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-Spreen, es muy tarde, ¿Quieres venir a mi santuario?-Preguntó mientras se levantaba.

El nombrado asintió varias veces mientras se ponia de pie agarrando las gafas de sol.

El híbrido agarró al hechicero por el brazo y lo situó detrás suyo.

El camino fue pesado, el pollero mataba los mobs que salían mientras que el castaño gritaba cada que uno se acercaba un poco.

Cuando llegaron a las escaleras, el híbrido se dedico a quejarse, el hechicero suspiró cansado.

Cuando llegaron arriba dejó pasar primero al hechicero, luego entró él.

-Ven, te presto algunos pijamas-El hechicero subió hacia su dormitorio, siendo seguido por el otro.

Abrió su armario, dejando ver varios pijamas.

-Elige el que más te guste-Sonrió mientras agarraba su pijama de de manga corta blanco junto con un pantalón a cuadros rojos cortos, era su pijama favorito.

-Estoy en el baño, llámame cuando estes cambiado-Habló mientras se marchaba al baño.

El contrario hizo un sonido de afirmación.

Finalmente se decidió por una camiseta de manga larga color azul obscuro y unos pantalones largos del mismo tono, le quedaba bastante apretado por la diferencia de altura.

-¡Estoy!-Gritó el pelinegro.

El de ojos miel salió del baño.

-Es bastante tarde, te dejo dormir-Habló el hechicero.

-¿Dónde vas?-Cuestionó.

-Estaré en el sofá-Informó.

-La cama es grande, ¿Estás seguro?-Interrogó inocentemente.

-No-Se acercó a su cama-Con permiso-Se tumbó en esta, dejando espacio para el híbrido, quien se tumbó dándole la espalda al otro.

-Buenas noches, gafotas-Habló.

-Buenas noches, osito-Cerró los ojos, pero al segundo sintió como le tiraban algo en la cara, se giró para ver un cojín, al otro lado vio al híbrido sentado con el ceño levemente fruncido y los brazos cruzados.

-¿Qué haces?-Preguntó.

-¿Cómo pijas me llamaste, boludito?-Cuestionó.

-Osito-Estalló en una carcajada.

-No me vuelvas a llamar así-Dijó riendo junto con él.

-Perdón, osito-Respondió en tono burlón.

El menor le tiro otro cojín, quien avisa no es traidor.

Ambos se rieron y se durmieron, o bueno, Juan se durmió.

-Como roncás la concha de tu madre-Murmuró tapando sus orejas, definitivamente hoy le costaria dormir.

El pelinegro despertó por los rayos del sol, que daban en su cara.

Se levantó con pereza, todo de costumbre.

Se giró para ver al castaño, el cual estaba sin camisa durmiendo plácidamente boca abajo.

Tenía un brazo debajo de la almohada, el otro estaba a un lado del cojín por encima, una de sus piernas estaba doblada y la otra estirada.

Pudo observar la espalda de este, no era muy grande y sus brazos levemente marcados.

Tuvo una idea, no iba a pedir permiso salió con cuidado de la habitación, no quería despertarle, y se fue a la cocina.

Puso una bandeja y colocó en esta un café junto con unas tostadas, en un plato diferente colocó unos croissanes.

Infiel [spruan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora