Ronnie Webb es una estudiante de moda que gusta vestir de manera particular. Kai Lancaster es un hombre misterioso que llega a su vida, gracias a un error que podríamos catalogar como "tragicómico", y con más secretos de los que ella está dispuesta...
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La palabra «incipiente» se trata de un adjetivo con la acepción 'que comienza'.
Cuando hablamos de un amor incipiente, nos referimos a ese llameante entorno en el que alguien comienza a adentrarse, algo que apenas está naciendo y debe aún consolidarse antes de caer a las flamas de este intenso sentimiento que ha servido como inspiración de los relatos más cautivantes en la historia de la humanidad.
Luego de la noche anterior, en donde la confianza creció de manera palpable, Kai y Ronnie ahora deben continuar conociéndose y acercándose más de lo que ya lo han hecho en tan poco tiempo. No hay un estimado exacto sobre cuánto le toma a un humano enamorarse realmente. Algunos te dirán que son horas, otros hablarán de días, y habrá quienes que incluso mencionarán semanas o meses. Cada uno es diferente y, lo mismo sucede con las relaciones; algunas se desarrollarán más rápido que otras, así que es sólo cuestión de observar.
Y, precisamente observar es justo lo que estoy haciendo ahora, atenta a cómo han avanzado las cosas desde el suceso anterior e imaginándome cuáles podrían ser los pasos siguientes, lo cual es algo que, honestamente, me llena de emoción. Sin embargo, mi exaltación decae al presenciar a una abatida Ronnie quien, con su pijama puesta, abraza fuertemente su almohada mientras observa su teléfono, sin hacer ningún movimiento, simplemente con los ojos bien abiertos y mordiéndose la uña pulgar con nerviosismo. Confundida, me pregunto qué ha sucedido para verla así en tal preocupación, hasta que la escucho hablar con su silencioso confidente.
—¿Y si le pasó algo y por eso no responde? —Preguntó a su mascota, quien no detuvo ni por un segundo su minucioso acicalamiento. —Ni siquiera le llegan los mensajes y su número manda directo a buzón. —Dijo preocupada. El gato se tomó un descanso de su hipnotizante tarea y se permitió un corto momento para observarla fijamente, sólo para luego maullar desinteresado y retomar su acción anterior.
Mi innata curiosidad me lleva a visitar a la contraparte en esta historia y todo termina de encajar en el momento en el que lo observo, caminando de un lado a otro en la sala de su hogar, con una taza de café bien cargado en una mano y un cigarrillo encendido en la otra. Sobre su mesa yacen varios cuadernos con algunas notas escritas rápidamente, decenas de hojas desparramadas por el suelo, páginas de periódicos detallando diferentes investigaciones y un par de enciclopedias del crimen abiertas de par en par. En su mejilla luce un golpe reciente, todavía sangrante, mientras en su semblante se concentra la desesperación.
Sé perfectamente qué es lo que sucede con Kai y no puedo culparlo de haber olvidado comunicarse con la desairada muchacha; incluso intuyo que ni siquiera ha encendido su teléfono desde la noche anterior. Se encuentra hundido dentro de una situación que se le está saliendo de las manos y que lo empieza a consumir nuevamente.
Si tan sólo tuviera un cuerpo físico, me vería en la obligación de pasar una mano sobre mi frente, presa de la exasperación que me embarga ahora mismo, pero, no puedo hacer nada; no debo ni puedo interferir. Sólo me queda observarlos desde lejos; ver cómo Ronnie se llena la cabeza de ideas, dando pie a muchos malentendidos que me llevan a pensar que ella no leyó la nota que él le dejó y empieza a creer que simplemente fue utilizada como una satisfacción de un mero deseo carnal. Mientras que, por otro lado, observo a Kai dormitar de a ratos, cabeceando sobre su mesa e intentando retomar el hilo de sus pensamientos para idear algo que lo saque del embrollo en el que se encuentra metido, sin siquiera saber que hirió un corazón que apenas comenzaba a abrirse.
