La libertad tiene un precio, te quedaste meditando sobre esa frase, ¿no es así? Lo sé porque conozco a los humanos y su insaciable curiosidad. Pero, es cierto, nada en este mundo es gratis, todo viene con un costo; a veces, es un trato justo, otras, un embauque; pero siempre un intercambio. Como yo, que cada día que pasa me encuentro observando a todos. Conozco sus historias y sus secretos, pero no puedo ni debo intervenir; algo que, para mí, es justo. ¿No me crees? Vamos, sal, levanta tu vista y mírame fijamente, que yo te estaré viendo también, consciente de todo lo que pasa a tu alrededor, pero sin poder emitir sonido alguno. Ese es mi deber, el cubrirlos a todos con mi manto y dejarlos actuar con su libre albedrío; tomar las opciones que consideren adecuadas y ver como una simple televidente cómo enfrentan el destino que mis queridas repartidoras, las Moiras, tienen para ustedes.
Yo conozco la historia de Ronnie, la he visto crecer hasta convertirse en lo que es ahora. También conozco a Kai, incluso te mencioné antes que lo vi nacer y lo he seguido en cada paso que ha dado. No puedo decir cuál de las dos historias es más triste que la otra, pues el impacto de la tragedia depende de quien la recibe. No es lo mismo levantar el cuerpo inerte de alguien que murió en una sucia cama de un cuarto de hotel barato, a saber, que era tu madre quien ya no volvió a despertarse nunca más. Y, no te sientes igual de triste al decirle a un desconocido que enfrenta una enfermedad terminal, como lo hace su pequeña hija, que siente cómo se parte por dentro al saber que perderá a su papá. Aunque, no te deprimas, las tragedias son una constante en la vida, dependerá de ti el aferrarte a ese dolor y dejar que te consuma o guardarlo como un triste recuerdo, mientras sigues adelante.
A veces, los golpes que te da la vida son intercambios por ese sentimiento de libertad al que te aferras y buscas con locura seguir experimentando.
Esta es solo mi percepción, claro está, será mejor que deje que este par en el que enfocamos nuestra atención actualmente, sea quien te cuente a detalle sus historias y cómo han llegado hasta aquí, como dos almas rotas que han logrado al fin encontrarse.
—Me siento estafado, —masculló Kai al bajarse de la montaña rusa —claramente dije que no me iba a subir a esta porquería.
—Y, claramente lo hiciste por voluntad propia, o ¿te obligué acaso? —Respondió Ronnie retadora, mientras peinaba su alborotado cabello con las yemas de los dedos.
—No. Pero, dijiste que, si me subía, responderías a la pregunta que te hice... hace dos horas. —Señaló alterado, mientras observaba su reloj. —Eso para mí es una estafa.
—No es estafa ya que no estoy lucrando contigo. —Mencionó sin interés, mientras retiraba sus pertenencias del casillero asignado, dentro de las instalaciones del juego.
—Yo creo que sí lucraste y bastante. —Dijo, señalando los tres muñecos de felpa y algunos globos que ella abrazaba fuertemente.
—¿Cómo? ¿Entonces no los ganaste para mí como regalo de no cumpleaños para resarcir la mala impresión que diste en el café, al actuar como un psicópata o el hecho de que me engañaste con un perfil falso en una red social? —Preguntó con sus grandes ojos grises viéndolo con fingida tristeza y haciendo un exagerado puchero con la boca.
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Night Changes
RomantizmRonnie Webb es una estudiante de moda que gusta vestir de manera particular. Kai Lancaster es un hombre misterioso que llega a su vida, gracias a un error que podríamos catalogar como "tragicómico", y con más secretos de los que ella está dispuesta...