Ronnie Webb es una estudiante de moda que gusta vestir de manera particular. Kai Lancaster es un hombre misterioso que llega a su vida, gracias a un error que podríamos catalogar como "tragicómico", y con más secretos de los que ella está dispuesta...
Un preludio se define como una acción precedente a otra y que sirve como entrada, anticipación o comienzo. Sí, aún un ser incorpóreo y eterno como yo, puede llegar a ser una fiel amante de las letras y sus definiciones. ¿Qué? ¿Pensabas que no era capaz de poseer este tipo de conocimientos? Cuando observas de primera mano cómo se empiezan a desarrollar los dialectos, desde balbuceos sin sentido hasta palabras y oraciones completas, entiendes perfectamente cada uno de los conceptos. Nunca juzgues a alguien sin conocerlo realmente, y jamás lo hagas con alguien como yo, que he estado aquí desde el principio de los tiempos.
¿Por qué te digo todo esto? No lo sé realmente, quizás solo me gusta alardear, o tal vez es porque esto es un preludio a un nuevo comienzo.
Hace mucho tiempo atrás escuché a Heráclito de Efeso recitar su famosa frase: "Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos". El día no inicia ni acaba de la misma manera, siempre existen cambios; la vida misma es un cambio constante. Como los protagonistas de nuestra historia, que iniciaron un sábado quejándose de no querer asistir a una cita que creían que no funcionaría, debido a que se había concretado gracias a un gato desesperado por atención y alimento, que provocó un accidente y una cadena de eventos dignos de la admiración del fallecido autor a quien nuestro felino amigo debe su nombre, pero que terminó superando expectativas y conduciéndolos a ambos a dar inicio a un nuevo capítulo de sus vidas.
Si ese capítulo termina bien o mal, dependerá por completo de ellos y de las decisiones que puedan llegar a tomar. Mientras, los observaré atenta, siguiendo cada uno de sus pasos y deseando con todo mi inexistente corazón que estos los guíen cada vez más cerca del otro. Te lo advertí al principio, soy una romántica empedernida, no en vano soy la protagonista de muchas de las más dulces melodías de amor. Soy quien atestigua las más intensas pasiones y suspira ante cada confesión de un pobre enamorado, o ante la visión de un par de almas que vuelan libres, subidos en una motocicleta. Un vestido rojo ondeante que no define la personalidad de su portadora, una playera de una banda grunge, una chaqueta de cuero envuelta en una cálida esencia, hojas caídas de un otoño temprano, reflejos de luces neón de una feria que queda atrás y dos corazones bombeando y llenándose de recuerdos de una velada que no olvidarán jamás.
Una segunda cita ha sido fijada, y con ella, la esperanza de un nuevo inicio; observando juntos la densa oscuridad, flotando, bajo luces titilantes que han estado ahí por trece billones de años o quizás más, con el deseo de avanzar y así, juntos, escribir su propia historia.
Vamos, acompáñame, que aún me queda mucho por narrar.
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