12. Wicked game

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Entiendo si la mención del caos trajo intranquilidad a tu mente; no debería en realidad, pues este no es del todo malo, no siempre, al menos

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Entiendo si la mención del caos trajo intranquilidad a tu mente; no debería en realidad, pues este no es del todo malo, no siempre, al menos. De hecho, la palabra caos viene originalmente de un vocablo griego y hace referencia a lo impredecible. Con una pequeña investigación, descubrirás que, algunos mitos lo nombran como el primer dios que apareció en el mundo y quien dio origen a la existencia misma; incluso yo provengo de él. Seguramente, tú asocias esta palabra al desorden, un término adaptado con el paso del tiempo, pero, como te expliqué, de este pueden nacer diferentes cosas. Sólo nos queda preguntar si serán buenas o no.

Es esta la palabra perfecta para describir a Kai Lancaster, un hombre impredecible que puede ser capaz de lograr muchísimo por sí mismo. Pese a todo lo que ha sufrido en su vida, siempre ha intentado mantenerse en pie, con un noble corazón capaz de dar lo mejor por aquellos a quienes aprecia; darlo todo y sin esperar nada a cambio, como el caos que explota para crear. No obstante, como en el caos mismo, también yace en él cierta oscuridad.

Después del intercambio afuera del Diner Eggstacy, lo observé subir cabizbajo a su motocicleta, aturdido por los sentimientos de culpa y pesar, pero con la mente funcionando a una velocidad increíble para idear un plan que no le permitiera rendirse; consciente de su fallo y pensando en todas las maneras posibles para redimirse. Los contactos de sus hermanos y sus respuestas positivas podían ser de valiosa utilidad para solucionar sus problemas, pero primero debía planificar algo que lo acercara nuevamente a Ronnie. Sabía perfectamente que esta situación había detenido el avance en su relación que ya había crecido a pasos agigantados y ahora, por su falta de atención, peligraba y amenazaba con retroceder. Minutos después, se detuvo afuera de su casa y entró directamente, había ideado ya un plan, sólo debía ponerlo en marcha, lo más pronto posible. Algo que se supo capaz de lograr, al divisar el auto de sus hermanos que todavía estaba estacionado frente a la entrada. Ellos seguían ahí y eso podría ser de mucho apoyo.

—¡Jennifer! —Gritó al dar el primer paso dentro de su hogar.

La mujer dio un salto que la hizo caer del sofá en el que dormitaba junto a Thomas. —¡¿Qué pasa?! —Respondió histérica.

—Eres una chica, ¿no? Necesito de tu ayuda.

Ella suspiró, tranquilizando a su acelerado corazón, mientras veía con fastidio contenido al rubio, quien no se encontraba en mejores condiciones. —Guau, hermano. Pensé que nunca te darías cuenta de mi más íntimo secreto, ¿qué me delató? —Habló de manera sarcástica.

—No es momento para bromas. Ven acá, quiero que me ayudes con algo. —Le dijo apresurado, conduciéndola a su habitación.

—¡Oye! ¿Qué quieres con ella y por qué no te puedo ayudar también? —Bramó molesto Thomas.

—Porque eres un inútil con suerte de haber encontrado a alguien que te eligió desde que eras un puberto, y no sabes un carajo de relaciones ni de mujeres. Y yo necesito salvar mi relación con una mujer a la que no quiero perder; Jen es una chica y es muy astuta, así que necesito de su ayuda, ¿entendido? —Rezongó exasperado. Thomas sólo pudo verlo con sorpresa, olvidando el evidente ataque directo; impactado por la sinceridad y el pequeño quiebre en la voz de un hombre a quien no había visto ser tan honesto con sus sentimientos en mucho tiempo, o más bien, nunca.

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