-Se me hizo tarde, ademas, fue como una hora solo-Respondió.

-Dale, ya te estarán esperando y ni cambiado estás-Comentó.

Ambos salieron rápido de allí, cuando llegaron, para su suerte, no había empezado el partido de su equipo, el mayor entró a los vestuarios para cambiarse, se colocó su camisa verde junto a los pantalones de fútbol del mismo equipo, en su garganta llevaba un pañuelo con la bandera de México junto a una bandana del mismo color, encima de esta tenía su sombrero.

Salió de allí para ver a su equipo, al otro lado vio al pelinegro en una mesa, quien estaba solo.

Se acercó a este, no jugaba los primeros minutos, así que se sentó al lado del oso.

-¡Hola!-Saludó con nerviosismo.

-Hola gafotas-Contestó.

El pelinegro notó sus nervios, situó su mano en el muslo del mayor por debajo de la mesa.

Este miró su mano y se sintió más nervioso aún.

El menor acercó sus labios al-Si seguís así te va a dar algo-Habló en tono burlón.

El hechicero empujó con delicadeza el cuerpo del menor para tener una distancia, su rostro era de un leve color carmesí.

Estos dos se pusieron a hablar tranquilamente, algunos los miraban confundidos y otros con una sonrisa pícara.

8 minutos después, el entrenador llamó al hechicero, quien se levantó rápidamente.

-¡Voy a jugar! Cuida mi sombrero-Habló mientras situaba este en la cabeza del menor.

-Piola, ojalá pierdas, gafotas-Respondió sacandole el dedo de en medio con una sonrisa.

-¿Ah si, pendejo?-Preguntó burlón mientras salía al campo.

El pelinegro miraba atentamente los movimientos del castaño, jugaba sorprendentemente bien.

Unos minutos más tarde observó al hechicero que estaba quieto, tenia sus manos en sus rodillas y estaba levemente agachado, agarrando aire.

-No jodas Juan ¡¿Ya te cansaste?!-Gritó burlón.

-No es mi culpa usar lentes bobo-Se excusó haciendo el amago de limpiarse las gafas para volver a correr.

El menor rodó los ojos ante la tonta y falsa excusa.

El de pijama azul se sentó al lado del pelinegro, observando como sus ojos seguían el cuerpo del hechicero.

Las gotas de sudor caían por su cabello, el sol que daba directamente en su pelo haciendole ver como si fuera un ángel, sus labios entreabiertos buscando aire...Dios santo, ante los ojos del menor se veia tan jodidamente atractivo, su lengua pasó por sus colmillos lamiendo estos.

Infiel [spruan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora